domingo, 31 de julio de 2016

…visita nocturna de jabalíes…en Oviedo!

…visita nocturna de jabalíes…en Oviedo!

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Los jabalíes han vuelto a las calles de Oviedo. En la madrugada del viernes,  al sábado, dia 30 de julio, un nutrido grupo de cerdos salvajes -en la imagen- fue visto en la plaza de Gabino Díaz Merchán, lo que pone de relieve una vez más que abandonar por unas horas sus dominios del Monte Naranco y bajar a merodear por los barrios de Vallobín y La Florida forma parte de sus aficiones más arraigadas.
En esta última incursión urbana, la cifra de jabalíes ha sido incluso superior a lo habitual. Las autoridades competentes estiman que en la ladera sur del Naranco, zona protegida de caza, se acumula aproximadamente un centenar de ejemplares.
Los guardas de la Consejería de Desarrollo Rural iniciaron batidas (aguardos, en realidad) para evitar riesgos a la población, pero no parece que haya dado grandes resultados. El Ayuntamiento de Oviedo llegó a proponer una esterilización de las hembras, medida rechazada por el Principado.
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martes, 19 de julio de 2016

Carta (imaginaria) de Francisco Franco, 40 años después…

Carta (imaginaria) de F. Franco, 40 años después…

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Reproducido con motivo del aniversario del 18 de julio.- Españoles todos: Hace casi 41 años, al llegar para mí la hora de rendir cuentas ante el Altísimo, me despedí de vosotros como un padre lo haría de sus hijos en el momento supremo de esa partida inevitable. Con la sinceridad que impone la perspectiva de ese viaje sin retorno, quise expresaros entonces algunas cosas que un hombre de bien no podía dejar de mencionar en ese instante definitivo: mi amor por España y mi fe en su destino.
Yo sólo fuí un servidor de España y en el altar sagrado de la Patria entregué hasta el último aliento de mi vida. No quise más honor que el servirla ni más recompensa que el verla levantada de la ruina y la discordia en que la sumieron sus enemigos. Rendí mi vida al Altísimo con el sentimiento de haber vivido como católico y español, con el norte siempre puesto en el bien de España y la prosperidad de los españoles.
Dejé el mundo sin remordimientos y con la conciencia de haber obrado bien. La España que la Divina Providencia puso en mis manos en el año 1939, después de las iniquidades y las violencias que desataron sobre ella los que soñaron derribar su gloria y mancharla eternamente con la ignominia de su traición, no era en el momento de mi humana despedida de este mundo, más que un lejano recuerdo, desdibujado por las nieblas del tiempo y relegado por las urgencias de los nuevos afanes de un país que había, tras décadas de sacrificos y esfuerzos, recuperado su lugar en el concierto de las naciones de la tierra, con la cabeza alta y las manos limpias.
Los años de paz de mi gobierno, en un mundo desgarrado por innumerables guerras, no fueron un fórmula falsa de una propaganda de régimen, sino una verdad que trajo en su fértil surco el progreso y el orden que España necesitaba y merecía después de las miserías y los dolores de una confrontación fraticida que nos puso al borde de la esclavitud y la tiranía de las que otros pueblos europeos no pudieron librarse y que aún soportaban en el momento de mi partida (y lo harían todavía durante unos años más antes de sacudirse la opresión que las ahogaba).
Una vez derrotado el enemigo interior que quiso un día uncir nuestra insigne nación al yugo de espurios designios antinacionales, me dediqué a levantar a España de su postración y construir sobre la ruinas de una tierra arrasada por la guerra civil el edificio de la nueva España, redimida de los odios y las vindictas del pasado. Más que un soldado victorioso, quise ser un obrero de la paz, antes un restaurador civil que un conquistador.
Paz, orden y progreso, esos fueron los objetivos cardinales que me fijé y la Historia no podrá desmentir los logros que obtuve en esa misión impuesta. Ningún estadista puede ser tachado de fracasado si deja su país en mejor estado que aquél en que se encontraba cuando tomó las riendas que el destino puso en sus manos.
A mi muerte, España había recuperado el lugar que le correspondía a la jerarquía de su trayectoria nacional y estaba encaminada por la buena senda. Me fui con la convicción de que “todo quedaba atado y bien atado”, dejando como legado una España en pie y añadiendo unos consejos postreros para que la obra cumplida no fuera puesta otra vez en peligro por los enemigos de España y la civilización cristiana, siempre al acecho.
Habiendo sido la defensa de los supremos intereses de la patria y el pueblo español y la salvaguarda de la unión indivisible de las tierras de España la misión de mi vida, era obligado que también a estas primordiales cuestiones se refirieran mis últimas palabras, al pediros que, aparcando intereses personales, no cejáraís en la defensa de los primordiales objetivos que todo español cabal ha de hacer suyos: fortalecer la unidad de España y alcanzar la justicia social y la cultura para todos lo hombres de España.
Hoy desde mi descanso eterno, alejado ya de las cosas humanas, y en la paz celestial que es el premio que Dios nuestro Señor me ha otorgado en recompensa a mi entrega a la obra de sanar España de sus viejas heridas y levantar la cruz de la fe frente a los negadores de Cristo, no puedo sin embargo quedar indiferente al destino de España y la suerte de los españoles.
Con dolor creciente veo que la antiEspaña que una vez pusimos de rodillas en la gloriosa jornada de nuestra Cruzada Nacional vuelve a levantar cabeza y persigue con nuevos brios la tarea de destruir España y enfrentar a los españoles. En realidad, hace ya tiempo que esta deriva destructiva viene ocupando mis pensamientos, aumentando mi inquietud y turbando mi reposo.
Existía en el tiempo de mi vida terrenal un problema espiritual en el mundo de la más extraordinaria transcendencia, constituido por el ambiente revolucionario de las masas alejadas de la creencia en Dios y obnubiladas por quimeras antinaturales que la razón condena. La lucha que llevamos a cabo una vez contra esas fuerzas destructivas fue un fenómeno pasajero, mientras que el espíritu revolucionario de las masas alimentado por teorías tan falsas como dañinas constituye el problema fundamental de la época presente, de una hondura y de una permanencia muchísimo mayor que la de cualquier conflicto bélico.
Los españoles, pueblo tan noble y valeroso como díscolo e irreflexivo, siempre presto a entregarse a quimeras y fantasías por poco que estas revistan el adecuado ropaje de una mendaz promesa y se exprese con la seductora retórica de todo lo falso, necesita de dirigentes incorruptibles y clarividentes para evitar el camino que lo aleja de manera contínua, con frenazos y retrocesos, a través de los siglos, del destino que la Historia señaló para él desde los albores de nuestra raza inmortal. De la mano de la antipatria y con el único norte de sus intereses bastardos, España vuelve a alejarse del puesto que le corresponde conforme a su Historia y que ocupó en épocas pretéritas.
Huérfano de un ideal superior que conduzca sus pasos, carente de un guía inspirado y patriótico y asediado por el rencor invencible y el odio nunca satisfecho de los enemigos de España, el pueblo español vuelve a caer en el desorden y la discordia, presa de la demagogia y los manejos disolventes de los peores elementos resurgidos de las profundidades más tenebrosas de nuestro pasado, con la anarquía como único horizonte posible y la desunión como meta proclamada.
Al pasar revista a los logros que conseguimos para España y los españoles durante los años de mi gobierno, no podemos por menos que reconocer con dolor y consternación como han sido en gran parte malogrados y echados a perder. Ante nuestra mirada se expone el resultado de décadas de malos gobiernos y prolongados errores que han llevado a España a las puertas de la ruina y a su actual insignificancia ante las naciones del mundo.
En lo fundamental, tanto como en lo accesorio, mis sucesores no han sabido mejorar la herencia recibida con su pobre desempeño, por el contrario la han dilapidado con un entusiasmo que nunca tuvieron a la hora de trabajar por el engrandecimiento de España y el bienestar de su pueblo. Cayendo de nuevo en politiquerías mezquinas y revanchismos tardíos, los nuevos dirigentes, alejados de los caminos de la Fe y la Patria, se han dedicado a derribar con ahínco cuanto han tocado con la soberbia de sus almas pequeñas y la maldad de sus mentes corrompidas. En el mejor de los casos han gobernado pensando en la semana siguiente y el peor soñando con restaurar los oscuros días del ayer.
Dando la espalda a los principios tradicionales y patrióticos que son el nervio de nuestra historia, las masas españolas se han rendido a los fáciles halagos del extremismo izquierdista por un lado y por los relucientes espejismos del capitalismo ultraliberal por el otro, y sobre esa doble impostura ha renacido la España vieja y maleada que una vez desterramos.
Parece que España hubiera agotado sus reservas espirituales y materiales al entregar el mando de la nación a los incapaces y los traidores que la han dirigido hacia donde se encuentra en este momento.
Nunca creímos nosotros en el régimen democrático liberal que acarreó a España tantos daños en el pasado y ha reeditado después de mi desaparición tantos otros. Desoyendo la autorizada voz de la experiencia, los españoles se han dejado una vez más seducir por químeras impropias al buen gobierno y rendirse ante sistemas incompatibles con el honor de nuestro nombre y de la dignidad de nuestra historia.
Nunca antes de mi gobierno, y tampoco después (ahora lo vemos), España consiguió alcanzar tantos logros en todos los ámbitos de la vida nacional, ni vivir una era de paz, orden y progreso de tal magnitud. La obra calumniosa de nuestros enemigos ha consistido, desde el mismo momento de su anticipada derrota un glorioso 18 de julio (antes de la victoria formal el 1 de abril de 1939), en socavar los cimientos del edificio levantado con su incansable labor subversiva y mentirosa.
Sin embargo, el edificio construido un día no puede borrarse de la memoria de los hombres si esa construcción fue grande y buena, y aun tirada a tierra, puede reconocerse aunque sea a través del expresivo testimonio de sus muros caidos al suelo.
Las creaciones sociales del régimen fueron muchas:
– Creación del “Auxilio Social” que llenó España de Comedores gratuitos para los más necesitados.
– Creación de la Seguridad Social Universal.
– Creación de la Pensión por Jubilación, y también la de Viudedad
– Establecimiento de la edad obligatoria de Jubilación.
