domingo, 26 de marzo de 2023

LAS CUATRO NOBLES VERDADES. por el Lama ZOPA RIMPOCHé: Capítulo V

LAS CUATRO NOBLES VERDADES, Lama ZOPA RIMPOCHÉ

Capítulo V: VIVIR SIENDO CONSCIENTE DE LAS CUATRO NOBLES VERDADES

1) Reflexión cotidiana en las Cuatro Nobles Verdades

2) Transformar los problemas en el camino espiritual
a) Transformar las situaciones negativas a través del análisis
b) Transformar las situaciones negativas a través de la visión

3) Purificación de negatividades
a) La práctica de los treinta y cinco budas
b) Una práctica diaria: la oración de las siete ramas

4) La práctica de los cinco poderes en el momento de la muerte
El poder de la actitud/determinación
El poder de la semilla blanca
El poder del repudio
El poder de la oración
El poder de la familiarización o entrenamiento

5) Anécdotas de la vida de Kyabje Lama Zopa Rimpoché

a) Los sapos de los Himalayas y mani
b) El significado del descanso interior

GLOSARIO  (págs. 419 a 432)

agregados: forma, sentimiento, discriminación, , factores composicionales, / impresiones kármicas y consciencia
apego: exageración de cualidades positivas de un objeto que nos impele a querer poseerlo.
Arya: noble, aquel que ha realizado la sabiduría de la vacuidad. 
Dharma: enseñanzas del Buda, que protegen del sufrimiento  y guían a la liberación e iluminación.
Eternalismo <>  Nihilismo
Tres Engaños: Tres venenos:  apego, ignorancia e ira.
Hinayana: "pequeño vehículo"
Karma:  "acción". 
Mahayana:  "gran vehículo"
Mente: consciencia, sensibilidad
Perfecciones: generosidad, moralidad,  paciencia, la dichosa perseverancia, la concentración y la sabiduría.
Sangha: aquellos que han tenido una realización directa de la vacuidad.
Samsara: existencia cíclica.
Shunyata: realización directa de la vacuidad.
Tantra: Varjayana, Mantrayana, Tantrayana.
Tierra pura: lugar donde no hay sufrimiento.
Tres entrenamientos: Ética, concentración y sabiduría.
Vacuidad: ausencia de existencia verdadera, inherente.
Vipassana: visión superior o comprensión penetrante especial de la vacuidad.
Visión dualista:  sujeto y objeto; yo y el otro. Visión ignorante de la mente no iluminada.
Yama: El Señor de la Muerte
Yoga: "trabajo" / "yugo" / disciplina espiritual para alcanzar la iluminación.
Yogui: meditador con un nivel superior.

Zopa Rimpoché, Kyabje Lama Thubten (1946):  reencarnación del Lama de Lawudo. Director de la 
Fundación para la Preservación de la Tradición  Mahayana  (FPMT), +1975

LAS CUATRO NOBLES VERDADES del LAMA ZOPA RIMPOCHÉ: Capítulo IV

Capítulo IV:  LAS CUATRO NOBLES VERDADES del  LAMA ZOPA RIMPOCHÉ

Capítulo IV: LA VERDAD DEL CAMINO

1) ¿Qué es el Dharma?

2) Tres niveles de motivación

3) El refugio como fundación
a) Las causas del refugio
b) Por que razón las Tres Joyas son objeto dignos de refugio
d) La manera de tomar refugio

4)  Compromisos del refugio y consejos
a) Beneficios de tomar refugio

5) El gurú es la raíz

6) Cualidades del gurú y cómo practicar correctamente la devoción al gurú
a) Devoción en pensamiento
b) La devoción en acción
c) Los cuatro beneficios generales de la devoción al gurú


7) Los tres principales aspectos del camino Mahayana

8) Renuncia
a) De qué manera generamos la renuncia
b) Bodhicitta

9) La práctica preliminar para cultivar la bodhicitta

10) El cultivo de la bodhicitta

11) Las seis causas y un efecto

12) Alcanzar la bodhicitta

13) Intercambiar al yo por los otros

14) La sabiduría que realiza la vacuidad
a) Surgimiento dependiente
b) Vacuidad
c) Ver la vacuidad directamente

15) Las dos verdades: Convencional y última

16) Meditación: atención plena (Mindfulness), shamatha y vipassana
a) El propósito de la meditación budista
b) Atención plena  (mindfulness) e introspección
c) Shamatha
d) Consejos para superar el sopor
e) Las condiciones necesarias para alcanzar shamatha
f) Meditación analítica o vipassana: análisis en cuatro puntos sobre la vacuidad del yo

17) Las seis perfecciones
a) La perfección de la generosidad
La generosidad del  Dharma
La generosidad de la intrepidez
La generosidad de obsequiar posesiones materiales

b) La perfección de la moralidad
La moralidad de abstenerse de los vicios
La moralidad de adquirir virtud
La moralidad de trabajar a favor de todos los seres sentientes

c) La perfección de la paciencia
La paciencia de soportar el daño recibido y generar compasión hacia el agente que ocasiona el daño
La paciencia de soportar voluntariamente el sufrimiento
La paciencia de observar el Dharma

d) La perfección de la perseverancia
La perseverancia es como un escudo
La perseverancia en la acumulación de méritos
La perseverancia  de trabajar por otros seres sentientes

e) La perfección de la concentración

f) La perfección de la sabiduría


18) Caminos de los dos vehículos y lo  tres  yanas
a) El camino del Mahayana  consiste en el camino del sutra y el camino del tantra
b) Aspectos comunes de los tres yanas: Método y sabiduría


18) Anécdotas de la vida de Kyabje Lama Zopa Rimpoché
a) Consejo a una madre
b) Después del ictus
c) Generosidad en las calles de Nueva York
d) Todavía hacía postraciones, pese al cuerpo









LAS CUATRO NOBLES VERDADES del LAMA ZOPA RIMPOCHÉ: CAPÍTULO III

CAPÍTULO III: LAS CUATRO NOBLES VERDADES del LAMA  ZOPA RIMPOCHÉ

Capítulo III:  LA VERDAD DE LA CESACIÓN

"La noble verdad de la cesación del sufrimiento es la siguiente: es la cesación completa del ansia misma, lo cual significa abandonar, renunciar, desprenderse uno mismo de ello"
DAMMACAKKAPPAVATTANA SUTTA

1) ¿El sufrimiento es para siempre?

2) Cortar de raíz el sufrimiento

3) Oscurecimientos a la liberación y oscurecimientos a la omnisciencia

4) Dos nirvanas: liberación e iluminación

5) Alcanzar el nirvana

6)  Alcanzar la iluminación plena

7) Las cualidades diferenciales del nirvana y  la iluminación

8) Los cuatro cayas

9)  Los cinco caminos
a) Los cinco caminos del Hinayana
b) Los cinco caminos del Mahayana

10)  Anécdotas de la vida de Kyabje Zopa Lama Rimpoché
a) Ofrendas a los mosquitos
b) Bendiciones y pérdidas de vuelos
c) "Coca Cola" y bodhicitta





LAS CUATRO VERDADES, del Lama ZOPA RIMPOCHÉ: CAPÍTULO II

 LAS CUATRO VERDADES, del Lama ZOPA RIMPOCHÉ

CAPÍTULO II : LA VERDAD DE LA CAUSA DEL SUFRIMIENTO

"El origen del sufrimiento como  noble verdad debe ser abandonado"
DHAMACAKKAPPAVATTANA  SUTTA


1) Los engaños y el karma


2) Los engaños primarios y sus antídotos

Ignorancia

Antídotos contra la ignorancia

Apego

Las ocho preocupaciones mundanas

Antídotos para el apego

Ira

Antídotos contra el enfado

Orgullo

El Orgullo doble

El Orgullo de consciencia

El Orgullo de haber logrado realizaciones

El Orgullo equivocado


Antídotos frente al orgullo

Duda

Versión errónea

3) Karma: la ley de causa y efecto

Las cuatro características del karma
a) El karma es definitivo
b) El karma es expandible
c) No experimentaremos un resultado si no creamos las condiciones para que ese resultado se dé
d) El karma nunca desaparecerá por sí mismo

Los cuatro factores para que el karma se complete

Karma que nos arroja a un renacimiento y karma que lo completa

Karmas graves y karmas leves

Resultados kármicos
a) Resultados de maduración
b) Resultados similares a la causa
c) Resultados poseídos
d) El resultado de crear repetidamente las causas del sufrimiento


4) Las diez no virtudes

Matar

Robar

Conducta sexual inapropiada

Mentir

Palabras ofensivas

El discurso divisivo

Chismes y parloteo sin sentido

Codicia

Maldad y animadversión

Visión errónea


5) Almacenaje de  impresiones kármicas

6) Todas las apariencias son proyecciones kármicas

7) Los doce eslabones de origen independiente
a)  Ignorancia
b) Formación Kármica
c) Consciencia
d) Nombre y Forma
e) Seis órganos sensoriales
f) Contacto
g) Sentimientos
h) Ansia
i) Apego
j) Devenir
k) Renacimiento
l) Vejez y Muerte

8) Utilizar la verdad del sufrimiento para lograr la felicidad

9)  Anécdotas de la vida de Kyabje Lama Zopa Rimpoché
a) Deambular sin rumbo en un sueño
b) Bendiciendo a  los gusanos
c) Dar a largo plazo



lunes, 20 de marzo de 2023

// LAS CUATRO NOBLES VERDADES: Lama ZOPA RIMPOCHÉ // // Cap. I : LA VERDAD DEL SUFRIMIENTO (DUKKHA)

Lama ZOPA RIMPOCHÉ: LAS CUATRO NOBLRES VERDADES


K y a b j e     Lama Zopa Rimpoché  (KLZR)


Lama Zopa Rimpoché nació en 1947, en la población de Thami, en la región Solo Khumbu en el Nepal. Desde muy pequeño fue reconocido como la reencarnación del Lama de Lawudo quien había sido un gran maestro de las enseñanzas tántricas de la tradición budista tibetana Nyingma. 
Desde muy pequeño fue reconocido como la reencarnación del Lama de Lawudo. quien había sido  un gran maestro de las enseñanzas tántricas de la tradición budista tibetana  Nyingma,/ 

Más tarde recibió las iniciaciones tántricas de su tradición por parte del lama principal de la Gompa Thami, conocido como Gaga Lama. Siendo muy niño viajó con su tío al Monasterio Dung-Kar de Domo Geshe Rimpoché en donde se quedó para hacer sus estudios monásticos.

