jueves, 21 de febrero de 2013

HEIDEGGER: PATRIA Y TIERRA

HEIDEGGER: PATRIA Y TIERRA

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JUEVES, 21 DE FEBRERO DE 2013


Heidegger trata el concepto de patria ayudándose de la oposición arraigo/desarraigo. Ahora vivimos la experiencia continua del desarraigo. La civilización mundial tecnológico–científica sitúa al hombre en un universo de cálculos, aparatos, compras y ventas que lo apartan de una relación normal con la tierra y con los otros. La técnica moderna nos ha desterrado. Ahora somos apartidas funcionarios de la técnica. Al modo técnico–moderno de vida, le corresponde un pensar calculador que no es capaz de aprehender el ser. Al modo tradicional de vida, le corresponde un pensar meditativo que sí es capaz de captar la esencia. En la cultura actual, predomina la entrega irreflexiva a la utilidad y al dominio. Importan el dinero, los aparatos y el poder. Pero las cosas no son verdaderamente así, el verdadero ser se olvida. El sentido que Heidegger da a la patria tiene que ver con la vuelta a las raíces de la tierra y a un pensar meditador. La misma desconfianza hacia la forma moderna de vida encontramos en los volkisch.
La mujer de Heidegger tenía una cabaña en Todtnauberg en medio de la Selva Negra. Heidegger acomodó aquella cabaña en 1922 y la convirtió en su lugar favorito de estudio. Muchos de sus libros fueron escritos allí. El ambiente de la sencillez del pueblo le enseñó muchas cosas. Los paisanos le hablaban de la vaca enferma, del tiempo, de los nuevos sucesos locales… Una campesina de 83 años subía a verle de vez en cuando y le contaba antiguas historias. Las relaciones y conversaciones con los campesinos albergaban algo mucho más profundo que los tratados académicos. El pensamiento que entrega la esencia surge de las raíces del pueblo, no de las organizaciones técnicas. El contraste vida campesina/vida de ciudad acompañó a Heidegger toda su vida:
En marzo y en agosto de 1925 Heidegger escribió a Hanna Arendt las siguientes cartas:
“La soledad de las montañas, el curso tranquilo de la vida de los montañeses, la proximidad elemental del sol, de la tempestad y del cielo, la sencillez de una huella perdida en una pendiente amplia y cubierta de una gruesa capa de nieve – todo ello aleja de verdad el alma de toda la existencia despedazada y desmenuzada de la civilización.
Y este es el suelo natal de la alegría pura. Uno no necesita lo “interesante”, y el trabajo posee la regularidad de los golpes lejanos de un talador en el bosque alpino” (1)
“Vuelvo a vivir aquí con la naturaleza y con el suelo natal y percibo, por así decirlo, cómo crecen los pensamientos. También resulta maravilloso meditar mientras paseo entre los abetos rojos. Muy de vez en cuando me encuentro con algún leñador –veraneantes y cosas por el estilo no existen por estos pagos. Conozco cada vereda del bosque, cada pequeño manantial, los pasos de los ciervos – o el lugar donde se juntan los urogallos” (2)
Las reflexiones sobre tierra y patria, tan comunes en su época de los comentarios a Hölderlin, ya estaban presente antes de Ser y tiempo, como muestran las cartas.
“Patria”, en alemán, se puede decir de dos maneras: Vaterland o Heimat. Vaterland suena a padre, como en español. Heimat suena a hogar (Heim), a país natal y a tierra. Hólderlin utiliza tanto Vaterland como Heimat. Heidegger utiliza preferentemente Heimat. Los dos autores utilizan también el término Geburtsland, literalmente: tierra natal. Dependiendo del contexto, puede significar la patria misma o el lugar en el que ocurrió el nacer y el crecer.
Es a comienzos de los años cuarenta, en sus trabajos sobre Hölderlin, cuando Heidegger trata el tema de la patria y del suelo natal de manera exhaustiva. El poema de Hölderlin Retorno a la patria/A los parientes describe un viaje de regreso a la patria. A medida que el viajero va llegando, nota la cercanía:
“Todo parece familiar, el saludo de prisa al pasar también
parece de amigos, todo rostro parece emparentado
Ah, ciertamente, es la tierra natal (Geburtsland), el suelo de la patria (Heimat)
lo que buscas, está cerca, ya te sale al encuentro
En las montañas me cautiva un lugar amistoso” (3)
