domingo, 5 de enero de 2014

FRANCISCO UMBRAL…¿también sufrió la derrota de Europa? / domingo, 5 enero 2014

FRANCISCO UMBRAL…¿también sufrió la derrota de Europa?


EL BLOG “JUAN FERNANDEZ KROHN DESDE BÉLGICA” PUBLICA, CON FECHA DE 4 DE ENERO DE 2014, UN POST TITULADO “UMBRAL, EVANGELISTA DE HITLER”, EN EL QUE SE INTERPRETA UNA DE LAS NOVELAS DE FRANCISCO UMBRAL, EN CLAVE TESTIMONIAL DE DE DERROTA MUNDIAL DE 1945.

CLIPEUS reproduce a continuación parte  del artículo de Juan Fernández Krohn

Mayo del 45. Los soviéticos plantan la bandera roja en los altos de la Cancillería, en Berlín, la capital de la Alemania vencida. Una derrota mundial que muchos vivieron en España como propia o que vivirían años después, como si fueran los ultimos coletazos de aquella.
Hay momentos en nuestras vidas embargados de melancolía a un punto tal que dan ganas de dar rienda suelta a la lágrima (cálida, viril, de pura hombría) y mandar al diablo la tecla o la pluma. Es de lo que de pronto me entran ganas -al compás de una musica “atlántida”, de una generación más joven que la mía- depues de haberme devorado de nuevo hoy por la mañana uno de los libros de Francisco Umbral, de los más crípticos y enigmáticos de todos los suyos.
La más reveladora -en clave autobiográfica me refiero- de sus novelas guerracivilistas. “Madrid 1940” de la que me ocupé en una de mis últimas entradas es una cronica novelada de la derrota mundial -en el 45- tal y como se vivió desde España en vision retrospectiva por supuesto porque cuando aquella se vio consumada el cronista (el propio Umbral) no tenia mas de trece años (…) Es no obstante algo más, como lo intuía vagamente y como lo acabo ahora de comprobar.
No es una simple novela sino una confesión desgarradora (novelada porque sin duda a Umbral no podía pedírsele más) de uno de lo autores más relevantes de la literatura española contemoranea, que viene a plasmar cómo vivió él (por fuera como por dentro) una de los ultimos coletazos -en el teatro de la politica española y de nuestra historia contemporanea de los últimos setenta años tras el 45- de la Segunda Guerra Mundial.
Cada cual se imagine a sus ídolos como les plazca, y los devotos y admiradores de Umbral se habran podido iamginar y fabricar un Umbral -en su obra como en su trayectoria- a su gusto y a su medida y sin duda no les faltaban motivos, el mío en cambio -el Umbral que yo guardo en la memoria (y al que no cononocí personalmente, es cierto)- es desde luego sensiblemente diferente al que parecen venerar algunos de los mas destacados celadores de su memoria y admiradores suyos (y admiradoras)
Marinetti fue un gran autor y poeta vanguardista y un hombre trágico. Permanecio fiel al fascismo hasta el final y murió tras alistarse de voluntario con las tropas italianas destacadas en el frente del Este (en 1944) Su célebre frase se la inspiró el desmbarco italiano en la plaza libia de Trípoli (1911) durante la guerra italo-turca. Umbral le dedica significativamente uno de los fragmentos de inspiración nazi “recuperados” que concluyen su novela “Madrid 1940”
Como los que se reunieron durante varios años en tres coloquios sucesivos de una universidad del Suodeste de Francia, de los que me fue dado asistir al primero de ellos. Un Umbral costumbrista, trangresor, amador de mujeres, conocedor (profundo) del alma y la sensibilidad femeninas, poeta (mayormente en prosa) -“rojo”, de izquierdas (faltaría)- autor de “Mortal y Rosa”, las Ninfas o la “Noche que llegué al café Gijon” (o del Giocondo a lo sumo, o “Balada de gamberros”) que son esencialmente las titulos que aquellos mas gustan de recordar a tenor del exito editorial de los mismos sin duda alguna.