Fue allí donde se hizo monje y recibió su ordenación de guetsul. A finales de 1959 tras la ocupación China decidieron escaparse hacia la India llegando como los demás monjes refugiados a Buxa duar. Allí recibió enseñanzas de Geshe Rabten Rimpoché. Más tarde conoció al Lama Thubten Yeshe de quien fue su discípulo y a quien siguió y acompañó hasta su muerte.
En la actualidad el Lama Zopa Rimpoché ocupa la mayor parte de su tiempo viajando por todo el mundo para mantener contacto e inspirar a los centros de la fundación de la cual es su director.




Desde hace casi treinta años, a KLZR le sirve como secretario el venerable monje  Roger  Kunsang.


INTRODUCCIÓN: trabajar con la mente.(21 págs.):

Su Santidad el DALAI LAMA escribió en "Esencia del sura del corazón": [...] necesitamos entender claramente las causas y condiciones  que dan origen al sufrimiento [...].[ y las causas y condiciones]
 ...que dan origen a la felicidad.


---

El sufrimiento  emerge de la aflicción en nuestra mente. Hasta   que no comprendamos las causas del sufrimiento [...] no tendremos paz real.

El valor de una mente abierta
[...]  tenemos que examinar las enseñanzas del Buda - -Dharma-- utilizando el razonamiento [...], pero no la fe ciega.
[...] La felicidad está en nuestra mente. [...]  Independientemente de que las condiciones sean buenas o malas, [ en el mundo exterior a nosotros ] las personas que entrenan la mente permanecen estables y felices. 

La naturaleza de la mente y su potencial:

Hay naturaleza búdica en la mente de cada ser sentiente, no importa cuántas acciones negativas hayan cometido los seres vivientes [...]. Los problemas y los obstáculos son temporales. Las causas de los problemas pueden ser removidos.

[...]  Al buscar la felicidad eterna, podemos asegurarnos, no sólo nuestra propia felicidad, sino también la felicidad de todos los seres. Este es el potencial de nuestra mente.

La mente es "la creadora":

No hay un creador que tenga una mente separada de nuestra propia mente. [...] El mundo entero, tal como lo experimentamos, emerge de la mente y es causado por las impresiones del karma positivo y negativo depositado en la mente. [...]
Entender la mente y todo su potencial nos permite comprender, de manera plena,  la explicación de la naturaleza del sufrimiento, su origen, la posibilidad de acabar con el sufrimiento, así como también aplicar los remedios que garantizan el fin del sufrimiento; remedios que encontramos en las Cuatro Nobles Verdades. (pág. 31)

cap. I  La verdad del sufrimiento  // cap. II  La verdad de la causa del sufrimiento // cap. III  La verdad de la cesación del sufrimiento  //  cap. IV  La verdad del camino   //  cap. 5  Vivir siendo consciente de las Cuatro Nobles Verdades.

Capítulo I: LA VERDAD DEL SUFRIMIENTO (pág. 33 a 99)


"La noble verdad del sufrimiento --d u k k h a-- es esto:1 el nacimiento es sufrimiento;2 envejecer...; la 3 enfermedad...; la 4 muerte...; 5 pesar y 6 lamentación, 7 dolor, 8 pena y  9 desesperación son sufrimientos;10  asociarse con lo que no es placentero es sufrimiento;11 separarse de lo placentero...; 12 no conseguir lo que uno quiere es sufrimiento. En breve, los cinco agregados de apego son sufrimientos."
DHAMMACAKKAPPAVATTANA  SUTTA

1) Por qué el Buda comenzó enseñando el sufrimiento  [p. 33...] (01º)

La  insatisfacción experimentada repetidamente debido al reiterado sufrimiento se denomina existencia cíclica, o      s a m s a r a.  
El   S A M S A R A  es la continuidad de los agregados  causados  por  los engaños de la ignorancia, el apego  y  la  aversión.    Para  escapar  del  s a m s a r a   hay que  liberarse  de  los agregados  que  han  sido  causados  por los  engaños  y  por  el  karma.
Muchas personas creen que la existencia cíclica es el lugar: Se imaginan que están en el s a m s a r a  cuando se encuentran en una ciudad populosa ó en un mercado ruidoso, pero se imaginan que no están en  el s a m s a r a  cuando se encuentran en una montaña o en un monasterio. Se trata de una enorme equivocación. Donde os encontréis, incluso en vuestro lecho de muerte, estáis en el s a m s a r a. (...) Hasta que no arranquemos la ignorancia, estamos atrapados en el s a m s a r a.

Buda Shakyamuni reveló la verdad del sufrimiento [la Primera Noble Verdad] y después explicó la causa del sufrimiento [la Segunda Noble Verdad]  para que  podamos acabar con el sufrimiento [Tercera Noble Verdad]. Si no  imaginamos la cesación del sufrimiento  (cesación llamada NIRVANA) permaneceremos encadenados al sufrimiento en el s a m s a r a.
Si entendemos  que el sufrimiento no es eterno y que la libertad y felicidad imperecedera es alcanzable, una vez que es interrumpida  la causa del sufrimiento, aspiramos a la libertad. Esta aspiración a libertad nos inspirará para  conseguir el método para lograr esa libertad. Ese método es la Cuarta Noble Verdad. Las CUATRO NOBLES VERDADES  son el método psicológico  del Gurú Buda Shakyamuni para liberarnos del sufrimiento  y alcanzar la felicidad duradera. (pág. 36)

2) Los seis sufrimientos generales  se refieren a las dificultades que todos los seres vivos enfrentan  en el s a m s a r a. [p. 37] (02º)

Nada es definitivo

Nada ofrece satisfacción en el samsara

Un ejemplo de renuncia total al aferramiento a la vida para beneficio propio, lo dio Kirti Tsenshab Rimpoché, a quien el médico diagnosticó cáncer, pues dijo: "Estoy muy feliz por tener cáncer porque me da la oportunidad de practicar  b o d h i c i t t a , tomando sobre mí el sufrimiento y las causas del sufrimiento de todos los seres sentientes". (p.39)


Abandonamos el cuerpo una y otra vez

En el samsara nos movemos de lo superior a lo inferior

Solos nacemos y nos morimos.

Hasta que logremos la liberación, estamos obligados a renacer una y otra vez en el s a m s a r a.

Debemos renacer una y otra vez.  

Cuando morimos, morimos solos, dejando atrás el cuerpo. De modo que sólo la conciencia, la energía mental, viaja rumbo a la próxima vida. 

3) Transitoriedad 

4) La muerte
la muerte es definitiva
el momento de la muerte es definitivo
Sólo el  Dharma nos ayuda en el momento de la muerte
Qué ocurre después de la muerte?

5)Las tres categorías del sufrimiento del s a m s a r a

El sufrimiento del sufrimiento
El sufrimiento del cambio
El sufrimiento compuesto que todo lo invade


6) Los tres reinos del s a m s a r a

7) El sufrimiento de los seis tipos de renacimientos
Seres del infierno
Espíritus hambrientos
Animales

Humanos :  Ocho sufrimientos  creados por la ignorancia  y el karma:
a) sufrimiento del renacimiento
b) sufrimiento de la vejez y de la decadencia
c) sufrimiento de la enfermedad
d) sufrimiento de la muerte
e) el sufrimiento de la separación de objetos hermosos  y de los objetos hacia los que sentimos apego.
f) el sufrimiento de encontrarnos con objetos desagradables.
g) el sufrimiento de no obtener los objetos que deseamos
h) el sufrimiento de este cuerpo creado por el engaño y por el karma

Semidioses

Dioses del reino del deseo

Los seres de los reinos de la forma y sin forma


8) El precioso renacimiento humano: el vehículo de la liberación.

Las ocho libertades y los diez atributos

La rareza de un precioso renacimiento  humano

y 9) Anécdotas de la vida de Kyabje Lama Zopa Rimpoché

Infinita compasión hacia las cabras

Bendiciendo cucarachas

Grandes oraciones para un perro pequeño

Consejo para liberar animales







miércoles, 8 de marzo de 2023

cap. V Sin Buda no sería Cristiano. PFK / miércoles, 8 marzo23 (p 107 a 140) NIRVANA Y EL DIOS OTRO MISTERIOSO

 lenguaje infantil: cuando algunos cristianos afirman que Jesús, resucitó y subió a los cielos, interpretan esta afirmación literalmente y no se percatan que los primeros discípulos de Jesús emplearon un lenguaje simbólico y poético ... del mismo modo que hoy en el siglo XXI después de Xpisto, cuando una abuela le dice a su nieto: "El abuelito está en el Cielo"... o "...se ha ido al Cielo"... para no decir burdamente "El abuelo ha muerto", y es casi seguro que esta frase es falsa y la otra frase encierra más verdad, pues lo que, sin fe llamamos "muerte", con fe es transcendencia a otra forma de ser.

Karl Rahner decía que que muchos cristianos veían a Jesucristo como Dios con traje de hombre...