– Creación de Escuelas Públicas y Gratuitas, para la enseñanza obligatoria, con el fin de erradicar el analfabetismo.
– Fomento y creación de Universidades para enseñanza superior.
– Creación de Escuelas de Formación Profesional.
– Establecimiento de una edad mínima, para el comienzo de la vida laboral.
– Establecimiento del Sueldo Mínimo Interprofesional.
– Establecimiento de fecha tope para el Contrato de Pruebas.
– Garantía de compensación económica para casos de despido improcedente.
– Creación del Estatuto de los Trabajadores que garantizaban a estos, lo ya mencionado y mucho más.
– Creación de cientos de miles de Viviendas Sociales para las clases más desprotegidas y eliminación del chabolismo.
– Creación de una clase media sólida que evitó la inestabilidad política de los siglos anteriores. Después de la catastrófica gestión de los sucesivos ejecutivos socialistas y liberales no queda gran cosa de ello.
– Un aparato industrial estratégico, que poco a poco los gobiernos diversos han ido dejando en manos extranjeras.
– Creación de una nueva industria de servicios muy lucrativa, inicialmente de transición mientras se posibilitaba el desarrollo tecnológico y la entrada de capitales y divisas: el turismo. Después de cuatro décadas años de mi desaparición, España no ha superado esa etapa.
– Un desarrollo tecnológico de primer nivel para los parámetros de esa época. Hoy en España la investigación apenas existe y en esta materia somos totalmente dependientes del exterior.
– Un sistema educativo que sacó a España de la lista de países con mayores tasas de analfabetismo. Hoy los jóvenes españoles apenas saben interpretar un texto y la educación ha retrocedido a niveles casi africanos.
– Una legislación laboral que protegía a la misma clase media de los desmanes de los políticos y del neoliberalismo. Desde la instauración de la democracia esta legislación no ha hecho más que retroceder.
Creé un gobierno de licenciados, catedráticos e ingenieros que decidían lo mejor para el país: Solís Ruiz (con 3 carreras), Navarro Rubio (Catedrático de Derecho Administrativo), Lopez Rodó (Licenciado en Economía, Derecho y Comercio), etc. Hemos visto en los tiempos recientes cómo individuos sin formación alguna, ni capacidad demostrable o siquiera historial laboral ocupaban los más altos cargos del país.
Mi gobierno sacó a España del subdesarrollo y de una situación en muchos casos casi tercermundista. Hoy el Tercer Mundo ya está instalado en nuestro país, con su cortejo inacabable de lacras de todo tipo.
Todo eso lo logré a pesar de ser España un país devastado, sin recursos y sin las reservas económicas del banco de España que se llevaron los republicanos a Rusia.
Todo ello sin apenas cobrar impuestos. No existía el impuesto sobre la Renta ni el IVA, y sin embargo el Estado disponía de más presupuesto que ahora.
Se crearon medidas de protección a los obreros, la Seguridad Social, el sistema de salud nacional (INSALUD), etc. Hoy la Sanidad Pública está en práctica bancarrota, debido al derroche de décadas de mala administración.
No existía una delincuencia que supusiera una calamidad social ni pusiera en peligro el orden público. No había mafias y el crimen organizado los españoles lo veían en las pantallas de cine. Hoy el crimen organizado constituye un fenómeno de tal envergadura que pone en peligro la seguridad no ya de los simples ciudadanos sino la del Estado mismo. La criminalidad común en España es ya una de las mayores del mundo occidental.
En la España franquista nunca se toleró la implantación de costumbres bárbaras que humillan la conciencia humana. Hoy cosas tan peregrinas como las mutilaciones sexuales o crimenes de honor son realidades cotidianas que abochornan el sagrado suelo de esta vieja nación cristiana.
Las lacras como los abusos de menores, la pedofilia, el terrorismo, no eran fenómenos masivos. Durante mi régimen la organización terrorista ETA mató a un total de 48 personas. En lo que lleva España de democracia la cifra de víctimas del terrorismo se aproxima a unos 2000.
Antiguamente cada muerto era un duro golpe para España, ahora los españoles están acostumbrando a vivir entre delincuentes, inmigrantes ilegales, mafiosos y terroristas. La muerte campa a sus anchas y nadie que no se vea afectado directamente se siente concernido.
La gente podía darse al masculino hábito del tabaco si ser perseguidos como delincuentes ni mal mirados. Hoy son las drogas de todo tipo las que envenenan a la juventud española hasta dejarla postrada en el estado de impotencia actual.
Teníamos una ley contra vagos y maleantes. Ahora es la ley que da derechos a los vagos y maleantes y los mantiene en cárceles de lujos (con ordenador, TV, gimnasio, comida halal para los musulmanes, etc.). Los delincuentes se detenían y eran juzgados eficazmente. Ahora cobran el subsidio de paro al salir de la cárcel para que no pasen necesidades antes de su siguiente ingreso en prisión.
Aguantamos muchas críticas por la emigración española a Europa en los años 60 y 70. Mi gobierno se impuso como inexcusable deber el conseguir las mejores condiciones para aquella dolorosa expatriación que muchos beneficios trajo a España por el trabajo provechoso de tantos compatriotas en tierras extranjeras. Nuestros emigrantes fueron los mejores embajadores del noble y esforzado carácter español, que contribuyó de manera significativa al desarrollo y la prosperidad de los países anfitriones. A los españoles, las autoridades de los países de destino les obligaban a llevar la cartilla de sanidad, un certificado de antecedentes penales en blanco y un contrato de trabajo ya hecho en nuestro país. Ahora la inmigración llega a España en tropel, sin control, y se dedica en gran medida a delinquir, a parasitar y a hacer la vida difícil a los españoles.
Podría seguir con la enumeración de los logros que alcanzamos y la lista de los fracasos de los herederos de mi gestión. Pero no es necesario. Pero no puedo menos que recordaros como en casi cuatro décadas de gobierno, nunca el rencor ni el deseo de venganza ocupó siquiera un instante de mi pensamiento y mi actuar. Traté por todos los medios de curar las heridas profundas de la contienda fraticida y unir a todos los españoles de bien sin distinción en la reconciliación y la esperanza, de modo que nadie hubiera nunca de sufrir el estigma de culpas que nadie ha de heredar de sus padres. Durante 40 años y aun después, gracias a la sabia labor de mi gobierno, los españoles no tuvieron que reconocerse entre ellos como los descendientes de uno u otro bando. Hemos visto en los años recientes cómo los odiadores de España intentan de manera criminal y sectaria, abrir las antiguas heridas ya cerradas y alimentar nuevas discordias, desenterrando antiguos muertos y cavando nuevas trincheras para poner frente a frente, una vez más, a los españoles.
Os prometí un día que a mi muerte os devolvería una España nueva, resurgida de sus cenizas y en la que todos pudiésemos vivir con dignidad y justicia. Morí con la certeza de haber cumplido con aquella promesa y las obras que dejé a mis espaldas testimonian de cuanta verdad es aquella de que mi gobierno fue mucho más social y progresista que el régimen de pobreza moral, deterioro material y retroceso social, que actualmente usurpa el poder y le roba a los españoles el destino que corresponde a su valía y sus méritos reales.
A través de esta breve exposición de algunos de los muchos logros de mi régimen, su comparación con lo que ha surgido después no deja lugar a dudas acerca de la superioridad de nuestra acción de gobierno ante la degradación casí universal de todo cuanto conseguimos un día.
Pensé que mi muerte no supondría la pérdida de todo lo que habíamos conseguido juntos. Pero eso no ha sido así. Los gobiernos de la democracia sólo han permitido acabar con aquella paz y prosperidad tan arduamente edificada y han dejado que el desgobierno, la ineptitud, la delincuencia, la inmigración masiva, la corrupción, se enseñoreen del país y se extiendan como una plaga.
Quiero creer, sin embargo, que estos difíciles momentos serán sólo un triste y doloroso intermedio ante de retornar a la senda de la grandeza y la justicia, el preludio de un nuevo renacer para España, pues no nos es dado a los que ponemos toda nuestra confianza en el Altísimo desesperar de esta nación llena de gloria, pero caída en la mediocridad y la decadencia por haberse apartado de los caminos de la Fe y la Patria, entregando el tesoro de las riquezas morales y espirituales españolas a ineptos y conspiradores guiados por bajos sentimientos y oscuros designios.
Mis últimas palabras será para pediros que depongais toda actitud de resignación y renuncia, que no os entregéis al desánimo ni al derrotismo. Fuerzas ocultas todavía anidan en el corazón de los españoles decentes, energías durmientes que sólo esperan el día para salir al sol de un nuevo amanecer. Sois sin duda los más, a pesar de los esfuerzos de los que trabajan para envileceros y sumiros en la desperanza y en la noche de la esclavitud de un mundo sin Dios.
Quisimos una España fraternal, una España laboriosa y trabajadora. Una España sin cadenas, una nación sin marxismo ni comunismo destructores. Una España sin bandos políticos en constante guerra, sin preponderancias parlamentarias ni gobiernos autónomos irresponsables. Quisimos una España grande, fuerte y unida, con autoridad, con dirección y con orden. Debéis quererlo ahora vosotros también, será el primer paso a dar si no queréis eternizaros en la derrotay en la inferioridad.
Trabajad con honradez y tesón, alejados de todo egoismo sectario e intrigas estériles para hacer un país próspero y devolver a España su lugar en el mundo. Bajo el mando que la Divina Providencia puso en mis manos un día, fuimos grandes y fuertes, confiados en la justicia de nuestra causa y entregados a la tarea inexcusable de la recuparación nacional, fuente de tantos desvelos en la adversidad como de alegrías en la victoria. La Patria brilló entonces con un fulgor que le había sido negado durante mucho tiempo. Lo que fue un día posible por el sacrificio de tantos españoles en el frente de batalla como en el frente del trabajo, unas nuevas generaciones están llamadas a reeditarlo, repitiendo aquellas hazañas y reconquistando lo pérdido. A esta llamada que surge desde las entrañas de la Patria, los españoles de bien dirán “¡Presentes!”
¡Españoles! En vuestra manos está el salir de la mala senda de la desunión y la confrontación entre compatriotas. Os pido una vez más que os unaís a mí como en tantas ocasiones anteriores para gritar juntos nuestro amor a España.
¡Viva España! ¡Arriba España!
Texto escrito por B.D.
Ver video: El pueblo español da su último adiós a Franco.
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lunes, 4 de julio de 2016