A mi no obstante era otro el Umbral el que me interesaba como lo di a entender en el coloquio aquel en el que participé. El Umbral de una memoria de guerra civil. Un Umbral al que dediqué tres años de mi tiempo y grandes esfuerzos de reflexión e investigacion -y viajes y desplazamientos- como aquí ya saben y del que no vine a des cubrir todo lo que contaba descubrir en un primer momento es cierto.
Mi mensaje caló no obstante un poco entre sus devotos porque fue ese precisamente -el de la memoria (historica)- el leitmotiv del tercero (y último) de los coloquios que sus devotos y devotas le dedicaron como si así quiseiran ya cerrar de una vez el círculo (cartesiano) de su obra, o del mensaje (que me diga) de su vida y su trayectoria.
Como un entierro (de tercera mas bien) no obstante o un “más vale no meneallo”, la guerra civil y su memoria en Umbral. Como un volcán dando signos de actividad o un pozo sin fondo del que no sabían a ciencia cierta lo que podía dar de si (…)
Esparta. “El esfuerzo rindiendo culto al esfuerzo”, una glosa de Ortega (fuera de toda sopecha) que recoge Umbral de uno de sus “fragmentos” pro/nazis en “Madrid 1940” La memoria de Europa y de Occidente trasciende y es anterior a la democracia
Porque su obra a medida que nos adentramos en ella se diria que se pone por momentos a arder en llamas sobre el tema en ascuas. Y esa es la impresión neta y nítida que me invadía leyendo hoy los ùltimos párrafos de “Madrid 1940” que no dejaron de darme hueso duro de roer desde que los leí por primera vez a principios de la década de los noventa cuando quel librito cayó en mis manos por primera vez en una de mis visitas fugaces a Espana viviendo yo ya en Bélgica y del que creo que acabé encontrando la clave en una de las frases perdidas, entre líneas del protagonista (autobiográfico) de la novela -Mariano Armijo, el joven falangista desesperado- donde confiesa haber publicado en prensa de provincias por cuenta (o por orden) de Juan Aparicio “ignorando la derertrota”, se sobreentende la del 45.
El que fue todopoderoso director de prensa en la posguerra guió y apadrinó a un Umbral muy joven en los inicios de su trayectoria (y de su vida politica) como creo ya aquí haberlo dejado suficientemente registrado (en este blog lo mismo que en el trabajo al que aqui hago alusión) Juan Aparicio como todos los falangistas del régimen en la posguerra tras el 45 -como Arrese, como Girón, como el mismo Muñoz Grandes, como Rodrigo Royo (y tantos otros)- fueron falangistas claramente pro/nazis o facistas que no se resignaron a la derrota de las potencias del Eje y acabaron mordiendo el polvo del fracaso y de la derrota y sufriendo así la suerte de sus hermanos o camaradas ideológicos. Con una o dos decadas de retraso apenas (…)
“Fragmentos”, “textos perdidos” o “abandonados” (…) Así los describe la moderna ciencia linguistica o filológica. Y esa es sin duda la clave de de interpretacion de los últimos párrafos -como intercalados, dispersos (…)- de “Madrid 1940” que alumbran de golpe de una nueva óptica o luz (cegadora) toda la novela desde la primera a la última de sus paginas -a comenzar por el título- y si se me apura de la obra entera de Umbral y del conjunto de su trayectoria.
Porque esas últimas paginas de “Madrid 1940” tienen el sabor de lo vivido y de lo asumido (como fe y como  creencia), de lo soñado (hasta el delirio) y de lo escrito -como dice el mismo Umbral- “a ráfagas (de pasion, de genio inspirado) y a fustazos” Textos de combate en suma, de una batalla que riñeron Umbral y sus cmaradas de entonces en el marco de la crisis interna del régimen del 56 y 57 -la más grave del franquismo- y que acabaron perdiendo, como arrastrados por el peso de la derrota de los fascismos en el 45.