...el cardenal Ratzinger dijo que las demás religiones son "gravemente deficientes"...


sobre la muerte de Jesús,  muchos interpretaron  el sacrificio de la sangre derramada  como una "Teoría de satisfacción", de acuerdo con las costumbres judías de la época... 

IDA: BUDA, EL ILUMINADO Y EL ILUMINADOR

Siddharta  (...) emprendió "el camino medio" y sintió que un descubrimiento era inminente.  Se sentó solo bajo el árbol de Bodhi (sabiduría). ////[...] Finalmente abrumado por la dicha de su despertar, Buda continuó sentado bajo el árbol  de Bodhi, según cuentan, durante cuarenta y nueve días..  [...]  Buda fue tentado por "Mara", el diabólico Señor de la Muerte, quien trató de persuadirle  de que nadie entendería la profundidad de su vivencia [...]. Buda rechazó a Mara y resolvió empezar su misión  de compartir las buenas noticias sobre  el Dharma, la verdad inspiradora de lo que había visto y en lo que se había convertido  bajo el árbol de Bodhi.

Buda tuvo un encuentro asombrosamente similar a lo que Jesús experimentó inmediatamente antes de comenzar su ministerio público. (p. 192)

Quién está más cerca del Buda real, los theravadines ó los mahayanitas? (...) ¿logramos la salvación por la gracia o por las buenas obras?   (...)  es como preguntar si una moneda se identifica por la cara o por la cruz. (p. 202)  (...)  Buda es un salvador potente porque es un buen maestro. (p. 203)

VUELTA: JESÚS

Divinidad y despertar 

¿podríamos entender que Hijo de Dios significa algo así como "el despierto"? [...] Rahner decía que Jesús  realizó el completo potencial de la naturaleza humana. // Los budistas dirían  que todos estamos (...) llamados a realizar nuestra naturaleza búdica, o en términos cristianos, nuestra naturaleza divina.

// Lo que Jesús fue es lo que estamos llamados a ser. (p. 207) y a sentir en mi (...) Y el budismo me ha ayudado a ver y a sentir  en mi propio yo  que la salvación cristiana, como el despertar budista,  es una cuestión de despertar a nuestra propia unidad con Dios o a la unicidad con el Espíritu.

Para los cristianos, ser iluminado o salvado está en "estar en Cristo" (según carta de San Pablo a los gálatas): "no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mi" (Gálatas 2, 20)

En los escritos atribuidos a Juan, Jesús aparece principalmente como "Verbo" de Dios, o como la misma Sabiduría de Dios, que enseña y encarna  la verdad de Dios de tal forma que , incluso, "os hará libres". (Juan, 8,32) (p. 214)

La resurrección

Tal como Pablo declara, nosotros somos ahora el cuerpo de Cristo (I Corintios 12, 27). (p. 225)


martes, 7 de marzo de 2023

capítulo II Sin BUDA no seria cristiano PFK// martes 7 marzo 2023 // El NIRVANA y el DIOS Otro Personal p 61 a105

el "Padre" es, para algunos cristianos, un hombre anciano con barba blanca... que está en el Cielo  (El autor P.F.K. escribe "un hombre blanco con barba"... )
Respecto al "problema del mal", PFK escribe que Dios "respeta y permite la libertad humana, y sus razones tendrá" (p. 70).

IDA: LA COMPASIÓN SIN UN DIOS DE COMPASIÓN.-
Las dos caras de la iluminación: sabiduría (PRAJNA) y compasión (KARUNA).

Lo que buscan los budistas no es el conocimiento, la adoración ó el amor de Dios. Es la iluminación. Quieren experimentar el nirvana. Cuando los budistas se prestan a la fútil tarea de hablar sobre la iluminación surgen dos palabras: sabiduría y compasión. (p. 75)
Es imposible tener sabiduría sin compasión. (...). Si la biología te lleva de forma natural a preocuparte o a amarte a tí mismo, la iluminación te llevará de forma natural  a preocuparte o a amar a los demás. El nirvana  no es sólo una experiencia personal, sino una realidad (llamada vacío ó Dharmakaya ó "inter-Ser") que se expresa a través de la compasión. Los budistas no se sienten llamados a una relación yo-tu con Dios, sino con todos los seres sensibles. Aquellos que han despertado sienten compasión por todos los demás seres porque han sentido, en la misma médula de su "inter-Ser", que son  "no-seres", que están interconectados y son parte de todos los seres. Uno no puede amarse a sí mismo si no ama a los demás. El mandato de Jesús de "amar al prójimo como a uno mismo", tal vez,  Buda lo expresaría así: "ámate a tí mismo como amas a los demás". (p. 77).
La misma clase de paz que un cristiano experimenta a través de la consciencia de ser amado por Dios, es sentida por los budistas en su consciencia de formar parte del "inter-Ser".(p. 78).

El "otro poder" es auto-poder

Todo Buda  tiene que ser un bodhisattva.. Gautama, cuando se convirtió en Buda llegó a ser un bodhisattva. Un Buda gana sabiduría; un bodhisattva añade compasión.  El bodhisattva no guarda el nirvana para sí, sino que lo comparte con los demás. Alcanzar la iluminación es tanto realizar la sabiduría como practicar la compasión. Ser un buda es ser un bodhisattva, y viceversa. (p. 79).

El mal: realmente no es lo que parece.

Como nada tiene una realidad duradera propia, los budistas no pueden definir nada como intrínsecamente "bueno" o "malo". Toda persona o acto es una confluencia de "causas y condiciones". Algunas de estas causas y condiciones pueden  producir sufrimiento; otras quizá no. (p. 84). El "mal" a nivel humano tiene su origen en la ignorancia.  Cuando alguien actúa por ignorancia y egoísmo, sus actos producen  más ignorancia y egoísmo, y eso significa más sufrimiento, tanto para ellos como para los demás. Se trata de la ley del karma. No estás atrapado  en tu karma malo, puedes producir karma bueno. El egoísmo siempre produce sufrimiento, la iluminación y la sabiduría  siempre pueden eliminar ese sufrimiento. Depende de nosotros. (p. 85).  "Nosotros", somos los individuos, pero también las naciones. 
Hasta ahora hemos tratado del "mal moral", pero también podemos hablar del sufrimiento provocado por  el "mal natural", como los terremotos, huracanes, etc. Tales acontecimientos simplemente suceden. Pero podemos lidiar con ellos. (p. 86).

VUELTA: DIOS COMO PRESENCIA PERSONAL

Tiene sentido evitar los antropomorfismos al referirnos al Misterio divino o a la Preocupación Fundamental, pero hay razones válidas para hablar del "Padre Celestial" o del "Espíritu Santo".
Toda conversación sobre Dios como un "tú" y como una "persona" es simbólica. Karl Rahner y Paul Tillich afirman que todo nuestro lenguaje sobre lo Divino es simbólico ó, analógico, en la terminología más técnica de Tomás de Aquino.  Pero el padre Enomiya-Lasalle nos dice que podemos recurrir a imágenes personales de Dios si tomamos nuestro símbolo personal de Dios seria y cautelosamente, y no literalmente. (p. 88).

No una persona, sino personal.

En mi idea del budismo, para mí, Dios  ya no es un Ser personal divino con el que tengo esencialmente la misma clase de relación interpersonal que tengo con otras personas. Para mí Dios es el Misterio del "inter-Ser" que me rodea y me anima; un Misterio que también está personalmente presente en mí. Las dos principales características de la iluminación --la sabiduría y la compasión-- son, para mí, dos experiencias fundamentales que me hacen saber que el  Espíritu es una potencia personal en mi vida; un sentido de fundamentación que produce paz en mi interior y un sentido de conexión que provoca el cariño hacia los demás. (p. 89)















domingo, 5 de marzo de 2023

"SIN BUDA NO PODRIA SER CRISTIANO" PFK / prefacio & Cap I //25 feb.23, domingo // 6 marzo 23, lunes /

 PREFACIO (p, 11 a 23): Paul  F. Knitter nace en 1939.  Fue sacerdote desde 1966 a 1975; y se casa en 1982 con una mujer católica, Cathy Cornell, que después adoptó la fe budista.. En el año 2006 Paul y su esposa Cathy tuvieron un año sabático en la casa de Nancy King en Nueva Zelanda, en Muriwai Beach, donde se empezó a escribir el libro "Sin Buda no podría ser cristiano...", de 389 páginas, que fue concluido en New York.

En los capítulos  1,2,3 reinterpreto las creencias cristianas sobre Dios;  en el capítulo 4, sobre la vida tras la muerte; en el capítulo 5, sobre Cristo; en el capítulo 6, sobre la plegaria y adoración; y en el capítulo 7, sobre la paz y la justicia  del Reino de Dios en la Tierra.

Capítulo I (p. 25 a  60):  NIRVANA Y EL DIOS OTRO TRANSCENDENTE

Algunos cristianos habla de Dios como tres desconcertantes imágenes: el Dios Otro transcendente, el Dios Otro personal y el Dios Otro desconocido.

¿Es Dios uno de uno de nuestros "seres queridos"? Dios es el totaliter alter, el totalmente Otro.  El IPSUM ESSE SUBSISTENS (legado de la filosofía griega)... pero el Dios de Abraham, de Moisés y de JESÚS, también es un Dios de Amor. El amor infinito de  Dios se expresa dentro de sí mismo, en las relaciones que forman la  Trinidad; pero  PAUL F. K. opina que un amor que no necesita ser expresado no tiene sentido.

...Dios produjo el mundo de la nada porque no había nada antes de la Creación y tampoco forjó el mundo de sí mismo... La transcendencia de Dios ha pasado a ser inmanente y a estar presente en la creación, porque los cristianos creen en un Dios que actúa y se encarna en la historia. (p. 31).