La cuestión identitaria y el sistema / Manu Rodriguez

139) La cuestión identitaria y el sistema (III)

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lunes, 4 de julio de 2016

139) La cuestión identitaria y el sistema (III)

Manu Rodríguez. Desde Europa (04/07/16).

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*Comenzaré con unas palabras de Heidegger: “…Y el mundo espiritual de un pueblo no es la superestructura de una cultura, así como tampoco el arsenal de conocimientos y valores utilizables, sino que es el poder que más profundamente conserva las fuerzas de la tierra y de la sangre y que, en tanto tal poder, excita más íntimamente y conmueve más ampliamente su existencia.” (Heidegger, Autoafirmación de la Universidad alemana, 1933)
*Es penosa la situación de los indígenas americanos. Los ‘europeos’ han vuelto a desviarlos de su camino atrayéndolos, esta vez, hacia el marxismo. Primero el cristianismo, posteriormente, los ideales de la Rev. Francesa y de la Ilustración, y ahora el marxismo (el comunismo). No nos olvidemos del retorno del cristianismo con la ‘teología de la liberación’ de los años 60’ y 70’ del siglo pasado.
Cada una de estas ideologías los aparta de su condición étnica, de su identidad ancestral. Se trata de ideologías universalistas transétnicas, transculturales… Cada una de ellas les pide, les exige, la renuncia a su ser étnico y lingüístico-cultural.
En 2011 se publicó en Bolivia la obra de Slavoj Zizek, “¡Bienvenidos a tiempos interesantes!” La edición estuvo a cargo de la Vicepresidencia del Estado Plurinacional de Bolivia, que preside Álvaro García Linera, intelectual afín a los nuevos marxistas como E. Laclau, A. Negri, o S. Zizek. El texto no tiene desperdicios por lo que nos enseña acerca de las estrategias disolutivas, desintegradoras, de las ideologías judeo-mesiánicas (políticas, económicas, o religiosas); de sus discursos, de sus argumentos, de sus ‘razones’. Citaré algunos fragmentos.
Primero veamos algunas palabras del texto del propio S. Zizek. En la presentación: “…En nuestra historia, ‘tiempos interesantes’ son, de hecho, tiempos de ‘inestabilidad, guerra y lucha por el poder’ que dejan millones de víctimas inocentes sufriendo las consecuencias. … Una posición radical-emancipatoria auténtica no retrocede frente a semejantes situaciones de peligro: conscientes de los horrores que éstas suponen, se atreve a usarlas como oportunidades para el cambio social… Los seis ensayos de este libro trata de contribuir a ese espíritu radical-emancipatorio que alguna vez fue llamado comunismo…”   En página 19 del texto: …“Más que nunca la respuesta a cada crisis (del capital internacional) ha de ser más internacionalista y universalista que la universalidad del capital global. La idea de resistir al capital global en nombre de la defensa de identidades étnicas particulares es más suicida que nunca…”  En páginas 25-26: “…hoy, más que nunca, uno debería tener en mente que el comunismo comienza con el ‘uso público de la razón’… con la universalidad igualitaria del pensamiento. Cuando San Pablo dice que, desde el punto de vista cristiano, ‘no hay ni mujeres ni hombres, ni judíos ni griegos’, afirma con  ello que las raíces ‘étnicas’, la identidad nacional, etc., no son una categoría de verdad, o, para ponerlo en términos kantianos precisos, cuando reflexionamos sobre nuestras raíces étnicas practicamos un uso privado de la razón, un uso limitado por presuposiciones dogmáticas contingentes, i.e., actuamos como individuos ‘inmaduros’, no como seres humanos libres que habitan la universalidad de la razón…”
Adviértase la consideración de la reflexión sobre nuestras raíces étnicas como ‘presuposiciones dogmáticas contingentes’ –la  etnia como un aspecto contingente de nuestra existencia. Nada hay menos contingente en nuestra existencia que nuestra condición étnica, uno pertenece a la raza caucásica, o a la masai, o a la quechua, o a la aimara –y digo bien, se ‘pertenece’, ‘pertenecemos’; somos ‘pertenencia’. Nuestro sexo, nuestra raza, y nuestro entorno lingüístico-cultural son las determinaciones necesarias que marcan nuestro ser. La pertenencia a un sexo, a un grupo étnico, y a una cultura nos ‘marcan’ desde que nacemos. La reflexión limitada por ‘presuposiciones dogmaticas contingentes’ es la que se efectúa desde determinadas ideologías o creencias, sean éstas religiosas, políticas, o filosóficas. Estas ideologías o ‘weltanschaung’ son, en todo momento y en todo lugar, eventuales, circunstanciales, temporales… relativas, contingentes. Por lo demás, la conciencia étnica o identitaria no es una conciencia privada, sino colectiva, responde al colectivo étnico al que pertenecemos, es la voz del pueblo al que pertenecemos.
Los pueblos ancestrales no tienen ideología o visión del mundo, tienen cultura. Y la cultura de un pueblo en su religión (aquello que les religa y les hace uno). Y el ‘mundo espiritual’ de un pueblo… (recordemos las palabras iniciales de Heidegger).
Obsérvese igualmente la prédica de lo ‘igualitario’ en su sentido transétnico, transcultural… ‘universal’, en lo que vienen a coincidir cristianos, marxistas, y demócratas liberales. Con todo, se aspira a una universalidad aún más grande y poderosa (‘más internacionalista y universalista’) que la del ‘capital global’ –un ‘globo’ más grande, vale decir, más perfecto, más acabado, más eficaz… mejor. La ‘comunista’ es la ‘otra’ globalización.
Adviértase, finalmente, la apelación a las ‘autoridades’, ya teológicas, ya políticas, ya filosóficas. No encontramos más que sofismas en cada frase, en cada argumento, en cada razón… por todos lados.
El objetivo es acallar la voz del propio pueblo, apartar a los indígenas (de cualquier latitud) de su propio camino, de su ser ancestral.
Desde el punto de vista étnico (el del propio pueblo, el del propio interés) no podemos ver estas prédicas a nosotros dirigidas más que como una ofensa, aún más, como un ataque directo a nuestro ser biosimbólico con ánimo de destruirlo; de destruir nuestras ancestrales señas de identidad. Es el truco del ‘cuco’. Pretenden desalojar el ‘huevo’ propio para que incubemos ‘huevos’ ajenos.
La obra es una maldita carta pastoral; una obra de apostolado entre los ‘gentiles’. Una suerte de “carta a las comunidades indígenas americanas”. Es una muestra más de la aculturación y la enculturación que padecen constantemente los pueblos indígenas americanos. El paso que se les incita a dar, el que les conduce al olvido del ser propio… una vez más. (También nosotros, los pueblos europeos, o de origen europeo, padecemos este permanente acoso; también a nosotros, como gentiles, se nos desvía constantemente de nuestro camino).
Terminaré estas citas del texto de Zizek con su defensa de la violencia y el terror ‘revolucionario’, muy habitual en los nuevos marxistas o la nueva izquierda. En páginas 22-24: “…Cercanamente relacionada a esta desfechitización de la democracia (véase más abajo las citas del prólogo) está la desfechitización de su contraparte negativa, la violencia. Badiou propuso recientemente la fórmula de una ‘violencia defensiva’… …no se puede separar la violencia de la existencia misma del Estado (como aparato de dominación de clase): desde el punto de vista de los subordinados y oprimidos, la existencia misma del Estado es un hecho de violencia (en el mismo sentido en que, por ejemplo, Robespierre dijo, en su defensa del regicidio, que no se tiene que probar que el rey haya cometido ningún crimen específico, ya que la mera existencia del rey es un crimen, una ofensa para la libertad del pueblo). En este sentido, estricto, toda violencia del oprimido contra la clase dominante y su Estado es en última instancia ‘defensiva’… …Para los oprimidos, la violencia es siempre legítima (ya que su mismo estatus es el resultado de la violencia a la que están expuestos) pero nunca necesaria (es siempre una cuestión de consideraciones estratégicas el usar o no la violencia contra el enemigo). … En breve: el tema de la violencia debe ser desmitificado. El problema del comunismo del siglo XX no era que recurriera a la violencia per se (la toma violenta del  poder estatal, el terror para mantener el poder), sino un modo general de funcionamiento que hizo esta recurrencia  a la violencia inevitable y legítima (el Partido como instrumento de la necesidad histórica, etc.)…”
Zizek ha hecho específicas defensas del terror rojo en textos sobre Robespierre (el divino terror), Lenin (‘Repetir Lenin’…), y Trotky (prólogo a ‘Terrorismo y Comunismo’), si bien el tema es tratado elogiosamente aquí y allá en sus obras (y en la de otros post-marxistas). Véase la impunidad con la que los comunistas predican y defienden la práctica de la violencia y el terror en el ejercicio del poder. Yo reto a cualquiera que lea estas líneas a que encuentre tal apología de la violencia y del terror en los textos de Hitler, Goebbels, von Ribbentrop, o Rosemberg. Y sin embargo, son los textos de los nacionalsocialistas los prohibidos. ¿Por qué? Los textos de Marx y Engels, los de Lenin, los de Trotsky… los de Mao… circulan abiertamente, se reeditan sin ningún problema. Los teóricos y estadistas del régimen más criminal que han conocido los pueblos de la tierra.
Resulta instructivo que Zizek no cite a ninguno de los defensores anarquistas y anarco-sindicalistas de la violencia (Proudhon, Bakunin, Sorel…).
(Una primera elaboración de “¡Bienvenidos a tiempos interesantes!” apareció por primera vez como epílogo en la obra “Viviendo en el final de los tiempos” (2010). Las citas sobre la violencia y el terror pertenecen a uno de los parágrafos del epílogo que lleva por título “¿Por qué la verdad es violenta?”.  Parte de este mismo parágrafo se publicó en la revista Jacobin Magazine (estadounidensecon el título “The Jacobin Spirit. On violence and democracy.”)
En Zizek (y otros) tenemos ya al cristianismo, a la ‘ilustración’ y los ideales de la revolución francesa, y al marxismo, del mismo lado de las barricadas… Los múltiples rostros del universalismo judeo-mesiánico. El coro de voces tramposas, aquellas que conducen a la muerte y al olvido. Un tenebroso monstruo policéfalo, este ‘sistema’.
Estos autores, estos nuevos marxistas, están del mismo lado que los inquisidores, con su mezcla de piedad y de terror. ¿Qué no harían si pudieran; qué no volverían a hacer?