El general Agustín Muñoz Grandes, primer jefe de la División Azul, fue uno de los grandes perdedores de la crisis de régimen de 1956. Umbral, en tono admirativo, le cita significativamente en otro de sus fragmentos pro/nazis de “Madrid 1940” Botón de muestra mas elocuente y emblemático si cabe que ningún otro que la II Guerra Mundial seguía riñéndose en España al interior del Régimen de Fraco una década después de la derrota de Alemania(…)
Y esas frases sueltas como perdidas suenan a epitafio de los vencidos de entonces y también a testamento personal de alguien como el autor que a todas luces quiso contarse entre aquellos. No son meras declamaciones teatrales o narrativas y a gusto del lector o del consumidor por muy “distantes” que se muestren, no, sino gritos de guerra y lamentos (ancestrales) de una gran derrota. Y eso es precisamente lo que les da su fuerza de impacto y de agarre y loq ue distingue a suutor de otras novelas históricas sobre nuestra guerra civil.
“Soy rubio, soy castellano ario -y Umbral efectivamente lo era (…)- ya no hay sitio para mí en el mundo” “Me levanto y rompo el espejo” (…) “Hitler…” “Hitler…” “Hitler…” la evocacion fúnebre como una invocacion de innegable fuerza magica, cautivante, se repite un parrafo tras otro, a modo de encabezamiento, mientras el protagonista va registrando en sus pormenores los úlitmos minutos de la derrota alemana.
Y conforme avanza el relato, van en aumento y tomando peso y consistencia las imprecaciones -o maldiciones- contra la actitud de Franco ponéndose de parte de los ganadores, “y vendiendod a las democracis vencedoras una neutralidad que en realidad fue una neutralidad pactada favorable a Hitler” Hundiéndose así irrremisiblemente “en el albañal de la traición, de la deslealtad y de la cobardía”
Un canto umbraliano, auténtico resucitado o rescatado al atardecer du su vida como quien dice, a “una Europa rubia, militar y mitológica en el momento de su derrumbe” “A los pueblos no romanizados o que se impusieron a Roma. “A Hitler, el nuevo mesías, cirujano de hierro” (mucho más de lo que pretendió serlo Franco) Al proyecto arriesgado de victoria en comun de los nazi/fascismos que haría suyo en profundidad (sic) José Antonio.
A “la redencion por la raza (y por el crimen) (sic)” de los talitarimos” frente a “la humillante redencion por la caridad propia del cristianismo” A “las multitudes de semi/dioses cada uno con su antorcha, con su luz, con su poder de matar y de morir” que engendraron los fascismos. Y a la grandeza de los sistemas totalitario, a saber la de “persistir hasta la muerte como lo habran hecho los alemanes”
Un canto surcado igualmente de impecraciones y maldiciones. Por el triunfo del Oriente sucio (“el gran sueño de nuestra vida -de una Europa rubia y aria- ha terminado”) De esos “orientales judíos y moros” que volverán a ennegrecer (sic) el mundo atacando por la espalda a las estúpidas y confortables democracias” (…) Maldito el triunfo (junto con aquellos) de “los enfermos, los viejos, los judíos, los débiles, los pobres, intelectuamente esclavizados por el alcohol y por el sexo”
Y en lo mas hondo de la confesion biográfica que encierra el relato desgarrador y que da al lector la medida de la hondura y lo inconmensurable del drama o de la tragedia personal del autor. “Soy el huérfano de José Antonio, de Hitler, de la Falange” “La muerte de Hitler me ha dejado hospiciano” Y todo por el estilo (…)
Hitler, el último, el auténtico, el definitivo padre de reemplazo de Francisco Umbral, y no otro. Digan lo que digan sus comentaristas y sus biógrafos. Un Umbral inédito y desconocido, evangelista de Adolfo Hitler