...mientras que la influencia  de Dios en el mundo es real, la influencia del mundo en  Dios  es rationis tantum  (una mera ficción de nuestra imaginación).(p.32).

...Si en la tradición y la experiencia cristiana hay un Dios dentro (...) de nosotros y del mundo, necesitamos ayuda para encontrarlo. (p.36)

IDA: NO DIOS, CONEXIONES

Buda no necesariamente niega la existencia de Dios (...).  Buda quería hablar de lo que había descubierto meditando bajo el árbol de Bodh (el árbol del despertar). (...).  Y el contenido u objetivo de ese despertar (...) se llamó nirvana. (p.37).

Del primer sermón  de Buda (a finales del año 500 a,C,), el de "las cuatro nobles verdades", los budistas intentan recordar y entender que: Hay DUKKHA (sufrimiento) en la vida de todo el mundo. La causa del dukkha es TANHA (deseo). Podemos detener el sufrimiento (dukkha) dejando de desear (tanha). 

Para dejar de desear (TANHA) hay que seguir el SENDERO OCTUPLE (vivir una vida moral evitando dañar a los demás y seguir una práctica espiritual basada en la meditación). 

ANNICA es impermanencia ó transitoriedad: todo  lo que existe está en constante movimiento. Ser es llegar a ser. Para los cristianos Dios es perfecto porque no cambia; para los budistas, si Dios es perfecto es porque  es la realidad más variable que podemos imaginar.  (p,39)

La otra cara de ANICCA es PRATITYASAMUTPADA, el "surgimiento interdependiente". Todo cambia porque todo está interrelacionado. Todo llega al ser y continúa en el ser a través de y con algo más.  Según BUDA nada tiene su propia existencia. El ser humano, el ser/identidad de cualquier cosa es ANATTA (que significa no-ser). No somos "ser", sino "llegar a ser", ers decir "llegar a ser con".

Ahora podemos entender por qué el egoísmo causa DUKKHA  (sufrimiento). Cuando tratamos de poseer algo, de apegarnos, cuando nos negamos a soltar las cosas, estamos actuando en contra de como funcionan las cosas. El egoísmo causa fricción, es  estúpido. (Es como dicen los cristianos: el pecado causa sufrimiento tanto para uno mismo como para los demás.).  Cuando nos apegamos a las cosas y a las personas, pensando que nos pertenecen, saltan chispas y las personas sufren. (p. 40) 

Los budistas quieren volverse iluminados hacia la realidad de las cuatro nobles verdades (la transitoriedad e interconexión de todo, la libertad y la paz que resultan del despertar a esta realidad de impermanencia). El despertar es lo "Absoluto" de los budistas.La iluminación es una experiencia personal.

Para llegar a la realidad de la iluminación, uno de los términos más comunes, después de NIRVANA, es SUNYATA.  La raiz SU significa  vacío / lleno, no sólo la vacuidad de un globo, sino también la potencialidad de una mujer embarazada. SUNYATA refleja el significado literal de NIRVANA: ser extinguido para insuflar la existencia de otro ser.

Lo que se hizo patente en la historia de Buda se conoce como DHARMAKAYA ("cuerpo de DHARMA). Dharma indica tanto la verdad infinita e incognoscible del mensaje de Buda como el poder transformador que esa verdad posee. (p.41).

Siguiendo el Óctuple Sendero los seres humanos pueden realizar y expresar nuestra verdadera naturaleza y podemos experimentarla cuando soltamos nuestro egoísmo e interactuamos , recibiendo y dando, con todos los demás en el tejido interconectado de la realidad. (p.42)

VUELTA: EL DIOS ESPÍRITU DE CONEXIÓN

Dijo el teólogo Karl Rahner: "El cristiano del futuro será místico ó no será" (p.46)

...las nociones budistas de la producción condicionada y del "inter-Ser" pueden abrir las puertas a una comprensión más profunda de lo que Tomás de Aquino vio cuando anunció que Dios participa en la Creación, o que nosotros participamos en ser de Dios?

... la proclamación del budismo de que nirvana es samsara nos puede ayudar a entender a Rahner sobre "lo existencial sobrenatural" (nuestra condición humana no es puramente natural porque desde el primer momento de la creación de la humanidad está infundida y animada por la gracia de la presencia de Dios). En otras palabras, ¡lo natural  es realmente sobrenatural! (p. 50)

...el Dios a quien profeso todos los domingos (...), de quien intento ser consciente en mi oración y en mi meditación (...) mantiene un mayor parecido con SUNYATA y el "inter Ser" que con la prevalente imagen cristiana de Dios como el Otro transcendente. (p. 50)

¿Es Dios el "inter-Ser"? (p. 51)

El autor de la primera carta de Juan anuncia que "Dios es amor" (I Juan 4,8). (...). LOs discípulos de Jesús acabaron viendo a Dios como tres "personas" relacionadas entre sí: "Padre, Hijo y Espíritu Santo"; o Progenitor, Criatura y Espíritu. (p. 53)

Dios no es ni un substantivo ni un adjetivo. ¡Dios es un verbo! (...)  Amar al prójimo, entonces, no es una cuestión de "hacer la voluntad de Dios" y sí de "vivir la vida de Dios". (p. 54)

EL ESPÍRITU DE CONEXIÓN

Curiosamente PNEUMA, ó el Espíritu de la Sabiduría, fue una de las primeras imágenes que la comunidad cristiana usó para hablar de la relación entre Jesús y Dios; aunque poco después se cambió por la de "Padre" e "Hijo".  (...) Volver al Espíritu tras haberme acercado a SUNYATA me permite entender y sentir  "de nuevo por primera vez" que el Espíritu se refiere más significativamente a una energía penetrante que a un ser en particular.; que el Espíritu anima a muchas cosas sin ser contenido por ninguna de ellas, (...). La relación entre el "espíritu" (o alma) y el cuerpo, enseña la teología cristiana, es de reciprocidad: sin el espíritu el cuerpo no puede vivir; sin el cuerpo el espíritu no puede actuar. Lo mismo es cierto respecto al Espíritu y la creación. (p. 56)

Con Dios como Espíritu de conexión, el Creador no puede ser "lo totalmente otro" respecto a la creación. (...). Aquí creo que me estoy acercando a lo que Tomás de Aquino intentaba expresar cuando describió la relación entre Dios y el mundo como una participación. (...). 

Anticipo las objeciones: esto suena  a panteísmo. Pero no es panteísmo. Es lo que llamamos "no dualidad": Dios y la creación no son dos, pero tampoco son uno! El panteísmo reduce a Dios y a la creación a un solo elemento. La no-dualidad (...) es como un buen matrimonio. (...) El Espíritu y el mundo no pierden su identidad distinta, pero tampoco pueden existir el uno sin el otro. (p. 58)

...Decir que el Espíritu no tiene por qué crear sería como decir  que no necesitamos respirar. Por naturaleza respiramos. Por su divina naturaleza, el Espíritu ama. --Dios con la humanidad, y la humanidad con Dios--, es cuando realmente son, en su máxima capacidad, lo más verdadero de si  mismas. (p. 60). 

La unidad entre lo que llamo Dios y yo mismo es una en la cual Dios actúa  genuinamente como Dios en la medida en que yo actúo de una manera verdaderamente humana. (p. 60)

[NOTA: "Gott mit Uns" es  un ejemplo de un lema de cómo, en la historia,  Dios y los Hombres pueden estar conectados y actuar armónicamente.







miércoles, 1 de marzo de 2023

HiOB // JOB

I.– Capítulo UNO: // 

Cuando Deborah regresó a casa, encontró a su esposo en la estufa. A regañadientes cogió el fuego, la olla, las cucharas de madera. Su mente sencilla estaba dirigida a las cosas sencillas y terrenales y no podía tolerar ningún milagro en los ojos. Sonrió ante la creencia de su esposa en el rabino. Su piedad sencilla no requería ningún poder mediador entre Dios y el hombre. «¡Menuchim se recuperará, pero llevará mucho tiempo!» Con estas palabras, Débora entró en la casa. «¡Tomará mucho tiempo!», repitió Mendel como un eco enojado. Deborah suspiró y volvió a colgar la cesta en el techo. Los tres niños mayores vinieron del juego. Atacaron la cesta, que les faltaba desde hacía unos días, y la hicieron balancear violentamente. Mendel Singer agarró a sus hijos, Jonah y Shemariah, con ambas manos. miriam la niña huyó a su madre. Mendel pellizcó las orejas de sus hijos. Ellos aullaron. Se desabrochó el cinturón y lo balanceó en el aire. Como si el cuero siguiera siendo parte de su cuerpo, como si fuera la extensión natural de su mano, Mendel Singer sentía cada bofetada que golpeaba en eldevolver el golpe a sus hijos. Un rugido espeluznante estalló en su cabeza. Los gritos de advertencia de su esposa cayeron en su propio ruido, desvaneciéndose insignificantemente en él. Era como verter vasos de agua en un mar agitado.

No sentía dónde estaba parado. Dio vueltas con el cinturón que se balanceaba y crujía, golpeando las paredes, la mesa, los bancos y no sabía si estaba más satisfecho con los golpes fallidos o los exitosos. Finalmente sonaron las tres del reloj de pared, la hora en que los estudiantes se reunían por la tarde. Con el estómago vacío -porque no había comido- y la emoción asfixiante todavía en su garganta, Mendel comenzó a recitar palabra por palabra, oración por oración de la Biblia. El brillante coro de voces infantiles repetía palabra por palabra, oración por oración, era como si la Biblia estuviera siendo tocada por muchas campanas. La parte superior del cuerpo de los estudiantes se balanceaba de un lado a otro como campanas, mientras que la canasta de Menuchim se balanceaba casi al mismo ritmo sobre sus cabezas. Hoy los hijos de Mendel participaron en las lecciones. La ira del padre se extendió, se enfrió, murió, porque estaban por delante de los demás cuando se trataba de cantar. Para probarlos, salió de la habitación. Continuó el coro de niños, encabezado por las voces de los hijos. Podía contar con ella.