Ahora veamos algunas palabras del prólogo, firmado por Josefa Salmón: …“En preparación de su llegada (marzo 2011) se han formado grupos para discutir su obra, grupos apoyados y estimulados por la Vicepresidencia del Estado Plurinacional de Bolivia… estos grupos de lectura se han aproximado a las ideas de Zizek entrando en lo que éste llama el ‘uso público de la razón’. Este uso permite alejarse de nuestro ser particular, étnico, es decir, de lo que él llama el ‘uso privado de la razón’…”…  “¡Bienvenidos a tiempos interesantes! Nos reta a tomar una posición ‘radical-emancipatoria auténtica’… La crítica más fuerte de ¡Bienvenidos…! es sin duda al capitalismo… …el mayor peligro, según Zizek, que cita a A. Badiou, es la ‘ilusión democrática’, es decir, ‘la aceptación de los mecanismos democráticos como marco final y definitivo de todo cambio’, lo cual evita el cambio radical de las relaciones capitalistas. Por eso, en el último y bello capítulo de este libro, Zizek, a través de un cuento de Kafka, ‘Josefina la cantora, o el pueblo de los cantores’, propone lo que serían sus ‘Notas para una definición de la cultura comunista’ (título del sexto y último capítulo). Según Zizek (citando ahora a Frederic Jameson), se podría leer este cuento como la propuesta de Kafka de una utopía socio-política, de su ‘visión de una sociedad comunista radicalmente igualitaria’… …la lectura de esta última sección nos deja con la ilusión de la posibilidad de la existencia de tal sociedad comunista… donde exista más igualdad… Para lograr esta equidad hay que ser guiados por lo que Zizek llama el ‘frío pensamiento racional’.”
He aquí una conversa. He aquí el sacrificio del ser étnico y cultural en el nombre del dios ‘razón’ y del ‘comunismo’. De nuevo “abandónate a ti mismo, abandona aquello que te hace ser lo que eres… y sígueme.” Así se prosigue la colonización y la desposesión de los pueblos indígenas americanos (y de los pueblos del planeta).
Son ya incontables los pueblos víctimas de estos ominosos predicadores, la multitud de pueblos engañados, manipulados, desposeídos, sacrificados… extinguidos. La obra de los misioneros y propagandistas cristianos, musulmanes… demócratas, comunistas…
Hay palabras en Alan Woods (prólogo de ‘los escritos sobre el fascismo’, de Trotsky –2004) que tienen que ver con esto que digo: “Combatiremos a la reacción en todas sus formas, movilizando el poder del movimiento obrero para oponerse a los fascistas allá donde levanten la cabeza. Combatiremos el racismo y lucharemos para unir a la clase obrera, eliminando todas las distinciones raciales, lingüísticas, religiosas o nacionales.”
He aquí la razón de la sinrazón; la lógica de la necedad, de la locura, y de la muerte –el demencial ‘racionalismo’ implícito en demo-liberales y comunistas.
Es, no lo olvidemos, el futuro deseado por el ‘sistema’. Una sola masa humana, una sola lengua, una sola ideología. Acabar con las ‘diferencias’, con las ‘distinciones’ (aquello que nos distingue a unos de otros)… homologar (étnica y culturalmente). Ésta es la meta tanto del ‘capitalismo’, como del ‘comunismo’.
*Las palabras citadas de la obra de Zizek denotan bien a las claras la intención destructora de la conciencia étnica de los pueblos indígenas americanos y su conversión ideológica al marxismo (comunismo) –en esta ocasión. Las palabras de la prologuista nos muestran el éxito de estos apóstoles de la proletarización de los pueblos (de los ‘gentiles’; de los ‘otros’) en su predicación. No olvidemos  que P. Iglesias e I. Errejón (miembros de ‘Podemos’) anduvieron también por tierras bolivianas como consejeros de Evo Morales, y que la tesis doctoral de I. Errejón versa sobre ‘la lucha por la hegemonía en el primer gobierno de MAS’ (Movimiento al socialismo, de Evo Morales). Como virus se difunden; como el cuco, a costa del anfitrión. Es una pandemia ideológica, cultural, simbólica. Y es una patología social.
Hay que decir que, en numerosos casos, hemos sido los europeos, los más útiles entre los tontos útiles, los vectores de estas pandemias sociales. Los primeros infectados, los inconscientes difusores de los simbolemas y culturemas más letales para los pueblos (cristianismo, ‘racionalismo’, comunismo…).
En todo momento se trataba de etnocentrismo y supremacismo, ciertamente, pero no de etnocentrismo o supremacismo ‘blanco’, o europeo, como a primera vista pudiera parecer. Entiéndase esto. Averígüese de dónde salen estas ‘ideas’ universales; quién pone en circulación estas nocivas ideologías; qué pueblo o grupo étnico es el responsable último… Cui bono?
Los pueblos europeos. Los últimos llegados, los más jóvenes entre los subtipos humanos… Ingenuos, inmaduros… No hemos sabido preservar ni salvaguardar nuestro ser, que es la ley fundamental que garantiza el futuro de los pueblos. Descuidamos el ser propio –como cosa sin valor. Como adolescentes nos comportamos. ¿Cuándo maduraremos?
*Los Estados latinoamericanos se han convertido en un laboratorio político para los intelectuales del ‘sistema’ europeos o estadounidenses (la nueva izquierda). Es la colonización que no cesa. Colonización intelectual, cultural, política, económica…
Dicho sea de paso, la función de los intelectuales marxistas o neo-marxistas, de los intelectuales ‘orgánicos’, en términos gramscianos, es la de crear en las poblaciones la atmósfera cultural apropiada para que el ‘comunismo’ caiga como fruta madura. Algo similar a lo que ocurrió con los intelectuales que propiciaron la Revolución francesa –la  población acabó demandando los cambios (económicos, políticos… ideológicos…) que requería la burguesía incipiente para acceder al poder. Todos sabemos, o deberíamos saber, que la ‘cosa’ terminó, simplemente, con un cambio de ‘Amo’. ¿Quién es el grupo emergente que, en esta ocasión, quiere el poder; quiere ser el ‘Amo’? ¿Quién el que arrastra y manipula a las multitudes de esta manera? Las consignas ideológicas que difunden los neo-marxistas (transnacionales, transétnicas…) coinciden absolutamente con los requerimientos del ‘sistema’ –del capitalismo internacional (de la ideología demo-liberal). Son los fundamentos sociales y culturales, el clima social y cultural que ambas ideologías buscan –el  desarraigo (biosimbólico) universal. Hay razones para incluir a ambas corrientes en el ‘sistema’, como las dos caras de una misma moneda. Son fuerzas complementarias del ‘sistema’. Unos explotan la fuerza de trabajo de la masa desarraigada, del proletariado apátrida, los otros explotan sus penalidades y miserias. En definitiva, no nos dejan otras posibilidades que ‘Matrix’ (el caos que vivimos), y la utopía –la ‘Nueva Sión’ (que es el mismo horror, pero sublimado).
Véanse los elogios a la burguesía capitalista en el mismo “Manifiesto comunista” de Marx y Engels; como una fuerza destructora de pueblos, de tradiciones ancestrales, homogeneizadora, ‘revolucionaria’. Todo lo que ligaba a las comunidades al pasado, a su pasado, estaba siendo aniquilado por el modo de producción capitalista. Y eso era bueno para el ‘comunismo’. La civilización eminentemente urbana que crea el capitalismo (la emigración del campo a la ciudad): el desarraigo universal –el surgimiento del proletariado apátrida; las  masas salariales desarraigadas, sin pasado. La misma burguesía empujaba a las masas trabajadoras en manos de los comunistas; las convertía en presas fáciles, débiles (espiritualmente), vulnerables. Sin duda que son fuerzas solidarias –mutuamente auxiliares. Entre ambas se reparten el botín.
La labor que los intelectuales demo-liberales y neo-marxistas realizan habitualmente en Europa y los países blancos en general, labor disuasoria, desalentadora con respecto al ser biosimbólico ancestral, se realiza ya a nivel planetario. He aquí las verdaderas ideologías etnocidas, aquellos que quieren acabar con las etnias tradicionales sea en la teoría, sea en la práctica (mediante la mezcla y disolución de pueblos y culturas). Está claro que nos quieren jorobar a todos.
Estos son los enemigos de los pueblos, los enemigos con los que tenemos que lidiar los pueblos ancestrales –los pueblos indígenas del planeta. La fuerza de sus palabras, de sus discursos; de sus trampas, de sus redes. La fuerza de la ‘araña universal’.
Los caminos errados, las trampas al ‘ser’ nuestro para desviarnos de nuestro camino, para que nos olvidemos de nosotros mismos, de nuestro ‘ser’ milenario.
*Actualmente la fusión de cristianismo, psicoanálisis, y marxismo se ha convertido en una poderosa triaca. La ‘araña universal’ tiende sus hilos, fusiona sus diferencias. Se habla de freudo-marxismo y de marxismo lacaniano, y en los últimos años se tiene al apóstol Saulo (el apóstol de los ‘gentiles’) como el creador del ‘universalismo’ (en Badiou…) y modelo a seguir (sus razones, sus argumentos).
La unión de marxismo y psicoanálisis tiene una larga historia, comienza en los años treinta del siglo pasado con E. Fromm, W. Reich… prosigue con Adorno, Marcuse… luego Derrida… Finalmente, con Badiou, Negri, Zizek y otros, la inclusión del cristianismo (su universalismo) es ya definitiva. Tres ideologías judías.  Se trata del ‘mesianismo’ judío, en cualquier caso.
*Estos neo-marxistas, estos intelectuales ‘orgánicos’, quieren cumplir en nuestras sociedades ‘capitalistas’ multiétnicas y multiculturales (en Occidente) el papel que el judeo-mesianismo cumplió en la Roma cosmopolita (multiétnica, multicultural…), o incluso en la Grecia helenística, igualmente cosmopolita (consúltese el judeo-mesianismo de Filón de Alejandría dos siglos antes de la aparición del cristianismo) –se trata del mismo papel desintegrador.
Frente al universalismo ‘politeísta’ del ‘imperio’, o del mundo helenístico, el universalismo ‘monoteísta’ del judeo-mesianismo.
Las raíces ideológicas de los modernos universalismos (la ‘ilustración’, la revolución francesa, el marxismo o comunismo, la democracia…) son básicamente judías y cristianas, aunque contienen también aspectos universalistas que provienen de corrientes filosóficas griegas y romanas (de sus períodos de decadencia) como el estoicismo y el epicureísmo.
El olvido del ser propio que se produce en las culturas griega y romana en sus períodos de decadencia. Las ideologías universales son productos típicos de los imperios multiculturales y multiétnicos. Se produce una proliferación de credos (filosóficos, religiosos o políticos) que transcienden la propia étnica o la propia cultura; que tratan de resolver el caos ‘cosmopolita’ proporcionando ‘salidas’. Es un (mal) síntoma del malestar que produce la sociedad multiétnica y multicultural (Matrix o Nueva Sión); del caos, del desorden… del desarraigo universal.