4 comentarios:

PREFERENS dijo…
El sentimiento tuyo lo comparto y entiendo perfectamente tu postura, hoy también a mí me han dado ganas de colgar el ratón. Sí, Umbral fue un genio, su mirada era un periscopio, nadie contó con tanto garbo y de tan sibilina forma que los españoles perdimos la guerra, supo zafarse porque este es un país de conversos y de emboscados. Magníficos tus artículos – y no me gusta adular- son el nenúfar en medio de un estanque de aguas podridas. Bendito tú que te autoexilaste, muchos de nosotros nos sentimos metecos o apátridas en nuestra patria. Creo que la verdad, la hidalguía y el coraje están de nuestra parte frente a la calumnia, el desprecio y el olvido. España no existe porque la Iglesia Católica que fue su razón de ser, el fulcro de la palanca, el acmé de sus triunfos y sus derrotas, ha desaparecido o se convirtió en un ente confuso algo parecido a una ONG desde Pablo VI pero sobre todo desde Wojtyla. Mis mejores deseos y paz y bien que decían los franciscanos conventuales de Cisneros
Buenos días, Antonio. Comparto prácticamente todo lo que dices. Yo me defino en lo sucesivo pos/cristiano y anti-cristiano azl mismso tiempo.
Anti-cristiano en lo que la iglesa católica tuvo y tiene de judeo/cristianismo (en el sentido que le da la critica bíblica moderna) -o de “judaísmo de segunda mano como te lo declaró a tí Angel Alcazar de Velasco (que se confesaba al mismo tiempo ateo) de lo más certero- algo que puso al (gran) destape el concilio vaticano segundo (y lo que se siguió) Y en el sentido que le dio De Maistre que habló del “veneno oculto (judío, subversivo, anti-romano) en los evangelios”
Y me siento a la vez pos/cristiano en la medida que vengo de ahi, del catolicismo. De una estirpe de catolicos españoles que se pierde en la noche de los tiempos. Tuve incluso como lo declaré hace años al diario el Mundo martires en mi familia durante la guerra civil (…) Pos/cristiano en el sentido que le dio Maurras a las palabras de católico y de catolicismo, lo que le valió su condena en Roma (y también su reconciliación sin cambiar una jota de lo que había dicho o escrito) unos años después.
Gracias también por elogiar mi autoexilio (sic), Antonio. Muchos me lo habrán reprochado. Me siento en lo sucesivo a caballo de los Pirineos, entre España y Bélgica. Una forma de servir de puente entre ellos -que tienen no poco de hispanos aunque no lo reconozcan- y nosotros. Gracias de nuevo y un fuerte brazo
PREFERENS dijo…
muy estimado colega: Siempre me gustó hablar de estas grandes cuestiones con hidalgos porque siempre fueron más liberales- en el sentido cervantino de la palabra- y no estos “demócratas” que son unos totalitarios y viscerales. tajantes, bíblicos (quizá la raíz marrana de nuestro pueblo) y por eso tu bitácora me entusiasma, escribes corto, viertes muchísima información, y escribes sin odio, ese odio que le “epataba” a Umbral en el Gijón, hasta el punto de que un comunista le cascó una bofetada. Qué sacrilegio, madre mía! Acabo de publicar un libro “CELA, EL GIJÓN Y YO” y un capítulo lo dedico a Paco Umbral incluyendo una foto de una vez que nos retratamos él, Diego Jesús Jimenez, el Adonais de Cuenca, España, su mujer y yo. Era Umbral imbatible en la distancia corta de los dos folios y medio y en las descripciones de talantes y rostros, el arte de la prosopografía que cultivaban nuestros poetas del siglo de Oro y él lo hace renacer. Pues bien, si así lo deseares, te lo puedo remitir, pero me gustaría saber una dirección postal o un apartado de correos, sin que atente a tu privacidad. El libro tiene 400 pp y como una docena de ilustraciones, lo publiqué a mis expensas y me han dicho que es cabal, un versión a mi aire de LA NOCHE QUE LLEGUÉ AL CAFE GIJÓN y que yo no había leído hasta después de sacar mi libro. Que pases buen domingo y que te echen muchos regalos los Reyes Magos. Un abrazo, Juan Fernández Kröhn. El dicho aquel de que “España mi natura, Italia mi ventura y Flandes mi sepultura” de los veteranos de los tercios viejos creo que no va contigo porque creo que en Bélgica has sido venturoso
Gracias por tus elogios y tus frases amables, Antonio. Deduzco que conociste bien a Umbral. Yo no. Y no sé si alegrarme o entristecerme porque oi decir que era alguien muy imprevisible en sus reacciones y que por consiguiente tan pronto hubiera podido salir el encuentro bien como acabar igual que el rosario de la aurora, porque si bien cierto que acabé admirándole -grandemente- como ya sabes, no pensaba igal que él y sigo sin estar de cuerdo con muchas cosas de las cosas que escribia, ni con algunas actitudes (emblematicas) tampoco. Participe en julio del 2010 en el marco de los cursos de verano de la Complutense del Escorial en un coloquio bajo el titulo “De Larra a Umbral donde conoci a su viuda, España, que me hizo entrega del diploma al final del coloquio (de tres días) en persona. Con afabilidad por cierto y como si no hubiera pasado nada, porque justo antes en la última de las sesiones tuve una intervención que armó bastante revuelo donde saqué a relucir el tema (en acuas) de la filiación biológica (“desconocida”) de Umbral, como ya lo había hecho en mi blog de Periodista Digital. Y en vez de lo que me esperaba, su viuda no mostró signos de contrariedad, al contrario mas bien, ya digo. Con mucho gusto acepto el obsequio del libro que me ofreces. Si me mandes una dirección digital, haré como tu dices. Un abrazo

1 comentario:

julio sanz dijo…
No conocía tan interesante faceta de Francisco Umbral, cuya libro “La noche que llegué al Café Gijón” me ha llevado a recordar el recientísimo libro de un escritor y periodista amigo, “Cela, el Café Gijón y yo”. Es el propio autor, Antonio Parra Galindo, quien explica en su blog un estudio comparativo entre su libro y el de Umbral. Este es el enlace:
“La noche que llegué al Café Gijón”.
Sobre Umbral yo, personalmente sólo llegué a conocer su etapa de columnista en el diario de Jesus Polanco “El País”, y debo confesar que hasta hoy nunca había tenido noticia de sus al parecer simpatías falangistas que le atribuye Fernandez Krohn.

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