Jonás el mayor era fuerte como un oso, Semarías el menor era astuto como un zorro. Jonah avanzaba a grandes zancadas, con la cabeza gacha, las manos colgando, las mejillas llenas de hambre, el cabello encrespado que caía salvajemente sobre el ala de su gorra. Suave y casi furtivamente, de perfil puntiagudo, siempre alerta, ojos brillantes, brazos delgados, manos enterradas en los bolsillos, su hermano Shemariah lo siguió. Nunca estalló una disputa entre ellos, estaban demasiado separados, sus reinos y posesiones estaban divididos, habían hecho una alianza. Con latas, cajas de fósforos, astillas, cuernos, ramas de sauce, Semarías hizo cosas maravillosas. Jonas podría haberlos derribado y destruido con su poderoso aliento. Pero admiraba la delicada habilidad de su hermano. su pequeño,

Unos días después de su regreso, Deborah pensó que era hora de desabrochar la cesta de Menuchim del techo. No sin solemnidad entregó los pequeños a los niños mayores. «Vas allévalo a dar un paseo!” dijo Deborah. “Cuando se canse, tú lo llevarás. ¡Dios no lo permita, no lo dejes caer! El hombre santo dijo que estará bien. No le hagáis daño.» A partir de entonces comenzó la plaga de los niños.

Arrastraron a Menuchim por la ciudad como una tragedia, lo dejaron, lo dejaron caer. Les resultaba difícil soportar el desprecio de sus compañeros que corrían tras ellos cuando sacaban a pasear a Menujim. El pequeño tuvo que ser sostenido entre dos. No puso un pie delante del otro como un humano. Agitó las piernas como dos neumáticos rotos, se detuvo, se dobló. Eventualmente, Jonás y Semarías lo abandonaron. Lo metieron en un rincón, en un saco. Allí jugaba con excrementos de perros, excrementos de caballos, guijarros. Él comió todo. Raspó la tiza de las paredes y se llenó la boca, luego tosió y se puso azul en la cara. Un pedazo de tierra, lo almacenó en la esquina. A veces empezaba a llorar. Los muchachos le enviaron a Miriam para que lo consolara. delicada, coqueta, con piernas delgadas saltando, un repugnancia fea y odiosa en su corazón, se acercó a su ridículo hermano. Había algo asesino en la ternura con que acariciaba su rostro ceniciento y arrugado. Miró a su alrededor con cautela, a derecha e izquierda, y luego pellizcó el muslo de su hermano. Aulló, los vecinos miraban por las ventanas. Ella torció su rostro en una mueca llorosa. Todos sintieron lástima por ella y la cuestionaron. Ella torció su rostro en una mueca llorosa. Todos sintieron lástima por ella y la cuestionaron. Ella torció su rostro en una mueca llorosa. Todos sintieron lástima por ella y la cuestionaron.

Un día de verano, estaba lloviendo, los niños sacaron a Menuchim de la casa y lo pusieron en la tina en la que se había estado acumulando agua de lluvia durante seis meses, los gusanos nadaban, los restos de fruta y las cortezas de pan mohosas. Lo sujetaron por las piernas torcidas y empujaron su cabeza gris y ancha dentro del agua una docena de veces. Luego lo sacaron, con el corazón palpitante, las mejillas sonrojadas, con la gozosa y horrible expectativa de sostener a un hombre muerto. Pero Menujim sobrevivió. Jadeó, escupió el agua, los gusanos, el pan mohoso, los restos de fruta y vivió. No le pasó nada. Silenciosos y asustados, los niños lo llevaron de regreso a la casa. Un gran temor al dedo meñique de Dios, que acababa de agitar muy suavemente, se apoderó de los dos niños y de la niña. No se hablaron en todo el día.forma, pero ningún sonido se formó en sus gargantas. Cesó la lluvia, salió el sol, los arroyos corrían alegres a lo largo de los bordes de las calles. Habría llegado el momento de soltar los barcos de papel y verlos nadar hacia el canal. Pero nada pasó. Los niños volvieron a entrar en la casa como perros. Esperaron toda la tarde la muerte de Menuchim. Menuchim no murió.

Menuchim no murió, vivió, un poderoso lisiado. A partir de entonces, la matriz de Débora quedó seca y sin fruto. Menuchim fue el último fruto fallido de su matriz, era como si su matriz se negara a producir más infelicidad. En fugaces segundos, abrazó a su esposo. Eran cortos como relámpagos, relámpagos secos en el lejano horizonte de verano. Las noches de Deborah eran largas, crueles y sin sueño. Una pared de vidrio frío la separaba de su esposo. Sus senos se marchitaron, su vientre se hinchó como una burla a su esterilidad, sus muslos se volvieron pesados ​​y de sus pies colgaba plomo.

Una mañana de verano se despertó antes que Mendel. Un gorrión cantando en el alféizar de la ventana la despertó. Su silbido seguía en su oído, recuerdos de sueños, cosas felices, como la voz de un rayo de sol. El amanecer cálido y temprano penetraba por los poros y grietas de las contraventanas de madera, y aunque los bordes de los muebles aún se desvanecían en las sombras de la noche, los ojos de Deborah ya estaban claros, sus pensamientos duros, su corazón frío. Miró al hombre dormido y vio los primeros cabellos blancos en su barba negra. Se aclaró la garganta en sueños. Él roncaba. Rápidamente saltó frente al espejo ciego. Se pasó las yemas de los dedos frías y brillantes por la parte cada vez más delgada de su cabeza, tirando mechón tras mechón por su frente, en busca de cabello blanco. Ella pensó que había encontrado uno lo agarró con un par de alicates duros y lo arrancó. Luego se abrió la camisa frente al espejo. Vio sus senos caídos, los levantó, los dejó caer, se pasó la mano por su cuerpo hueco pero hinchado, vio las venas azules que se ramificaban en sus muslos y decidió volver a la cama. Se dio la vuelta y sus ojos se posaron en el ojo abierto de su marido. «¿Qué estás mirando?» ella llamó. Él no respondió. Era como si el ojo abierto no le perteneciera, porque él mismo seguía dormido. Se había abierto independientemente de él. vio las venas azules que se ramificaban en sus muslos y decidió volver a la cama. Se dio la vuelta y sus ojos se posaron en el ojo abierto de su marido. «¿Qué estás mirando?» ella llamó. Él no respondió. Era como si el ojo abierto no le perteneciera, porque él mismo seguía dormido. Se había abierto independientemente de él. vio las venas azules que se ramificaban en sus muslos y decidió volver a la cama. Se dio la vuelta y sus ojos se posaron en el ojo abierto de su marido. «¿Qué estás mirando?» ella llamó. Él no respondió. Era como si el ojo abierto no le perteneciera, porque él mismo seguía dormido. Se había abierto independientemente de él.Se había vuelto curioso por sí mismo. El blanco de los ojos parecía más blanco de lo habitual. La pupila era diminuta. El ojo le recordó a Deborah un lago helado con un punto negro dentro. Difícilmente podría haber sido un minuto abierto, pero Deborah mantuvo ese minuto durante una década. Los ojos de Mendel se cerraron de nuevo. Siguió respirando con calma, estaba dormido, sin duda. Un trino distante de millones de alondras se elevó afuera, sobre la casa, bajo los cielos. El calor temprano del joven día ya estaba penetrando en la habitación a oscuras. Pronto el reloj tenía que dar las seis, la hora en que Mendel Singer solía levantarse. Débora no se movió. Se quedó donde había estado, volviéndose hacia la cama, el espejo a su espalda. Nunca había soportado escuchar así, sin propósito, sin necesidad, sin curiosidad, sin ganas. Ella no esperó nada. Pero le parecía que tenía que esperar algo especial. Todos sus sentidos estaban despiertos como nunca antes, y unos pocos sentidos nuevos y desconocidos se habían despertado para apoyar a los antiguos. Ella vio, oyó, sintió mil veces. Y no pasó nada. Solo amaneció una mañana de verano, solo las alondras cantaban en la distancia inalcanzable, solo los rayos del sol se abrían paso a través de las rendijas de las contraventanas con ardiente violencia, y las amplias sombras en los bordes de los muebles se hacían cada vez más estrechas, y el El reloj marcó y retrocedió seis campanadas, y el hombre respiró. Los niños yacían en silencio en el rincón junto a la chimenea, Deborah visible pero lejos, como en otra habitación. No pasó nada. Sin embargo, infinitas cosas parecían querer suceder. El reloj sonó como una salvación. Mendel Singer despertó simplemente se sentó en la cama y miró a su esposa con asombro. «¿Por qué no estás en la cama?», preguntó, frotándose los ojos. Tosió y escupió. Nada en sus palabras o en su comportamiento traicionó que su ojo izquierdo había estado abierto y mirando de forma independiente. Tal vez ya no sabía nada, tal vez Deborah estaba equivocada.

Desde ese día cesó la lujuria entre Mendel Singer y su esposa. Se fueron a dormir como dos personas del mismo sexo, durmieron toda la noche y se despertaron por la mañana. Se avergonzaban el uno del otro y guardaban silencio como en los primeros días de su matrimonio. La vergüenza estaba al principio de su lujuria, y también estaba al final de su lujuria.

Entonces ella también fue vencida. Hablaron de nuevo, sus ojos se abrieronya no excluyentes, al mismo ritmo sus rostros y sus cuerpos envejecían como rostros y cuerpos de mellizos. El verano fue lento y jadeante y pobre en lluvia. La puerta y la ventana estaban abiertas. Los niños rara vez estaban en casa. Afuera crecían rápidamente, fertilizados por el sol.