*El ‘sistema’ no se limita a criminalizar, condenar, perseguir, prohibir… el nacionalismo étnico (el nazismo) mediante legislaciones ad hoc. También se le insulta, se le ridiculiza, o se le ‘exorciza’ con términos o conceptos que proceden del discurso psicoanalítico (Freud y Lacan), o del marxista. El identitarismo, el indigenismo,  o el nacionalismo étnico es ya una ‘evidente’ patología (narcisismo, neurosis, psicosis, perversión…), o una simple manifestación del ‘capitalismo’ (lo cual es una verdadera incongruencia).
Estos modernos conjuros, hechizos, o anatemas, con los que se pretenden paralizar y enmudecer a los identitarios, tuvieron su comienzo ya en los años 30 del siglo pasado. Desde la filosofía, desde el psicoanálisis, desde la economía política, desde el derecho, desde la sociología… no se escatimaron esfuerzos para destruir conceptualmente el identitarismo o nacionalismo étnico. Léase a L. Trotsky, W. Reich, a Adorno, a Marcuse, a Lukács, a Arendt, a Derrida… o, más recientemente, a A. Badiou, a S. Zizek… Cientos, miles… Las huestes del ‘sistema’. Las más ‘ilustres’ plumas, las más efectivas, las más poderosas, las más belicosas y destructivas…
La intención de estas cultas ‘maldiciones’ es minar la confianza que en sí mismos pudieran tener aquellos que albergan ideas y sentimientos identitarios, hacerles sentir ‘mal’, introducir el malestar… Son armas psicológicas paralizantes…
Contra el identitarismo étnico y cultural. La guerra psicológica, de propaganda (en los mass media). Desde finales de la IIGM. Guerra psicológica, ideológica, moral… cultural en amplio sentido. No les basta con la condena jurídica; con la legal prohibición y persecución. La guerra contra el nacionalismo étnico de origen europeo (el nazismo), no ha terminado. El objetivo final es nuestra extinción (étnica y cultural).
Responder como se debe a este insulto, a este agravio, a este atropello. Aplastar las cabezas de este multiforme monstruo que es el ‘sistema’.  Expulsar de nuestras tierras y de nuestros cielos a esta miserable canalla. Limpiar, clarificar; despejar estas tierras sagradas nuestras, y nuestros sagrados cielos.
Como una tromba purificadora entraremos en la historia. La revuelta de los indígenas, de los nativos europeos. Aún más, la revolución de los pueblos ancestrales, que corren el peligro de desaparecer. La revolución cultural de los pueblos indígenas; las luchas culturales de liberación. Contra las ideologías universales (sean religiosas, políticas, o económicas), contra el ‘sistema; contra la ‘araña universal’. La revolución mundial de los pueblos de la tierra.
Esto es lo que (nos) queda. Ésta labor; ésta lucha, éste combate. Si queremos seguir siendo; si, como etnia y como cultura, queremos tener un futuro.
Voluntad de futuro. No demos esta guerra por perdida. Nos jugamos el ser.
*Abrí este trabajo con palabras de Heidegger, y con palabras de Heidegger lo cerraré. Se trata de dos pequeños discursos dados el 10 y el 11 de Noviembre de 1933 con ocasión de referéndum convocado por Hitler. Los términos del referéndum tenían que ver con la salida de Alemania de la ‘Sociedad de Naciones’ propuesta por Hitler y su Gobierno. Y el pueblo voto masivamente el ‘sí’ a la salida.
La ‘Sociedad de Naciones’ fue la primera organización supranacional de los tiempos modernos. Las organizaciones supranacionales (económicas, políticas, jurídicas, militares…) que hoy gobiernan el planeta son una constante amenaza para la independencia y la soberanía de los Estados. Hoy como ayer. Son instrumentos de poder en manos de las grandes potencias. Multitud de naciones ha tiempo que han perdido autonomía, independencia, libertad, soberanía…
Las organizaciones supranacionales, tanto las continentales (UE) como las internacionales (ONU, OTAN, FMI, TPI (ICP)…), tienen que desaparecer. Por el bien de los pueblos ancestrales.
Heidegger expone con claridad que sólo fuera de la ‘Sociedad de Naciones’ (tal y como estaba constituida, y por su misma finalidad –como instrumento de alienación y de dominio de las potencias hegemónicas del momento) era posible para un pueblo alcanzar la plenitud de su existencia (la propia responsabilidad sobre sí –el hacerse cargo de sí), y postula, además, otra Comunidad, pero no de ‘Estados’, sino de pueblos conscientes de sí.
Veamos ahora algunos fragmentos de estos dos inspirados discursos, esenciales, a mi manera de ver, para la causa identitaria o étnica de todos los pueblos. Se podría decir que son palabras dirigidas a todos los pueblos (étnicos, originarios, singulares):
Llamada a los alemanes. Viernes 10 de Noviembre de 1933. Publicado en el ‘Periódico de los Estudiantes de Friburgo’.
¡Alemanes, alemanas!
El pueblo alemán ha sido llamado por el Führer para votar… …le ofrece la posibilidad directa de la decisión más sublime y libre de todas: si el pueblo entero quiere o no su propia existencia.
La singularidad de este voto proviene de la simple grandeza de la decisión que se trata de tomar… Esta decisión última lleva lejos, consiste en la demanda más básica de la existencia, que es la de preservar y salvaguardar su propio ser. Por ahí se erige una barrera entre lo que puede ser exigido al pueblo y lo que no. En el nombre de esta ley fundamental del honor, el pueblo salvaguarda la dignidad (Würde) y la determinación de su ser (Wesens).
No es la ambición, la pasión de la gloria, la voluntad ciega por querer singularizarse… no es el apetito de poder lo que ha incitado al Führer a salir de la “Sociedad de las Naciones”…
Eso no significa darle la espalda a la comunidad de los pueblos. Al contrario, nuestro pueblo, a través de este paso, se coloca bajo la autoridad de esta ley esencial  (Wesengesetz) para toda existencia humanaa la cual todo pueblo debe primero obediencia si quiere seguir siendo un pueblo
Querer una verdadera comunidad de los pueblos (Völkergemeinschaft), es algo que se distingue tanto de una vaga fraternización universal que no compromete a nada, como de una ciega dominación tiránica…
Nuestra voluntad de ser étnicamente responsables de nosotros mismos quiere que cada pueblo encuentre y salvaguarde la grandeza y la verdad de su destino. Esta voluntad es la garantía suprema de la seguridad de los pueblos…
El 12 de noviembre, el pueblo alemán entero va a escoger su futuro… …Hay una única voluntad, la que quiere la existencia plena y total del Estado…
¡Nadie puede abstenerse el día en el que se debe declarar esta voluntad!
***
Discurso pronunciado en Leipzig. Sábado 11 de noviembre 1933.
¡Profesores alemanes y camaradas!
¡Connacionales étnicos alemanes y alemanas!
…El pueblo va a elegir mañana nada menos que su porvenir.
…Esta decisión (Entscheidung) definitiva va muy lejos, hasta el punto de poner a nuestro pueblo en el límite (Grenze) mismo de su propia existencia. ¿Y en qué consiste este límite? Consiste en la exigencia primera de todo ser (Seins), la de guardar y proteger su propia esencia (sein eigenes Wesen). Por eso mismo se erige un límite ente lo que puede ser requerido de un pueblo y lo que no. En el nombre de esta ley esencial (Wesengesetz) del honor, el pueblo salvaguarda la dignidad y la determinación de su ser. La voluntad de responsabilizase, sin embargo, no es solamente la ley básica  o fundamental (Grundsgesetz) de la existencia de nuestro pueblo; es, a la vez, el acontecimiento fundamental en el cual toma toda su realidad el Estado nacionalsocialista…
…¿Qué ocurre, entonces, con tal querer (voluntad)?… ¿Conllevará eso desencadenar la ausencia de leyes? ¡No! Es profesar lúcidamente la inviolable independencia de todo pueblo. ¿Es renegar del espíritu de creación de un pueblo de tradición espiritual y hacer pedazos su herencia histórica? ¡No! Es el despertar de una juventud que ha sido purificada y reencuentra ahora las raíces de donde ella va a sacar su crecimiento…
¿De qué tipo de acontecimiento se trata entonces? El pueblo recupera la verdad de su voluntad de existir (Daseinwillens); porque “verdad” no es otra cosa que la plena manifestación (Offenbankeit) de lo que hace a un pueblo seguro, claro y fuerte en su acción y su saber…
Nosotros nos hemos liberado de la idolatría de un pensamiento sin arraigo y débil (Boden-und machtlosen  Denkens). Nosotros vemos el final de la filosofía que se puso a su servicio… …El valor original en el debate con el ser… …el valor de preguntar (der fragende Mut) es experimentar los abismos de la existencia (Abgründe des Daseins), y no ceder ante el vértigo, este valor ya es en sí una respuesta más elevada que cualquiera de las réplicas baratas que producen los sistemas de pensamiento (Gedankensysteme)  artificialmente construidos.
Y así nosotros (docentes), a quienes debe ser confiada en el futuro la protección de la voluntad de saber de nuestro pueblo, declaramos: la revolución nacionalsocialista no es simplemente la asunción del poder por un partido ya existente en el Estado, partido que habría crecido para este fin. Al contrario, esta revolución es la causa de la total transformación de nuestra existencia como Alemanes. En lo sucesivo todo asunto exige decisión, y todo acto responsabilidad. Nosotros sabemos que si la voluntad de ser responsables de sí llega a ser la ley (Gesetz) que gobierna la coexistencia de los pueblos, cada pueblo podrá y deberá necesariamente ser capaz de enseñar a todos los demás la riqueza y la fuerza de las grandes acciones y trabajos del ser humano.
La elección que el pueblo alemán tiene ahora que hacer, ya por el solo hecho de ser un acontecimiento –y por completo independiente del resultado– es lo que ya atestigua más fuertemente la nueva realidad alemana del Estado nacionalsocialista.
*
Hasta la próxima,
Manu
  1. Anónimo5 de julio de 2016, 15:38
  2. “Para lograr esta equidad hay que ser guiados por lo que Zizek llama el ‘frío pensamiento racional’.”Tiene gracia que los que mas hacen uso o mas bien abuso de la racionalidad o la ciencia ellos mismos sean los mas irracionales con su chiflada igualdad, una igualdad que nunca existio y nunca existira a no ser que sea la igualdad por lo bajo o la igualdad de la tumba que seran la unicas que nos ofrezcan.
    Tiene un texto muy interesante sobre estos locos racionales, se trata de una conferencia dado por el Profesor Revilo P. Oliver
FUENTE:

