Ser… o No ser Blanco… ó Negro Amigo… ó Enemigo
Al parecer toda existencia se manifiesta de forma bipolar: Arriba- Abajo; Bien-Mal; Luz — Obscuridad, etc…
En las poblaciones de “seres humanos” que habitan el planeta Tierra, desde miles, quizás millones de años, agrupaciones de naciones humanas se posicionan enfrentadas entre sí en una relación HOSTIL… De aquí la palabra hostilidades como equivalente a guerras. Esa contraposición no debe extrapolarse al ambito privado, es decir, a las relaciones de vecindad entre hombres y mujeres que pertenecen a un a misma comunidad racial, cultural ó religiosa. La confusión de ámbitos puede llegar a tener gravísimas consecuencias, como veremos a continuación, gracias al esclarecimiento de ideas que nos aportan dos artículos que tomamos prestados de un blog cuya calidad se nota desde un simple vistazo. Lo que sigue a continuación está copiado de Círculo Identitario Nietzsche:
lunes 1 de febrero de 2010
Distinción entre amigo y enemigo como aquello que determina el concepto de lo político

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«Si se aspira a obtener una determinación del concepto de lo político, la única vía consiste en proceder a constatar y a poner de manifiesto cuáles son las categorías específicamente políticas. Pues lo político tiene sus propios criterios, y éstos operan de una manera muy peculiar en relación con los diversos dominios más o menos independientes del pensar y el hacer humanos, en particular por referencia a lo moral, lo estético y lo económico. Lo político tiene que hallarse en una serie de distinciones propias últimas a las cuales pueda reconducirse todo cuanto sea acción política en un sentido específico.
Supongamos que en el dominio de lo moral la distinción última es la del bien y el mal; que en lo estético lo es la de lo bello y lo feo; en lo económico la de lo beneficioso o lo perjudicial, o tal vez la de lo rentable y lo no rentable. El problema es si existe alguna distinción específica, comparable a esas otras aunque, claro está, no de la misma o parecida naturaleza, independiente de ellas, autónoma y que se imponga por sí misma como criterio simple de lo político; y si existe, ¿cuál es?
Pues bien, la distinción política específica, aquella a la que pueden reconducirse todas las acciones y motivos políticos, es la distinción de amigo y enemigo. Lo que ésta proporciona no es desde luego una definición exhaustiva de lo político, ni una descripción de su contenido, pero sí una determinación de su concepto en el sentido de un criterio. En la medida en que no deriva de otros criterios, esa distinción se corresponde en el dominio de lo político con los criterios relativamente autónomos que proporcionan distinciones como la del bien y el mal en lo moral, la de belleza y fealdad en lo estético, etc. Es desde luego una distinción autónoma, pero no en el sentido de definir por sí misma un nuevo campo de la realidad, sino en el sentido de que ni se funda en una o varias de esas distinciones ni se la puede reconducir a ellas».
Supongamos que en el dominio de lo moral la distinción última es la del bien y el mal; que en lo estético lo es la de lo bello y lo feo; en lo económico la de lo beneficioso o lo perjudicial, o tal vez la de lo rentable y lo no rentable. El problema es si existe alguna distinción específica, comparable a esas otras aunque, claro está, no de la misma o parecida naturaleza, independiente de ellas, autónoma y que se imponga por sí misma como criterio simple de lo político; y si existe, ¿cuál es?
Pues bien, la distinción política específica, aquella a la que pueden reconducirse todas las acciones y motivos políticos, es la distinción de amigo y enemigo. Lo que ésta proporciona no es desde luego una definición exhaustiva de lo político, ni una descripción de su contenido, pero sí una determinación de su concepto en el sentido de un criterio. En la medida en que no deriva de otros criterios, esa distinción se corresponde en el dominio de lo político con los criterios relativamente autónomos que proporcionan distinciones como la del bien y el mal en lo moral, la de belleza y fealdad en lo estético, etc. Es desde luego una distinción autónoma, pero no en el sentido de definir por sí misma un nuevo campo de la realidad, sino en el sentido de que ni se funda en una o varias de esas distinciones ni se la puede reconducir a ellas».
El concepto de lo político. Carl Schmitt. Alianza, Madrid, 2009, pág. 56.
Etiquetas: Carl Schmitt
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unes 8 de febrero de 2010
Significado de los conceptos de amigo y enemigo en Carl Schmitt

Enemigo no es pues cualquier competidor o adversario. Tampoco es el adversario privado al que se detesta por cuestión de sentimientos o antipatía. Enemigo es sólo un conjunto de hombres que siquiera eventualmente, esto es, de acuerdo con una posibilidad real, se opone combativamente a otro conjunto análogo. Sólo es enemigo el enemigo público, pues todo cuanto hace referencia a un conjunto tal de personas, o en términos más precisos a un pueblo entero, adquiere eo ipso carácter público. Enemigo es en suma hostis, no inimicus en sentido amplio; es πολεμιοϛ, no εχφροϛ. A semejanza de lo que ocurre también en muchas otras lenguas, la alemana no distingue entre “enemigos” privados y políticos, y ello da pie a multitud de malentendidos y falseamientos. La famosa frase evangélica “amad a vuestros enemigos” (Mt. 5, 44; Lc. 6, 27) es en original “diligite inimicos vestros”, αγαπατε τουϛ εχφρουϛ υμων, y no “diligite hostes vestros”; aquí no se habla de enemigo político. En la pugna milenaria entre el Cristianismo y el Islam jamás se le ocurrió a cristiano alguno entregar Europa al Islam en vez de defenderla de él por amor a los sarracenos o a los turcos. A un enemigo en sentido político no hace falta odiarlo personalmente; sólo en la esfera de lo privado tiene algún sentido amar a su “enemigo”, esto es, a su adversario. La cita bíblica en cuestión tiene menos que ver con la distinción política entre amigo y enemigo que con un eventual intento de cancelar la oposición entre bueno y malo o entre hermoso y feo. Y desde luego no quiere decir en modo alguno que se deba amar a los enemigos del propio pueblo y apoyarles frente a éste».
El concepto de lo político. Carl Schmitt. Alianza, Madrid, 2009, págs. 58-59.
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