Incluso Menuchim creció. Sus piernas permanecieron curvas, pero sin duda se estaban alargando. Su parte superior del cuerpo también se estiró. De repente, una mañana, dejó escapar un grito estridente que nunca había escuchado. Luego permaneció en silencio. Un poco más tarde dijo, clara y distintamente, «Mamá».

Deborah se arrojó sobre él, y de sus ojos, que habían estado secos durante mucho tiempo, brotaron lágrimas, calientes, fuertes, grandes, saladas, dolorosas y dulces. “¡Díselo a mamá!” “Mamá”, repetía el pequeño. Una docena de veces repitió la palabra. Deborah lo repitió cien veces. Sus súplicas no fueron en vano. Menuchim habló. Y esa sola palabra de la monstruosidad fue elevada como la revelación, poderosa como el trueno, cálida como el amor, misericordiosa como el cielo, ancha como la tierra, fértil como el campo, dulce como la fruta dulce. Era más que la salud de los niños sanos. Significaba que Menujim crecería fuerte y grande, sabio y bondadoso, como habían dicho las palabras de bendición.

Es cierto que ningún otro sonido comprensible salió de la garganta de Menuchim. Durante mucho tiempo aquella sola palabra, que había logrado pronunciar después de tan terrible silencio, significaba comer y beber, dormir y amar, placer y dolor, cielo y tierra. Aunque decía sólo esa palabra en cada ocasión, se le apareció a su madre, Deborah, tan elocuente como un predicador y rico en expresión como un poeta. Ella entendió cada palabra escondida en el uno. Descuidó a los niños mayores. Ella se alejó de ellos. Ella tenía un solo hijo, el único hijo: Menuchim.

$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$

https://www.projekt-gutenberg.org/roth/hiob/chap016.html

https://www.projekt-gutenberg.org/roth/hiob/chap001.html

joseph roth
trabajo

Primera parte

I.——- CAPÍTULO UNO

Hace muchos años, un hombre llamado Mendel Singer vivía en Zuchnow. Era piadoso, piadoso y ordinario, un judío común y corriente. Ejercía el simple oficio de maestro. En su hogar, que constaba únicamente de una espaciosa cocina, enseñaba a los niños acerca de la Biblia. Enseñó con celo sincero y sin éxito espectacular. Cientos de miles antes que él habían vivido y enseñado como él.

Su rostro pálido era tan insignificante como su carácter. Una espesa barba de un negro común lo enmarcaba por completo. La barba cubría su boca. Los ojos eran grandes, negros, perezosos y medio ocultos por pesados ​​párpados. Llevaba en la cabeza un gorro de seda de reps negra, un material con el que a veces se fabrican corbatas baratas y pasadas de moda. El cuerpo estaba envuelto en un caftán judío de media longitud, cuyo regazo aleteaba cuando Mendel Singer corría por la calle, y golpeaba con un aleteo fuerte y regular en las cañas de las altas botas de cuero.

Singer parecía tener poco tiempo y nada más que objetivos urgentes. Ciertamente, su vida siempre fue difícil y, a veces, incluso una molestia. Tuvo que vestir y alimentar a una esposa y tres hijos. (Ella concibió con un cuarto.) Dios había otorgado fecundidad a sus lomos, ecuanimidad a su corazón y pobreza a sus manos. No tenían oro para pesar ni billetes para contar. Sin embargo, su vida discurría a paso firme, como un pobre riachuelo entre escasas orillas. Cada mañana Mendel agradecía a Dios por dormir, por despertar y por el día que amanecía. Cuando el sol se puso, oró de nuevo. Cuando brillaron las primeras estrellas, oró por tercera vez. Y antes de irse a dormir susurró una oración apresurada con labios cansados ​​pero ansiosos. Su sueño fue sin sueños. Su conciencia estaba tranquila. Su alma era casta. No tenía nada que lamentar ni nada que desear. Amaba a su esposa y se deleitaba en su carne. Con un hambre saludable, comía rápidamente. Sus dos hijos pequeños, Jonas ySemarías, golpeó por desobediencia. Pero a la menor, la hija Miriam, la acariciaba con frecuencia. Ella tenía su cabello negro y sus ojos negros, perezosos y gentiles. Sus miembros eran delicados, sus articulaciones frágiles. Una gacela joven.

Enseñó a doce estudiantes de seis años cómo leer y memorizar la Biblia. Cada uno de los doce le traía veinte kopeks todos los viernes. Eran los únicos ingresos de Mendel Singer. Tenía sólo treinta años. Pero sus posibilidades de ganar más eran escasas, quizás inexistentes. A medida que los estudiantes crecían, acudían a otros maestros más sabios. La vida se encarecía cada año. Las cosechas se hicieron cada vez más pobres. Las zanahorias menguaron, los huevos se ahuecaron, las papas se congelaron, las sopas acuosas, la carpa delgada y los lucios cortos, los patos magros, los gansos duros y las gallinas nada.

Así sonaron las quejas de Deborah, la esposa de Mendel Singer. Era una mujer, a veces el diablo la montaba. Entrecerraba los ojos ante la propiedad de los ricos y envidiaba las ganancias de los comerciantes. A sus ojos, Mendel Singer era demasiado insignificante. Ella lo culpó por los niños, el embarazo, los altos precios, los bajos salarios y, a menudo, incluso el mal tiempo. El viernes fregó el suelo hasta que se puso amarillo como el azafrán. Sus anchos hombros se sacudieron hacia arriba y hacia abajo a un ritmo regular, sus manos fuertes frotaron cada tabla de un lado a otro, y sus uñas se clavaron en las vigas y las cavidades entre las tablas y rasparon la suciedad negra, que las olas torrenciales del balde destruyeron por completo. . Se deslizó a través de la habitación desnuda, lavada de azul, como una cadena montañosa ancha, poderosa y en movimiento. Fuera de la puerta, los muebles aireados, la cama de madera marrón, los colchones de paja, una mesa cepillada, dos bancos largos y angostos, tablones horizontales clavados a dos verticales. Apenas sopló el primer amanecer en la ventana, Deborah encendió las velas, en candelabros de alpaca, se llevó las manos a la cara y rezó. Su esposo llegó a casa vestido de un negro sedoso, el piso brillaba hacia él, amarillo como el sol fundido, su rostro brillaba más blanco que de costumbre, su barba también se oscurecía más que los días de semana. Se sentó y cantó una cancioncita, luego los padres y los niños sorbieron la sopa caliente, sonrieron a los platos y no dijeron una palabra. El calor se elevó en la habitación. Ella salió como un enjambre de las ollas, los tazones, dos bancos largos y estrechos, tablones horizontales clavados a dos verticales. Apenas sopló el primer amanecer en la ventana, Deborah encendió las velas, en candelabros de alpaca, se llevó las manos a la cara y rezó. Su esposo llegó a casa vestido de un negro sedoso, el piso brillaba hacia él, amarillo como el sol fundido, su rostro brillaba más blanco que de costumbre, su barba también se oscurecía más que los días de semana. Se sentó y cantó una cancioncita, luego los padres y los niños sorbieron la sopa caliente, sonrieron a los platos y no dijeron una palabra. El calor se elevó en la habitación. Ella salió como un enjambre de las ollas, los tazones, dos bancos largos y estrechos, tablones horizontales clavados a dos verticales. Apenas sopló el primer amanecer en la ventana, Deborah encendió las velas, en candelabros de alpaca, se llevó las manos a la cara y rezó. Su esposo llegó a casa vestido de un negro sedoso, el piso brillaba hacia él, amarillo como el sol fundido, su rostro brillaba más blanco que de costumbre, su barba también se oscurecía más que los días de semana. Se sentó y cantó una cancioncita, luego los padres y los niños sorbieron la sopa caliente, sonrieron a los platos y no dijeron una palabra. El calor se elevó en la habitación. Ella salió como un enjambre de las ollas, los tazones, se llevó las manos a la cara y oró. Su esposo llegó a casa vestido de un negro sedoso, el piso brillaba hacia él, amarillo como el sol fundido, su rostro brillaba más blanco que de costumbre, su barba también se oscurecía más que los días de semana. Se sentó y cantó una cancioncita, luego los padres y los niños sorbieron la sopa caliente, sonrieron a los platos y no dijeron una palabra. El calor se elevó en la habitación. Ella salió como un enjambre de las ollas, los tazones, se llevó las manos a la cara y oró. Su esposo llegó a casa vestido de un negro sedoso, el piso brillaba hacia él, amarillo como el sol fundido, su rostro brillaba más blanco que de costumbre, su barba también se oscurecía más que los días de semana. Se sentó y cantó una cancioncita, luego los padres y los niños sorbieron la sopa caliente, sonrieron a los platos y no dijeron una palabra. El calor se elevó en la habitación. Ella salió como un enjambre de las ollas, los tazones, sonrió a los platos y no dijo una palabra. El calor se elevó en la habitación. Ella salió como un enjambre de las ollas, los tazones, sonrió a los platos y no dijo una palabra. El calor se elevó en la habitación. Ella salió como un enjambre de las ollas, los tazones,los cuerpos. Las velas baratas de los candelabros de alpaca no aguantaron, empezaron a doblarse. La estearina goteó sobre el mantel de cuadros azules y rojo ladrillo y se incrustó en un instante. La ventana se abrió, las velas se animaron y se quemaron pacíficamente hasta el final. Los niños se acostaron en los sacos de paja cerca de la estufa, los padres todavía estaban sentados y miraban con triste solemnidad las últimas llamas azules, que salían irregulares de las cavidades de los candelabros y volvían a hundirse suavemente ondeando, un elemento de agua hecho de fuego. La estearina estaba ardiendo sin llama, finas hebras de humo azul ascendían desde los restos carbonizados de la mecha hasta el techo. «¡Oh!», suspiró la mujer. «¡No suspires!», advirtió Mendel Singer. estaban en silencio. «¡Vamos a dormir, Deborah!», ordenó. Y comenzaron a murmurar una oración nocturna.