domingo, 8 de mayo de 2016

138) La cuestión identitaria y el ‘sistema’ (II)

La cuestión identitaria y el ‘sistema’ (II).
Manu Rodríguez. Desde Europa (07/05/16).
*
*Las ideologías universales que se produjeron en Grecia y Roma –el estoicismo, el epicureísmo…– respondían a entornos sociales alejados de la propia etnia y la propia cultura, eran transétnicas y transculturales. No tenían en cuenta a los connacionales, iban dirigidos a ‘todos los hombres’… Eran ideologías apropiadas para el ambiente cosmopolita de las sociedades alejandrina y romana.
Cuando en los siglos XVII y XVIII se intentó superar (o complementar) la visión cristiana acerca del hombre se recurrió de nuevo al cosmopolitismo de estoicos y epicúreos. Filósofos, historiadores y juristas (Grocio, Hobbes, Locke, Hume… Diderot, D’Alembert, Rousseau… Kant…) se afanaron en combinar ideologías universales de distinta tradición que confluyeron finalmente en los principios universales de la Revolución Francesa, donde se plantaron las nuevas bases para el derecho (internacional) y la moral (universal) que hoy ‘dominan’.
Con la Revolución francesa volvíamos, pues, a tener un ‘hombre universal’ que se aplicaría a todos los individuos de todas las latitudes, de todas las naciones. Es ese hombre ‘construido’ de nuestras sociedades demo-liberales el que hoy se le impone a todo el mundo; un ‘hombre’ (una ‘naturaleza humana’) que trasciende y que avasalla a las diferentes identidades étnicas y culturales.
No hubo ninguna invención del ‘hombre’ en los comienzos de la modernidad (como pretende Foucault). Se trataba de ‘enriquecer’ las consignas del universalismo cristiano… y se recuperaron las antropologías de los clásicos –de los estoicos, sobre todo: Zenón, Epicteto, Cicerón, Séneca, Marco Aurelio…
No fue un retornó al paganismo, como algunos se atreven a sostener, sino a las filosofías (a las ‘éticas’) del cosmopolitismo alejandrino y romano, propias de las decadentes sociedades multiétnicas y multiculturales. Y esto tal vez explique el éxito de estas ideologías universales en nuestro mundo global contemporáneo.
Tampoco fue una lucha entre la ‘fe’ y la ‘razón’, como se acostumbra a decir. La nueva clase emergente –la burguesía, el ‘capital’– necesitaba legitimarse jurídicamente, filosóficamente; necesitaba un nuevo Estado, privar del poder a los antiguos estamentos (nobleza y jerarquía eclesiástica). La violencia y crueldad de la Revolución francesa (una ‘farsa sangrienta’, en palabras de Nietzsche) puso fin a aquella querella y les dio definitivamente el poder.
Podríamos decir, pues, que los fundamentos ideológicos de nuestras modernas sociedades (democráticas y liberales) y su carácter ‘universal’ se encuentra en el judaísmo y en el cristianismo, sí, pero también en las tradiciones filosóficas de estoicos y epicúreos.
Una vez acabado con los poderes antiguos (el Antiguo Régimen) a la ambición de poder absoluto de la nueva clase emergente les quedaba otro obstáculo. El éxito completo de la nueva ‘mentalidad’ requería la homogeneización de las poblaciones, la eliminación de las diferencias. Ahora eran los pueblos, las diferentes tradiciones e identidades étnicas y culturales las que les estorbaban. Y había que acabar con ellas. Aquí comenzó la guerra de los ‘ilustrados’ y ‘progresistas’ contra los pueblos de Europa (y del mundo), cuyo último episodio clave fue la IIGM y la derrota del nacionalismo étnico alemán.
No hay, pues, ninguna diferencia entre el Antiguo Régimen y el nuevo. En el antiguo Régimen se le hacía la guerra a los pueblos ‘paganos’  en nombre del cristianismo, en el Nuevo Régimen se le hacía (y se le hace) la guerra a los pueblos y naciones o Estados en el nombre de la civilización, del progreso, de la democracia, o de los derechos humanos.
De nada sirvieron, en su momento, las observaciones de críticos de la Ilustración como Burke, Hamann, Herder, o las posteriores de Fichte, y otros, acerca de las diferencias inconmensurables, de las identidades y particularidades étnicas y lingüístico-culturales, acerca de la ausencia de aquel hombre universal.
Fueron, tal vez, los pre-románticos y los románticos alemanes los primeros escritores nacionalistas y anti-globalistas (anti-universalistas) en Europa. Herder, Novalis, Hörderlin, los hermanos Schlegel, Schelling, Fichte, G. de Humboldt, los hermanos Grimm… se opusieron radicalmente al proyecto transnacional de los ilustrados  y de la posterior Revolución Francesa y pusieron el énfasis en las diferentes peculiaridades e identidades lingüísticas y culturales de los pueblos. Podemos considerarlos como los padres de los nacionalismos post-ilustrados. Es, de todos modos, el origen del nacionalismo alemán, aunque también tuvo eco en pensadores italianos (Alemania e Italia no llegaron a convertirse en Estados-nación hasta la segunda mitad del siglo XIX (Alemania en 1871 e Italia en 1861), hasta entonces estuvieron divididos en pequeños reinos y condados sólo unidos por la lengua y la cultura). Fue también en este período romántico cuando se realizan los primeros estudios sobre las lenguas indoeuropeas o aryas, se comienza el estudio de las tradiciones populares (el folklore), surgen términos como ‘volksgeist’ (genio o espíritu del pueblo o etnia), ‘volkstum’ (etnicidad)…
Dicho sea de paso, estos nacionalistas románticos, en ocasiones injustamente olvidados y que están en los orígenes de la conciencia étnica y cultural de nuestros pueblos, deberían ser recuperados por todos los identitarios europeos contemporáneos. Un nacionalismo romántico y culto, que tenga en cuenta a los modernos Padres, de esto se trata. Su impulso alcanza a nuestros días en los estudios sobre las lenguas y culturas indoeuropeas (Dumézil y otros), en la filosofía (Heidegger), en el derecho (Schmitt)… Son alrededor de doscientos años de historia, de pensamiento, de reflexión acerca de nuestros orígenes, acerca de nuestros ser.
Las críticas que aquellos proto-nacionalistas le hacían al nuevo orden, al nuevo régimen, eran las mismas que tenían que haberle sido aplicadas al viejo orden (al Antiguo Régimen, el orden cristiano). El nuevo despotismo (y globalismo) ‘ilustrado’ no era muy diferente del antiguo despotismo cristiano –igualmente alienante de la diferencia, de la etnicidad, de la peculiaridad.
Hay una deriva espiritual que padecemos –los pueblos europeos– desde antes incluso de la cristianización y la pérdida de nuestras tradiciones autóctonas, desde el período alejandrino y la romanización. Los imperios multiculturales griego y romano fueron el caldo de cultivo de las ideologías universales (transétnicas y transculturales) de estoicos y epicúreos y la antesala de la posterior cristianización de nuestros pueblos. Estas ideologías se han convertido hoy, junto con el demo-liberalismo y el marxismo, en los fundamentos (jurídicos, políticos, filosóficos, morales…) del Nuevo Orden.
Se produce un curioso paralelismo entre la difusión del cristianismo y la difusión de los ideales de la Revolución francesa. Así como cuando la cristianización a los resistentes, a los rebeldes, se les denominaba con palabras insultantes, con términos peyorativos –paganos, salvajes…–, así también el Nuevo Orden denominaba (y denomina) a los resistentes con términos como ‘reaccionarios’, ‘conservadores’, ‘tradicionalistas’, ‘irracionalistas’, ‘chauvinistas’, ‘antiguos’, ‘carcas’, ‘fachas’, ‘intolerantes’, ‘xenófobos’…
Los instrumentos de alienación de masas son hoy más sofisticados y poderosos que nunca, sobre todo desde finales de la IIGM. Hoy el ‘sistema’ dispone de los medios de comunicación de masas, del cine, de la literatura, de la prensa especializada (histórica, económica, sociológica, filosófica…), de la educación en nuestras escuelas y universidades… La propaganda de guerra contra el nacionalismo étnico que padecemos por todos lados desde hace decenios –la guerra psicológica (Psychological warfare), o las operaciones psicológicas (Psychological Operations –PsyOps), como hoy se la denomina.
La resistencia nacionalista e identitaria actual está, en definitiva, mal vista, negativamente conceptuada, demonizada –se nos ha convertido en el ‘mal’.
Es obvio que los partidarios de la Ilustración (del despotismo Ilustrado), los demócratas e izquierdistas de ayer y de hoy, a sí mismos se consideran ‘progresistas’, ‘modernos’, ‘vanguardistas’, ‘tolerantes’, amantes de la ‘libertad’… Pero lo cierto es que estos movimientos son verdaderos etnocidas, resultan ser los únicos responsables de la desaparición de innumerables pueblos y culturas en el nombre de sus ideales universales. Esta observación podemos hacerla extensible a todas las ideologías universales (religiosas o políticas): cristianismo, islamismo, budismo, hinduismo, democracia universal, internacionalismo proletario…
La derrota del nacionalismo étnico alemán (de Hitler) supuso la derrota de los nacionalismos europeos. La IIGM fue una guerra civil entre pueblos étnica y culturalmente emparentados. Fue una guerra de ese Nuevo Orden, que se inaugura con la Revolución francesa, contra los pueblos europeos que se resistieron.
Los enemigos con los que tenemos que enfrentarnos hoy los identitarios no son pocos, ni poca cosa: la tradición judeo-mesiánica (el universalismo cristianismo), el nuevo orden global demo-liberal que se abre tras la Revolución francesa, el marxismo internacionalista, la masiva emigración asiática y africana, mayoritariamente  musulmana (el Islam, otra ideología universalista), que inunda nuestras tierras…
Los etno-nacionalistas no somos reaccionarios sino resistentes; somos fuerzas resistentes. Combatimos la globalización anti-nacionalista, los universalismos transnacionales, anti-nacionales, o post-nacionales –sean de origen religioso o de origen político– cuya única finalidad es, justamente, acabar con las diferencias étnicas y culturales. No somos, por consiguiente, xenófobos; nosotros aceptamos, reconocemos, afirmamos, glorificamos la existencia de razas (etnias, pueblos). Los únicos etnocidas son aquellos que niegan en la teoría y en la práctica a las diferentes etnias que pueblan el planeta, aquellos que niegan las diferencias étnicas y culturales y quieren imponer normas y credos universales, los que quieren destruir las fronteras nacionales e identitarias que han hecho posible el frondoso árbol de los pueblos y culturas del mundo, los que quieren destruir tal riqueza biocultural y convertirla en algo del pasado.
En mi opinión, lo que persigue la globalización actual (su carácter demo-liberal) es convertir a los habitantes del planeta en una masa desarraigada, mezclada, mestiza… una masa de siervos sin pasado, sin historia, sin una identidad precisa (ni étnica ni cultural), sin nada en común, sin nada que les una (salvo su nueva condición de proletariado apátrida). Persigue, pues, un nuevo ‘lumpen’, una nueva raza de esclavos.
El ‘sistema’ (el nuevo orden) actual cuenta con la simpatía y la colaboración de todas las ideologías universalistas religiosas y políticas de ayer y de hoy, todas ellas transnacionales, transétnicas, y transculturales. Todas persiguen la misma finalidad. Los diferentes pueblos y culturas, las diferentes sensibilidades, voluntades, y mentalidades, les suponen un obstáculo para sus ambiciones de dominio. Por esto los combaten.
La educación que desde hace decenios se le imparte a nuestros infantes es, por ello mismo, la proclive al desarraigo, y tiende a extirpar o a demonizar la memoria ancestral (étnica y cultural) –todo conato de nacionalismo e identitarismo. Se nos predica en nuestras escuelas, en nuestros medios de manipulación de masas, en nuestras universidades, en nuestras calles… las bondades de las sociedades multiétnicas y multiculturales.
Los milenarios pueblos y sus reivindicaciones étnicas y culturales no son, como dicen, un obstáculo al ‘progreso’ (cualquier cosa que esto pudiera significar), son, sencillamente, un problema para el ‘sistema’, para los nuevos amos.
Así pues, hay que decir que el opresor es el ‘sistema’ (la hegemonía económica, política… cultural en amplio sentido, de determinados grupos), y los oprimidos son los diferentes pueblos (etnias) de la tierra –los pueblos indígenas, que están siendo aniquilados  uno a uno.
*En estos días se cumple el aniversario de la derrota militar del primer y único Estado étnico en Europa, la derrota de la Alemania nazi. No pudo ser. Hoy el nacionalismo étnico europeo está criminalizado incluso. Es el poder del ‘sistema’. La criminalización del nacionalismo étnico está teniendo funestas consecuencias; está acabando fría y lentamente con la ancestral homogeneidad étnica y cultural de nuestros pueblos y naciones. En pocas generaciones ya no seremos. Será el fin de la Europa milenaria.
Las naciones europeas pertenecientes a la execrable Unión Europea (UE) están obligadas a acoger a miles y miles de refugiados y emigrantes. De nada valen las reticencias de los Estados. La última medida coercitiva que se va a tomar al respecto es penalizar a los Estados con doscientas cincuenta mil euros por cada uno de los refugiados que se nieguen a acoger. Estas humillantes medidas deberían bastar para hacer saltar por los aires esta Unión Antieuropea. Esta Europa multiétnica y multicultural que nos están construyendo, a nuestro pesar y contra nuestra voluntad, debe ser combatida, destruida, dejada atrás. Sus supuestos teóricos (jurídicos, políticos, económicos…) van contra los europeos originarios, contra los pueblos indígenas europeos; busca nuestra destrucción.
Deshacer esta monstruosa Babel, esta monstruosa Europa, este híbrido espantoso; acabar con esta pesadilla. Éste ha de ser el primer combate, la primera labor ‘revolucionaria’ de los europeos identitarios (de los indígenas europeos) –la revuelta de los ‘nativos’ europeos. Luchar contra los fundamentos ‘teóricos’ (políticos, económicos, jurídicos, éticos…), contra los partidos políticos, contra las sectas religiosas (cristianos o judías), contra los intelectuales del ‘sistema’ (judíos, cristianos, demócratas, socialistas, comunistas…) Contra la anti-Europa y sus partidarios. Comenzar de nuevo, y cuanto antes, la construcción de una Europa europea. Con ardor, con pasión, con furia… ¿Seremos capaces?
*
Saludos, y hasta la próxima
Manu

domingo, 10 de abril de 2016

137) La cuestión identitaria y el ‘sistema’ (I)

