lunes, 2 de noviembre de 2015

“El dios sangriento”.. de los pueblos indígenas de América

“El dios sangriento”.. de los pueblos indígenas de América  / por Alfonso Trueba

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LUNES, 2 DE NOVIEMBRE DE 2015


HUICHILOBOS

El dios sangriento
La otra verdad del indigenismo
antes de la llegada de los españoles

14 x 21 cms., 75 págs.
Tapa dura con sobrecubierta color
  1. V. P: 9 €
En Occidente, y especialmente en España, planea en nuestros días una suerte de convicción íntima de que los aborígenes de América eran una especie de “buen salvaje” roussoniano, inocente y puro, viviendo en armonía con el entorno y sus vecinos. La obra de España en América queda así soslayada, siendo sustituida por la imagen distorsionada de una monarquía católica imperialista, esclavista y aniquiladora que nos ha vendido el marxismo cultural. De ahí que esta edición de la obra de Alfonso Trueba se torna de una necesidad acuciante. Pues el indigenismo –como corriente ideológica– se ha convertido en una suerte de vector vital del marxismo cultural en América,arrojando sus tentáculos contra la Tradición y la verdad histórica, es decir: contra España y la Iglesia Católica. Mediante el constructivismo histórico e ideológico, y con la inestimable ayuda de los mass media, la ingeniería social ha logrado implantar por doquier mitos fundacionales, cuyo propósito ulterior no es otro que negar toda legitimidad de origen, y aun de ejercicio, a la empresa hispano católica.
Entre los falsos mitos se encuentra que previo a 1492 se vivía en el continente americano una suerte de paraíso terrenal, especie de utopía rousseauniana donde imperaba la justicia social, la felicidad, la paz, la tolerancia, el orden y el respeto irrestricto hacia la vida humana. Incluso hay quienes se han atrevido a calificar como democráticos sus regímenes. Luego habrían venido los españoles y cometido un genocidio sistemático sobre sus antiguos habitantes. Así planteada la cuestión, y recurriendo al reduccionismo y el sentimentalismo, la causa del indigenismo ha logrado adquirir consensosocial –casi unánime– en el mundo civilizado.
Otra falacia es que estos pueblos indígenas son originarios del continente (aseveración que ha sido demostrada hasta el hartazgo ser erronea) y que, en tanto siéndolo, tendrían derecho a segregar territorialmente las naciones hispanas, reclamando lo que es ¨suyo¨ (es decir, toda América).
Bastará con volver la mirada al denominado ¨arteprecolombino¨ para constatar tres rasgos distintivos que configuraron su cultura, que se repiten una y otra vez hasta el paroxismo: el terror, la ira y la tristeza.
El arte, se dice, es la disciplina que mejor refleja la Historia, cultura y alma de cada pueblo. Reparando en esto mismo, dice el autor de esta obra, cuando hay alguna figura humana que ríe, la sonrisa es mala, en un rostro de boca atigrada. Es sonrisa de antropófago que acaba de darse un hartazgo de carne humana (…) Son figuras repelentes que nos hablan de una civilización fundada en el terror y en lamuerte.
Aserto éste que se verifica íntegramente y a lasclaras con la pronta y decisiva alianza de medio Mesoamérica indígena con los conquistadores españoles contra el bestial dominio de los aztecas. Pero, ante todo, constatamos esta verdad en el hecho de que pueblos enteros optaron por liberarse del yugo de sangrientos ídolos que, siempre infatigables de sangre humana, se tragaban a sus familiares en rituales inmolaciones, siendo sus cuerpos posteriormente destinados a banquetes antropofágicos para unos pocos elegidos.
Ante esta realidad infernal, no deberá sorprender los indígenas hayan elegido adorar a Jesucristo, el ¨Dios bueno¨ –como le llamaban–, y a su madre, Nuestra Señora de Guadalupe, por encima sus endemoniadas deidades.
Siguiendo los minuciosos estudios del Padre Sahagun y otros cronistas, se adentra el autor en los rasgos salientes del principal de los dioses mexicas, Huitzilopochtli (Huichilobos para los españoles), relatando a su vez los distintos sacrificios humanos –incluyendo niños– que en honor a éste y otros ídolos ofrecían los aztecas en cada uno de los 20 meses de su calendario.
Una obra pues de obligada consulta para el estudio y entendimiento de la historia y cosmología precolombina mesoamericana; de los nahuas, particularmente.
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