Al final de cada semana amanecía el sábado, con silencio, velas y cantos. Veinticuatro horas más tarde desapareció en la noche que encabezaba la procesión gris de los días de semana, una danza de trabajo. En un caluroso día de mediados de verano, alrededor de la cuarta hora de la tarde, Deborah dio a luz. Sus primeros gritos rompieron los cánticos de los doce niños que aprenden. Todos se fueron a casa. Comenzaron siete días de vacaciones. Mendel tuvo un nuevo hijo, un cuarto, un niño. Ocho días después fue circuncidado y llamado Menuquim.

Menuchim no tenía cuna. Flotaba en una canasta hecha de varillas de sauce trenzadas en el medio de la habitación, atada a un gancho en el techo con cuatro cuerdas como un candelabro. De vez en cuando, Mendel Singer golpeaba la cesta colgante con un dedo ligero, no descuidado, e inmediatamente comenzaba a mecerse. Este movimiento calmó al bebé a veces. Pero a veces nada ayudaba contra su deseo de lloriquear y gritar. Su voz se quebró por encima de las voces de los doce niños que aprenden, sonidos profanos y feos por encima de los versículos sagrados de la Biblia. Deborah se subió a un taburete y bajó al bebé. Blancos, hinchados y colosales, sus pechos sobresalían de su blusa abierta y atraían abrumadoramente las miradas de los chicos. Todos los presentes parecían estar amamantando a Deborah. Sus propios tres hijos mayores la rodeaban, celoso y lujurioso. Se hizo el silencio. Se podía oír al bebé lamer.

Los días se alargaron en semanas, las semanas se alargaron en meses, doce meses se convirtieron en un año. Menuchim siempre estaba bebiendoni la leche de su madre, una leche escasa y clara. Ella no podía dejarlo. En el decimotercer mes de su vida comenzó a hacer muecas y gemidos como un animal, a respirar con furiosa prisa ya jadear de una manera que nunca antes había visto. Su gran cráneo colgaba pesado como una calabaza de su delgado cuello. Su amplia frente se arrugó y arrugó como un pergamino arrugado. Sus piernas estaban dobladas y sin vida como dos arcos de madera. Sus bracitos flacos se retorcieron y se retorcieron. Ruidos ridículos tartamudearon de su boca. Si tenía un ataque, lo sacaban de la cuna y lo sacudían bien hasta que su cara se ponía azul y casi no podía respirar. Luego se recuperó lentamente. Se colocó té preparado (en varios sobres) sobre su delgado pecho y se envolvió una pata de caballo alrededor de su delgado cuello. ‘¡No importa,’ dijo su padre, ‘viene de crecer!’ ‘Los hijos se parecen a los hermanos de su madre. ¡Mi hermano lo tuvo durante cinco años!’, dijo su madre. «¡Uno se supera a sí mismo!», dijeron los demás. Hasta que un día estalló la viruela en la ciudad, las autoridades prescribieron vacunas y los médicos irrumpieron en las casas de los judíos. Algunos se escondieron. Pero Mendel Singer, el justo, no huyó del castigo de Dios. También esperaba con confianza la vacunación. Fue en una mañana calurosa y soleada que la comisión llegó al callejón de Mendel. La última de la hilera de casas judías era la casa de Mendel. Con un policía que llevaba un gran libro en los brazos, el doctor Soltysiuk se alejó moviendo la cabeza, bigote rubio sobre un rostro moreno, un par de quevedos con montura dorada sobre su nariz enrojecida, con zancadas amplias, en mallas de cuero amarillo chirriante y la falda, debido al calor, casualmente colgada sobre la rubashka azul para que las mangas se vean como un par de brazos que también estaban listos para administrar vacunas: así el doctor Soltysiuk entró en el camino de los judíos. Los lamentos de las mujeres y los aullidos de los niños, que no habían podido esconderse, resonaron hacia él. El policía sacaba a mujeres y niños de sótanos profundos y desvanes altos, de habitaciones pequeñas y grandes cestos de paja. El sol ardía, el médico sudaba. Tenía no menos de 176 judíos para vacunar. En silencio agradeció a Dios por cada fugitivo e inalcanzable. Cuando era el cuarto de los pequeños Cuando llegó a la casa pintada de azul, le indicó al policía que dejara de mirar. Siempre más fuertelos gritos se hicieron más fuertes cuanto más caminaba el Doctor. Sopló frente a sus pasos. Los aullidos de los que aún tenían miedo se combinaban con los juramentos de los que ya habían sido vacunados. Cansado y completamente confundido, se sentó en el banco de la habitación de Mendel con un fuerte gemido y pidió un vaso de agua. Sus ojos se posaron en el pequeño Menuchim, levantó al lisiado y le dijo: “Va a ser epiléptico.” Infundió miedo en el corazón de su padre. «Todos los niños tienen Fraisen», objetó la madre. «No es eso», dijo el médico. ‘Pero podría ser capaz de curarlo. Hay vida en sus ojos”.

Inmediatamente quiso llevar al pequeño al hospital. Deborah ya estaba lista. «Lo curarán gratis», dijo. Pero Mendel respondió: ‘¡Cállate, Deborah! Ningún médico puede hacerlo saludable a menos que Dios lo quiera. ¿Debería crecer entre niños rusos? ¿No escuchas ninguna palabra sagrada? ¿Comer leche y carne y pollo frito en mantequilla como en el hospital? Somos pobres, pero no venderé el alma de Menuchim solo porque su curación puede ser en vano. Uno no se cura en el hospital de otra persona”. Como un héroe, Mendel extendió su brazo delgado y blanco para que lo vacunaran. Pero no entregó a Menuchim. Decidió buscar la ayuda de Dios para su hijo menor y ayunar dos veces por semana, lunes y jueves. Débora se decidió peregrinar al cementerio e invocar los huesos de los antepasados ​​por su intercesión ante el Todopoderoso. Entonces Menuchim se recuperaría y no sería epiléptico.

Sin embargo, desde la hora de la vacunación, el miedo se cernía sobre la casa de los Mendel Singer como un monstruo, y el dolor barría los corazones como un viento constante, cálido y punzante. A Débora se le permitió suspirar y su esposo no la reprendió. Durante más tiempo de lo habitual, hundió el rostro entre las manos cuando rezaba, como si estuviera creando sus propias noches para enterrar el miedo en ellas, y sus propias tinieblas para encontrar gracia en ellas al mismo tiempo. Porque ella creía, como estaba escrito, que la luz de Dios brilla en el crepúsculo, y su bondad ilumina la oscuridad. Pero las convulsiones de Menuchim no se detuvieron. Los niños mayores crecían y crecían, su salud clamaba como un enemigo de Menuchim el enfermo, enojado en los oídos de la madre. Era como si los niños sanos sacaran fuerzas de los enfermos, y Deborah odiaba sus llantos, sus mejillas rojas, sus miembros rectos. Ella hizo una peregrinación al cementerio.a través de la lluvia y el sol. Se golpeó la cabeza contra las areniscas cubiertas de musgo que crecieron de los huesos de sus padres y madres. Evocó a los muertos, cuyas mudas y reconfortantes respuestas creyó oír. De camino a casa, temblaba con la esperanza de encontrar a su hijo sano. Se olvidó de trabajar en la estufa, la sopa se desbordó, las ollas de barro se rompieron, las cazuelas se oxidaron, los vasos verdosos y brillantes se hicieron añicos con un fuerte golpe, el cilindro de la lámpara de queroseno se tiñó de hollín, la mecha se quemó miserablemente en un supositorio, la suciedad de muchos soles y muchas semanas cubrieron las tablas del piso, la manteca se derritió en la olla, los botones de las camisas de los niños se secaron como hojas antes del invierno.