La cuestión identitaria y el ‘sistema’.
Manu Rodríguez. Desde Europa (10/04/16).
*
*La finalidad primordial de los partidos ‘revolucionarios’ (internacionalistas, de ‘izquierda’) y del ‘sistema’ es acabar con las naciones étnicamente homogéneas. Han conseguido que pueblos étnica y culturalmente emparentados estén divididos y enfrentados; asolados por violentas reivindicaciones, por querellas fratricidas. Obsérvese la historia de los pueblos europeos en los últimos doscientos años.
En último término, se trata de desviar a los pueblos de su camino, de destruir a los pueblos ancestrales, a las naciones étnicas. Los métodos son de los más variados, pero todos incluyen ‘programas’ universales (post-nacionales, como ahora se les denomina). Ideologías-programas que sólo pueden prosperar en el estéril asfalto de las ciudades –como decía Goebbels; ideologías propias para las masas urbanas previamente desarraigadas.
Una de las estrategias de estas ideologías consiste en dividir a las poblaciones en clases. Se introducen conceptos como ‘conciencia de clase’ y ‘enemigo de clase’. En esta conceptualización, las clases sociales adquieren categoría de ‘identidad’, dotan de identidad a sus miembros. Aquí se suele confundir el ‘status’ o la clase con la identidad. Pero el status o la clase no confieren identidad. El status económico o la clase social son eminentemente contingentes, circunstanciales. Uno puede dejar de ser trabajador y convertirse en empresario, por ejemplo. No se está sujeto a la clase social de por vida.
Este enfatizar la clase hace perder de vista la identidad étnica y cultural. Y tiene además funestas consecuencias. Las poblaciones étnica y culturalmente homogéneas suelen estar divididas y enfrentadas por cuestiones de status o clase. En la revolución judeo-bolchevique, de carácter proletario u obrero, se eliminaba a los que se consideraba como ‘enemigos de clase’ (propietarios (grandes y pequeños), intelectuales, profesionales liberales…) –fueron millones los caídos en los años del ‘terror rojo’ (antes de la llegada de Stalin al poder) de la mal llamada Revolución proletaria u obrera rusa.
La ‘conciencia de clase’ es la falsa conciencia. Una trampa urdida por los enemigos de los pueblos (de nuestro ser) para desviarnos de nuestro camino. Para ponernos, también, al servicio de sus intereses, para que colaboremos en nuestra propia destrucción. Otras trampas nos hablan de la ‘humanidad’, del ‘hombre’, de los derechos universales, igualmente transétnicos y transculturales.
Las señas de identidad de los individuos no se la proporciona su clase social. Tampoco las ideologías políticas (o religiosas) confieren identidad, lo que confiere identidad es la raza, y la cultura ancestral de los pueblos –uno puede dejar de ser socialista, o comunista, o sindicalista, o demócrata… o cristiano o musulmán… pero no puede dejar de ser europeo blanco, o chino, o japonés…
La conciencia social (de clase), la conciencia política (demócrata, socialista…), la conciencia religiosa (cristiana, musulmana…)… Caminos de muerte para todo identitarismo. Estas ‘conciencias’ nos hacen perder de vista nuestra etnia (Volk) y nuestra cultura (Kultur) –el ser biosimbólico nuestro.
Sangre (genio, raza), suelo (el territorio fundado por los Padres), cultura (historia común, memoria colectiva ancestral). Éstas son las coordenadas que nos sitúan, que nos dotan de identidad. No la clase social a la que eventualmente pertenecemos, o la ideología transnacional, transcultural o transétnica (religiosa o política) que –en mala hora– pudiéramos seguir.
Conciencia étnica y cultural, pues. La indeleble, la que no se puede borrar, ni ocultar, ni extirpar. La etnia y la cultura son las determinaciones fundamentales de nuestro ser. Volver a ser conscientes de lo que somos –miembros de un pueblo milenario. Recuperar la conciencia; despertar; volver en sí, volver a ser. El ser ‘arya’. Nuestro ser eterno.
*La fragmentación étnica y cultural en nuestras naciones en esta época global, post-nacional, está siendo explotada por la izquierda. La izquierda aboga por los derechos de los grupos étnicos, o religiosos (los musulmanes, por ejemplo), de los emigrantes… Así es. Estos predicadores de la proletarización de las masas no dudan en dar su apoyo a los emigrantes y de defender los derechos de los diferentes y numerosos grupos étnicos extranjeros que inundan nuestros países. Son los nuevos ‘oprimidos’, dicen, que junto con los ‘grupos subalternos’ autóctonos, forman el nuevo proletariado apátrida, desarraigado, en este mundo global. Y son una buena fuente de votos.
Las reivindicaciones de los nativos o indígenas europeos, por contra, no son tenidas en cuenta, aún más, están mal vistas, censuradas, prohibidas. Aludir a los derechos de la población autóctona milenaria, a los derechos adquiridos sobre esta tierra nuestra, la tierra que nuestros pueblos habitan desde hace milenios (el ‘nomos’ de la tierra), es cosa de ‘nazis’. Y ya sabemos que el nazismo, esto es, el nacionalismo étnico, es el ‘mal’ absoluto (así lo quiere el ‘sistema’). Los indígenas europeos, los pueblos blancos, tenemos que ceder ante el ‘otro’, tenemos que negarnos a nosotros mismos. Henos aquí, pues, convertidos en mudos e impotentes testigos de nuestra aniquilación.
Por lo demás, recordemos a los viejos y a los nuevos izquierdistas y demagogos que el pueblo al que ellos invocan no es únicamente la masa salarial o trabajadora (o los de ‘abajo’, o los ‘grupos subalternos’), sino el conjunto de la población –población hasta ayer mismo, en nuestras naciones europeas, étnica y culturalmente homogénea.
*Entiéndase esto. Con los identitarios, con los nacionalistas étnicos, no se trata tanto de  una falta, o de una carencia constitutiva del ‘sujeto’ (por seguir la palabrería sobre el ‘sujeto universal’ de psicoanalistas o post-estructuralistas –Lacan, Derrida,  Laclau, o Zizek–), como de una privación, de una desposesión, de una alienación. Aún más, en los momentos actuales se nos prohíbe la palabra propia; se nos prohíbe ser lo que somos; se nos prohíbe la pureza y la plenitud. Podemos hablar de frustración, de represión… La falta o la carencia constitutiva no son innatas  a un sujeto abstracto universal (una suerte de nuevo ‘pecado original’ que afecta a todos los seres humanos), se trata en todo momento y lugar de experiencias concretas sufridas por sujetos históricos concretos (pueblos, en  este caso) a lo largo de su historia.
Recordemos que la desposesión de los aryas europeos tiene un primer momento  con la cristianización de nuestros pueblos, y un segundo momento con la dinámica de la globalización demo-liberal contemporánea (desde la Revolución francesa).
La ‘guerra’ contra los movimientos étnicos o identitarios en Europa  alcanzó su más trágica expresión durante la IIGM con la derrota de la Alemania nazi y los posteriores juicios de Núremberg. La propaganda contra el nacionalismo, que nos viene tanto del ‘capitalismo global’ como del ‘internacionalismo proletario’ (de los aliados contra el eje nacionalista e identitario), opera hoy con la misma violencia represiva que entonces. Nada ha cambiado.
La globalización actual ha logrado destruir la noción tradicional de ‘pueblo’ (‘volk’) que nos legaron etnólogos y antropólogos. Ahora no tenemos ‘comunidades étnicas’,  sino masas, multitudes desarraigadas (que es lo que se pretendía). Las ‘identidades’ que se les deja a estas masas son las sociales, o las políticas. Ideologías no étnicas, no culturales, no nacionales; ideologías, pues, globales, internacionales. Así pues, los movimientos de oposición al ‘sistema’, tienen, igualmente, carácter global. Es ‘hegemonía’ global, contra ‘hegemonía’ global; poder contra poder. Como se ve, se prosigue el modelo polarizado capitalista/anti-capitalista de finales del XIX y del siglo pasado. El discurso étnico vuelve a tener los mismos ‘enemigos’ que cuando el nacimiento del nacional-socialismo. Es el mismo panorama.
¿Por qué el capitalismo global y el internacionalismo proletario (los supuestos enemigos irreconciliables) se unieron para combatir el nacionalsocialismo? Se le hacia la guerra a un movimiento étnico (político, social, económico, cultural…) que ponía en entredicho las ‘verdades’ y las ‘razones’ tanto de uno como de otro. Aquel movimiento anti-globalización  era el enemigo común, era un obstáculo para la ambición de dominio de ambos; tenía que ser destruido.
Los ‘pueblos’ tradicionales y homogéneos son un obstáculo para todas las ideologías universalistas o internacionalistas (transétnicas, transculturales), sean de carácter religioso, económico, o político: el judeo-mesianismo, el islamismo, el budismo, el hinduismo, la democracia universal, el internacionalismo proletario (el judeo-bolchevismo, otro mesianismo judío)…
La izquierda actual tendrá que explicar por qué aboga por los derechos de los pueblos indígenas en Latinoamérica (Bolivia, Ecuador, Perú, México…) y los niega o los combate en Europa (a los indígenas europeos). A mí no me cabe duda que de lo que se trata es de apoderarse de estos movimientos indigenistas (étnicos) para transformarlos en meros movimientos sociales –de clase. En resumidas cuentas, pretenden proletarizarlos haciéndoles perder de vista su identidad ancestral, alejándolos más y más de su ‘ser’ –que no luchen como ‘pueblo’ (aimaras o quechuas), sino como clase social oprimida. Alienarlos una vez más, simplemente.
La historia de las sucesivas colonizaciones de los pueblos indígenas americanos es digna de reflexión. Comienza con el imperialismo español (cristiano), que los desposeyó de  tierras y culturas, luego fue el imperialismo de los ideales de la Rev. francesa, que condujo a la independencia de las colonias y puso el poder en manos de las oligarquías criollas, posteriormente vinieron los USA y su liberalismo democrático, después la globalización (el capital transnacional), y finalmente los ‘revolucionarios’ de izquierda (marxistas-leninistas) de aquí y de allá (apátridas), que vienen, dicen, a ‘tutelar’ sus reivindicaciones (a desvirtuarlas, más bien). Amos por doquier que compiten por lo mismo, por el poder, por apoderarse de esas poblaciones. Son pueblos explotados por unos  y por otros. No se les deja en paz; no se les deja ser lo que son. Pueblos desposeídos desde hace siglos, como los pueblos aryas europeos.
*Hace ya bastante tiempo que la izquierda le sigue el juego al ‘sistema’ (global, transnacional…). El ‘sistema’ que hoy domina es el ‘bloque histórico hegemónico’, por usar la terminología gramsciana –tan del gusto de esta nueva izquierda (‘Podemos’ y cía.). Esta izquierda, junto a los anti-sistema y otros, es solidaria de los intereses de la clase dominante planetaria (demo-liberal) en su afán por destruir las nacionalidades étnicas ancestrales, que le suponen un obstáculo para su mundo ideal (para su ‘Nueva Sión’); para su mundo sin fronteras, sin restricciones, con libre flujo de mano de obra barata y de capital (ésta es la causa de la masiva emigración que padecemos). Este ‘sistema’ requiere un mundo homogeneizado, único. Para ello dispone de los medios de comunicación (de manipulación, más bien) de masas, desde donde difunde esta ‘nueva civilización’ global multiétnica y multicultural. La izquierda, los anti-sistema, los anti-fascistas y otros son, simplemente, fuerzas del ‘sistema’.
La consignas que la izquierda gusta defender son las de esta nueva civilización democrática multiétnica y multicultural que el ‘bloque hegemónico’ viene difundiendo desde sus medios de manipulación de masas a través de la televisión, el cine, la prensa, la literatura, la enseñanza, la universidad, la filosofía, el derecho, la política… El ‘bloque hegemónico’ actual viene alienándonos culturalmente desde hace decenios, trabajando afanosamente para imponer su ‘mundo’, el mundo que a ellos les viene bien. Y los discursos que a esta nueva izquierda le gusta representar no contradicen en nada los intereses del ‘sistema’. Esta izquierda, no sólo no le supone un obstáculo o un problema, sino que contribuye a su dominación (a su ‘hegemonía’).
Los ‘nazis’ advirtieron, y desde muy pronto, el poder que el ‘sistema’ ejercía sobre la población a través de su prensa, de sus editoriales, de su cine, de su teatro, de su literatura, de su filosofía… La minoría judía en Alemania estaba imponiendo su discurso y transformando la vida cotidiana del pueblo alemán. Una vez en el poder los nacionalistas se tomaron medidas radicales que vinieron a frustrar las ambiciones de dominio de aquella minoría. El nacionalismo étnico se convirtió en el ‘bloque hegemónico’ que distribuía la cultura controlando la pedagogía, la prensa, las editoriales… No hicieron otra cosa que lo que recomendaba Gramsci, que lo que el mismo Gramsci hubiera hecho si hubiera tenido la oportunidad.
Hay que decir que para Gramsci educar a las masas era proletarizar a las masas. La cultura era  la cultura política  que necesitaba la clase obrera para no ser engañados o alienados por los poderes dominantes (la ‘hegemonía’). Gramsci no concebía la cultura  como formación (la ‘paideia’, la ‘Bildung’), así como tampoco pensaba en el pueblo en su conjunto, sino tan sólo en la clase obrera. Pero esta cultura política, eminentemente marxista, comunista, y judía (judeo-bolchevique), hubiera terminado alienando al pueblo italiano como hasta entonces lo había estado haciendo la cultura religiosa judeo-mesiánica (el cristianismo); el pueblo italiano seguiría estando dominado por una ideología de origen judío, y seguirían siendo apóstoles judíos (Lenin, Trotsky, Rosa Luxemburgo…) los maestros de coro (los ‘Padres’) de la nueva ‘era’. Gramsci, pues,  cumplía así la función de ‘tonto útil’, de ‘gentil’ difusor del novísimo evangelio judío en el pueblo italiano, como lo fueron Agustín, Lactancio, o Tertuliano con el judeo-mesianismo; cuando la cristianización de nuestros pueblos.
Para la nueva izquierda populista, post-marxista, siguiendo a teóricos como Gramsci, Rancière, Laclau, Mouffe, Negri, Zizek y otros, el pueblo no tiene nada que ver con la comunidad étnica y cultural, como sería de esperar, sino con una masa informe, con una ‘multitud’… con, en palabras de Laclau, “una plebe (plebs) que reclama ser el único pueblo (populus) legítimo”. Esta usurpación, esta impostura, pudiera parecernos una novedad, pero no lo es. Son los ‘sans culottes’, de nuevo, y el ‘tercer estado’; el proletariado apátrida de Marx, y su  dictadura… Los nuevos significantes, que se quieren vacíos (de nuevo Laclau), no acaban de ocultarnos su ‘historia’, su origen… y su finalidad.
La nueva izquierda, los nuevos jacobinos, los nuevos bolcheviques, dicen ser hoy la voz de los de ‘abajo’, de los ‘sin poder’, pero, como siempre,  se limitan a recoger las migajas, a explotar los desechos  del ‘sistema’. Es lo que reciben como premio a sus servicios. Por lo demás, necesitan de esos desechos como los cristianos necesitan ‘pobres’. Para ambos, la existencia de estos desechos, de estos pobres, es la garantía de su ‘necesidad’ (somos necesarios, dicen; si no fuera por ‘nosotros’…).
La izquierda sigue escrupulosamente las consignas del ‘sistema’. Aún más, siempre le parece que nuestras sociedades no son lo suficientemente democráticas, o que no son lo suficientemente diversas o ‘globales’ (multiétnicas, multiculturales). Podemos decir que son los radicales, los fundamentalistas del ‘sistema’; defienden como perros los idearios del ‘sistema’ –que se remontan, como se sabe, a los pensadores ‘ilustrados’ y a la Revolución francesa (recuérdese, de paso, a los inquisidores, a los ‘dominicos’, a los perros del ‘señor’). Adviértase su furor, su violencia contra los nacionalistas (los ‘nazis’, los ‘fachas’), a los que suelen denominar enemigos del ‘pueblo’, o de ‘clase’; contra los únicos, en verdad, que se enfrentan al ‘sistema’. El ‘terror’ (usado tanto en la Rev. francesa, como en la Rev. ‘rusa’) es su arma preferida.
El ‘sistema’ cuenta además con una red de organizaciones internacionales (ONU, OTAN, TJI, FMI…) y un conjunto de normas, cartas, y declaraciones de aplicabilidad universal que son verdaderos instrumentos de dominación global y que le permite intervenir, militar o económicamente (boicot), en cualquier Estado ‘soberano’ que no sea de su agrado. A estos ‘legales’ dispositivos represivos internacionales (políticos, económicos, militares, jurídicos…) se les suman ciertas organizaciones no gubernamentales (‘independientes’) que operan en cualquier lugar del planeta denunciando la menor desviación de las normas (democracia, derechos humanos…). Son una suerte de para-policía del ‘sistema’. A estas fuerzas para-policiales les podemos añadir los grupos izquierdistas y los anti-fascistas ya citados, que actúan a la manera de fuerzas para-militares del ‘sistema’ intimidando, incluso agrediendo, usando la violencia contra los grupos nacionalistas o identitarios a la menor oportunidad (hay, parece, absoluta libertad e impunidad para ello).
*Terminaré estas observaciones con citas de un artículo que Max Weber publicó en julio del 2013 en IHR (Institute for Historial Review): “Vice President Biden acknowledges ‘immense’ jewish role in american mass media and cultural life”. El artículo se puede encontrar en ‘google’ (aunque si algún lector me lo solicita puedo enviarle un ‘pdf’). Tras la introducción de Max Weber (abreviada), siguen algunas citas de Joe Biden:
In a remarkable but under-reported address, Vice President Joe Biden recently acknowledged that the “immense” and “outsized” Jewish role in the US mass media and cultural life has been the single most important factor in shaping American attitudes over the past century, and in driving major cultural- political changes.
In the United States, as in every modern society, those who control the mainstream media, and especially motion pictures and television, guide and shape how people, and especially the most socially attuned and culturally fashionable, think about major issues. The mass media, including popular entertainment, sets the limits on “permissible” discussion of important issues, and thereby steers the general direction of public policy. Views and ideas that those who control the media do not approve are vilified as “offensive,” “hateful,” and “divisive,” and are eliminated from “acceptable” public consideration, while anyone who dares to express such views is maligned as bigoted, backward and intolerant.
With special attentiveness to Jewish concerns and fears, the American media highlights real and supposed dangers to Israel and Jews around the world. Moreover, Israel’s adversaries are routinely portrayed as America’s enemies, thereby encouraging US wars against countries that Israel regards as dangerous.
Another important consequence of the Jewish hold on the mass media and cultural life has been – as Vice President Biden suggested – a broad decades-long promotion of cultural-racial “diversity” and “pluralism.” Jewish-Zionist leaders regard maximum “tolerance” and “diversity” in the US and other non-Jewish societies as beneficial to Jewish community interests.
American motion pictures and television, in collaboration with influential Jewish-Zionist organizations, have for many years sought to persuade Americans – especially younger Americans – to welcome and embrace ever more social, cultural and racial “diversity,” and to regard themselves simply as individuals. While striving to belittle and break down ethnic and cultural identity and cohesion among non-Jewish Americans, the US media promotes a tribalistic nationalism (Zionism) for Jews, and defends Israel as a proudly Jewish ethnic-religious state.
Without an understanding of the Jewish role in the American mass media and US cultural life, major social-political trends over the past century are all but incomprehensible. Vice President Biden’s frank acknowledgement of this “immense” clout is a welcome contribution to a greater awareness of this important reality of American life.
Lo que sigue son citas del propio Joe Biden.
“Jewish heritage has shaped who we are – all of us – as much or more than any other factor in the last 223 years. And that’s a fact.”
“Think – behind of all that, I bet you 85 percent of those [social-political] changes, whether it’s in Hollywood or social media, are a consequence of Jewish leaders in the industry. The influence is immense…”
“We talk about it in terms of the incredible accomplishments and contributions… because the values, the values are so deep and so engrained in American culture, in our Constitution.”
“You can’t talk about the recognition of rights in the Constitution without looking at these incredible jurists (Jews) that we’ve had.”
“The Jewish people have contributed greatly to America. No group has had such an outsized influence per capita… You can’t talk about the civil rights movement in this country without talking about Jewish… You can’t talk about the women’s movement… or immigration”…
“It was the social media… That’s what changed peoples’ attitudes. That’s why I was so certain that the vast majority of people would embrace, and rapidly embrace same-sex marriage”…
Indudablemente los nacionalistas alemanes sabían  muy bien lo que hacían cuando pusieron fuera de la circulación a los medios de comunicación de masa y de ocio judíos y tomaron el control de la información y de la cultura. Era la única manera de recuperar la salud nacional, la salud espiritual del pueblo; de que la comunidad étnica (la ‘Volksgemeinschaft’) recuperara su identidad, su  ‘ser’.
En la actualidad, es en EEUU, Inglaterra,  Francia… donde los judíos poseen los más importantes medios de manipulación de masas (prensa, cine, y televisión, principalmente) y desde donde exportan series, películas, documentales… que inundan el planeta entero (sobre todo los países occidentales). La ‘ideología’ (la ‘superestructura’, si se quiere) que circula por nuestros países, que alcanza a todos los estratos sociales,  y que afecta a todas nuestras instituciones (enseñanza, derecho, política, economía…) procede fundamentalmente del ‘bloque hegemónico’ judío o afines. Y esto es un hecho.
(Sobre este asunto pueden consultarse los trabajos de James Petras: ‘El poder en el poder globalizado’ y ‘El sionismo es el estalinismo del siglo XXI’, entre otros.)
*A propósito de los últimos atentados musulmanes en Bruselas (y en Pakistán, y en…). Los políticamente correctos y la izquierda bien-pensante vuelven a ponernos sobre aviso, desde nuestros medios de manipulación de masas, acerca de los peligros de los nacionalistas ‘xenófobos’. Una vez más. ¿Por qué estos constantes ataques a los movimientos nacionalistas e identitarios? El peligro no está en los nacionalistas europeos, por supuesto, el peligro está en los europeos que censuran sus demandas, demonizando su figura, y en los millones de musulmanes extranjeros residentes en Europa –que cuentan ya con una vanguardia armada intimidatoria (muyahidines, soldados de la yihad) que se dedica a poner bombas en nuestro territorio. Estamos asistiendo a los principios de su ofensiva armada. Tenemos al enemigo en casa –esto debería estar claro. El ‘espíritu étnico’ (‘volksgeist’), identitario, de los nacionalistas europeos, épico y heroico, es lo único que puede sacar a Europa de la peligrosa situación en la que se encuentra; es la única salida.
*Pueblo, nación, patria, Estado… Todo es uno y lo mismo cuando rigen los pueblos étnica y culturalmente emparentados desde hace milenos. Los pueblos aryas europeos. La nación arya. Ésta es nuestra meta.
El pensamiento provinciano. Para aquellos que ‘permanecemos en provincias’ (en palabras de Heidegger).
*Debemos tener lugares en los que no pueda entrar ningún no-arya. Lugares consagrados –centros religioso-culturales aryas; recintos acotados de religación propios y exclusivos.
Nos falta también un calendario arya con fechas, hechos, y personajes memorables y significativos que puedan ser reconocidos y compartidos por todos nuestros pueblos.
*
Hasta la próxima,
Manu,
1 comentario:
  1. Dagdiano13 de abril de 2016, 10:44
  2. Formidable, como siempre.
    Son cosas que jamás saldrán de la boca de ningún político cainita de los de ahora.
    No hablan ni hablarán de identidad ni de ser, puesto que ellos mismos están ahí puestos para evitar hablar de estos temas, por eso llegan o suben a la palestra los que más y mejor se amoldan al discurso que quiere el stablishment.
    Los que se salen de ese discorso no son conocidos o directamente defestrados o perseguidos por esa patulea de policía del sistema, las mismas ONGs, como muy bien indicas.
    Es un placer leerte, una vez más.
    Saludos.
FUENTE:
Publicado por arnold en 13:22  
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