Un día, una semana antes de las grandes vacaciones (el verano se había convertido en lluvia y la lluvia estaba a punto de convertirse en nieve), Deborah empacó la canasta con su hijo, lo cubrió con mantas de lana, lo subió al carro de Sameshkin y partió. a Kluczýsk, donde vivía el rabino. La tabla del asiento yacía suelta sobre la paja y resbalaba con cada movimiento del coche. Deborah lo sujetó con sólo el peso de su cuerpo, estaba vivo, quería saltar. El camino angosto y sinuoso estaba cubierto del barro gris plateado, en el que se hundían las botas altas de los transeúntes y las medias ruedas del carro. La lluvia velaba los campos, atomizaba el humo sobre las chozas aisladas, con infinita y fina paciencia trituraba todo lo sólido que encontraba, la piedra caliza, que crecían de la tierra negra como dientes blancos aquí y allá, los troncos aserrados en los bordes del camino, las tablas apiladas y fragantes frente a la entrada del aserradero, también el pañuelo de Deborah y las mantas de lana bajo las cuales yacía enterrado Menuchim . Ninguna gota debe mojarlo. Deborah calculó que le quedaban cuatro horas; si la lluvia no paraba, tenía que detenerse frente a la posada y secar las frazadas, beber un poco de té y comer los pretzels de semillas de amapola que había traído consigo, que también ya estaban empapados. Podría costar cinco kopeks, cinco kopeks que no deberían tomarse a la ligera. Dios entendió, dejó de llover. Un sol desvaído palideció sobre veloces volutas de nubes, apenas una hora; finalmente se hundió en un crepúsculo nuevo y más profundo. los troncos aserrados en los bordes del camino, los tablones olorosos apilados frente a la entrada del aserradero, también el pañuelo de Deborah y las mantas de lana bajo las cuales yacía enterrado Menuchim. Ninguna gota debe mojarlo. Deborah calculó que le quedaban cuatro horas; si la lluvia no paraba, tenía que detenerse frente a la posada y secar las frazadas, beber un poco de té y comer los pretzels de semillas de amapola que había traído consigo, que también ya estaban empapados. Podría costar cinco kopeks, cinco kopeks que no deberían tomarse a la ligera. Dios entendió, dejó de llover. Un sol desvaído palideció sobre veloces volutas de nubes, apenas una hora; finalmente se hundió en un crepúsculo nuevo y más profundo. los troncos aserrados en los bordes del camino, los tablones olorosos apilados frente a la entrada del aserradero, también el pañuelo de Deborah y las mantas de lana bajo las cuales yacía enterrado Menuchim. Ninguna gota debe mojarlo. Deborah calculó que le quedaban cuatro horas; si la lluvia no paraba, tenía que detenerse frente a la posada y secar las frazadas, beber un poco de té y comer los pretzels de semillas de amapola que había traído consigo, que también ya estaban empapados. Podría costar cinco kopeks, cinco kopeks que no deberían tomarse a la ligera. Dios entendió, dejó de llover. Un sol desvaído palideció sobre veloces volutas de nubes, apenas una hora; finalmente se hundió en un crepúsculo nuevo y más profundo. tablas fragantes frente a la entrada del aserradero, también el pañuelo en la cabeza de Deborah y las mantas de lana bajo las cuales yacía enterrado Menuchim. Ninguna gota debe mojarlo. Deborah calculó que le quedaban cuatro horas; si la lluvia no paraba, tenía que detenerse frente a la posada y secar las frazadas, beber un poco de té y comer los pretzels de semillas de amapola que había traído consigo, que también ya estaban empapados. Podría costar cinco kopeks, cinco kopeks que no deberían tomarse a la ligera. Dios entendió, dejó de llover. Un sol desvaído palideció sobre veloces volutas de nubes, apenas una hora; finalmente se hundió en un crepúsculo nuevo y más profundo. tablas fragantes frente a la entrada del aserradero, también el pañuelo en la cabeza de Deborah y las mantas de lana bajo las cuales yacía enterrado Menuchim. Ninguna gota debe mojarlo. Deborah calculó que le quedaban cuatro horas; si la lluvia no paraba, tenía que detenerse frente a la posada y secar las frazadas, beber un poco de té y comer los pretzels de semillas de amapola que había traído consigo, que también ya estaban empapados. Podría costar cinco kopeks, cinco kopeks que no deberían tomarse a la ligera. Dios entendió, dejó de llover. Un sol desvaído palideció sobre veloces volutas de nubes, apenas una hora; finalmente se hundió en un crepúsculo nuevo y más profundo. que todavía le quedaban cuatro horas para ir; si la lluvia no paraba, tenía que detenerse frente a la posada y secar las frazadas, beber un poco de té y comer los pretzels de semillas de amapola que había traído consigo, que también ya estaban empapados. Podría costar cinco kopeks, cinco kopeks que no deberían tomarse a la ligera. Dios entendió, dejó de llover. Un sol desvaído palideció sobre veloces volutas de nubes, apenas una hora; finalmente se hundió en un crepúsculo nuevo y más profundo. que todavía le quedaban cuatro horas para ir; si la lluvia no paraba, tenía que detenerse frente a la posada y secar las frazadas, beber un poco de té y comer los pretzels de semillas de amapola que había traído consigo, que también ya estaban empapados. Podría costar cinco kopeks, cinco kopeks que no deberían tomarse a la ligera. Dios entendió, dejó de llover. Un sol desvaído palideció sobre veloces volutas de nubes, apenas una hora; finalmente se hundió en un crepúsculo nuevo y más profundo. Un sol desvaído palideció sobre veloces volutas de nubes, apenas una hora; finalmente se hundió en un crepúsculo nuevo y más profundo. Un sol desvaído palideció sobre veloces volutas de nubes, apenas una hora; finalmente se hundió en un crepúsculo nuevo y más profundo.

La noche negra estaba acampada en Kluczýsk cuando llegó Deborah. Muchospersonas indefensas ya habían venido a ver al rabino. Kluczýsk consistía en unos pocos miles de casas bajas, con techo de paja y listones de madera, un mercado de un kilómetro de ancho que era como un lago seco, rodeado de edificios. Los vagones que estaban parados en él recordaban a uno naufragios atascados; además, se perdían, minúsculos y sin sentido, en la extensión circular. Los caballos enjaezados relinchaban junto a los carros, pisando el barro pegajoso con cascos cansados ​​y resonantes. Hombres individuales deambulaban por la noche redonda con farolillos amarillos que se balanceaban en busca de una manta olvidada y una vajilla tintineante con provisiones. A su alrededor, en las miles de casitas, se acomodaban los recién llegados. Dormían en literas junto a las camas de los nativos, los enfermos, los torcidos, los cojos, los locos,

Deborah vivía con los parientes de su esposo en Kluczýsk. Ella no estaba durmiendo. Se pasó toda la noche acurrucada en un rincón junto a la cesta de Menuchim, junto a la chimenea; La habitación estaba oscura, su corazón estaba oscuro. Ya no se atrevía a invocar a Dios, le parecía demasiado alto, demasiado grande, demasiado ancho, infinito detrás de cielos infinitos, habría tenido que subir una escalera de millones de oraciones para llegar a un rincón de Dios. Buscó patrones muertos, llamó a los padres, al abuelo de Menuchim, de quien se nombró al pequeño, luego a los patriarcas de los judíos, Abraham, Isaac y Jacob, los huesos de Moisés y finalmente a los patriarcas. Dondequiera que la intercesión fue posible, envió un suspiro. Llamó a cien tumbas, a cien puertas del paraíso. Temerosa de no poder comunicarse con el rabino mañana porque había demasiados peticionarios, primero rezó por la suerte de poder avanzar en el tiempo, como si la recuperación de su hijo fuera a ser entonces un juego de niños. Por fin, a través de las rendijas de los postigos negros, vio unos pálidos rayos matutinos. Ella se levantó rápidamente. Encendió las virutas de pino secas que estaban sobre elBuscó y encontró una olla, tomó el samovar de la mesa, arrojó las virutas encendidas, echó más carbón, agarró la olla por las dos asas, se inclinó y sopló en ella para que las chispas salieran y crujieran a su alrededor. rostro. Era como si estuviera actuando en algún rito misterioso. Ahora el agua estaba hirviendo, ahora el té estaba hecho, la familia se levantó, se sentó frente a los platos de barro marrón y bebió. Entonces Débora sacó a su hijo de la canasta. Él gimió. Lo besó rápido y muchas veces, con una ternura enloquecedora, sus labios húmedos lamiendo la carita canosa del pequeño, las manitas, los muslos torcidos, la barriga hinchada, era como si golpeara al niño con su boca maternal amorosa. Entonces ella lo envolvió ató una cuerda alrededor del paquete y colgó a su hijo alrededor de su cuello para que sus manos quedaran libres. Quería hacerse un lugar entre la multitud frente a la puerta del rabino.

Con un agudo aullido se arrojó a la multitud de personas que esperaban, con puños crueles apartó a los débiles, nadie pudo detenerla. Quien, golpeado por su mano y alejándose, miraba para rechazarla, estaba cegado por el dolor ardiente de su rostro, por su boca abierta y roja de la que parecía emanar un aliento abrasador, por el brillo cristalino de las grandes y rodantes lágrimas, de las mejillas encendidas con llamas rojas brillantes, de las gruesas venas azules en el cuello estirado donde los gritos se acumulaban antes de estallar. Deborah flotaba como una antorcha. Con un solo grito agudo, tras el cual se derrumbó la espantosa quietud de todo un mundo muerto, Deborah cayó frente a la puerta del rabino, a la que por fin había llegado, con el pestillo en la mano derecha extendida. Tamborileó contra la madera marrón con la mano izquierda. Menuchim se arrastró por el suelo frente a ella.

Alguien abrió la puerta. El rabino estaba de pie junto a la ventana, de espaldas a ella, una línea negra y estrecha. De repente se dio la vuelta. Ella permaneció en el umbral, ofreciendo a su hijo en ambos brazos como quien hace un sacrificio. Alcanzó a ver el rostro pálido del hombre, que parecía ser uno con su barba blanca. Se había decidido a mirar a los ojos de la santa para ver que en ellos vivía realmente una gran bondad. Pero ahora ella estaba aquí, un mar de lágrimas yacía ante sus ojos, y vio al hombre detrás de una ola blanca de agua y Sal. Levantó la mano, ella creyó reconocer dos dedos flacos, instrumentos de bendición. Pero muy cerca oyó la voz del rabino, aunque sólo susurraba:

Menuchim, el hijo de Mendel, estará bien. No habrá muchos como él en Israel. El dolor lo hará sabio, la fealdad amable, la amargura suave y la enfermedad fuerte. Sus ojos serán grandes y profundos, sus oídos brillantes y resonantes. Su boca callará, pero cuando abra sus labios anunciarán cosas buenas. ¡No tengas miedo y vete a casa!

«¿Cuándo, cuándo, cuándo mejorará?» susurró Deborah.

“Después de muchos años”, dijo el rabino, “pero no me hagas más preguntas, no tengo tiempo y no sé más. No dejes a tu hijo, aunque sea una gran carga para ti, no te lo entregues, sale de ti como un niño sano. ¡Y ve!» …

Le hicieron sitio afuera. Sus mejillas estaban pálidas, sus ojos secos, sus labios ligeramente entreabiertos como si respirara esperanza. Gracia en su corazón, ella regresó a casa.

&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&