Pero entrar en la patria no es tan fácil, la patria se cierra sobre sí misma, se reserva a los que tienen determina mirada. El secreto que esconde es lo más sencillo: la campesina con los cubos, la vaca pastando, la fuente… Pero lo sencillo es al mismo tiempo lo más misterioso. No es fácil ver desde una perspectiva tecnológica lo que es tan evidente.
Patria es, de entrada, el lugar donde nacemos y vivimos. Pero podemos nacer, crecer y residir en un lugar sin el mínimo arraigo. Estar en una patria en la época de la técnica moderna no es lo mismo que vivir en una patria y vivir la patria. La forma de vida actual deja morir la patria. Vivir la patria y ser de la patria es estar en casa y ser de casa, con todos los matices de cercanía acogedora, sentir como propio, protección e identidad que esto implica.
Pero estar en casa y ser de casa todavía no es suficiente para caracterizar la patria.  “Comienzo” (Beginn) en    Heidegger significa lo que ocurrió en una fecha como primer elemento de una secuencia. Por ejemplo el asesinato de Sarajevo el 28 de junio de 1914 es el comienzo de la Primera Guerra Mundial. El comienzo no es ninguna causa, es simplemente una fecha de referencia. “Inicio” (Anfang) significa aquello a partir de lo cual se pone en marcha un proceso. Muchas veces el inicio suele ser un acto de voluntad. Por ejemplo, el inicio de Europa se encuentra en el modo de vida que decidieron los griegos. “Origen” (Ursprung) significa la estructura de posibilidades que permite cualquier inicio y cualquier comienzo. En definitiva, el origen es el ser mismo. Pero el ser se conserva en el misterio. Por eso Heidegger habla la mayoría de las veces de cercanía al origen en vez de hablar de origen. Estar en casa y ser de casa lleva implícito un sistema especial de relaciones. El equilibrio de las sencillas relaciones del estar en casa y ser de casa abre en los pueblos una claridad que los remonta a la cercanía del origen:
“La patria se prepara como la tierra de la cercanía al origen” (4)
“La patria es el origen del espíritu y el fundamento del origen” (5)
Si logramos entrar dentro de la patria, el alejamiento del origen propio de la historia de Occidente desde Sócrates se vuelve acercamiento. La patria resulta ser de esta manera un ámbito especial en el que nos encontramos a salvo del destierro. Salvar es librar de los riesgos, en este caso poner a buen recaudo de los manejos de la técnica moderna. Salvamos al niño, la casa, la amistad, las buenas relaciones… y esto es tanto como dejarlos ser lo que son y como son. Salvar es guardar algo esencial: “salvar (retten) significa propiamente: franquearle a algo la entrada a su propia esencia” (6). El estar en casa guarda lo esencial que hay implícito en lo sencillo. Hay un sistema de relaciones tradicionales donde podemos ver las cosas como son, en su esencia, sin manejos. Reflexionar a la manera meditativa que lleva a las esencias es algo que hay que hacer desde la patria. Todavía en 1966, en la entrevista del Spiegel, Heidegger seguía pensando lo mismo sobre lo esencial dentro de la patria: “Todo lo esencial y grande solo ha podido surgir cuando el hombre tenía una patria y estaba arraigado en una tradición. La literatura actual, por ejemplo, es en gran parte destructiva” (7).
La patria entrega la esencia porque es la proximidad al ser: “La patria de este morar histórico es la proximidad al ser” (8). Retorno a la patria es retorno a las cercanías del origen. Solo en las cercanías del origen se abre un claro en el bosque del ser que permite experimentar la verdad. Esto no quiere decir regresar a una patria que está ahí previamente, porque la patria hace tiempo que la hemos perdido. Quiere decir trabajo de descubrir las huellas que permiten el regreso.
Uno de los riesgos del pensamiento calculador es la universalidad. Las entidades universales que valen para todo se quedan en lo indiferente y resulta que no valen para nada realmente esencial (9). El pensamiento calculador es uniforme y, por tanto, apátrida; no puede acceder al misterio de lo individual. La patria y el ser-ahí, en cuanto que son plenitudes individuales, se desvanecen ante el imperio de lo calculable. Podría pensarse que esto es un asunto meramente abstracto sin conexión con la realidad. Pero Heidegger nos recomienda en el discurso del aniversario de Messkirch (10) que miremos a los tejados de nuestras ciudades. Están llenos de antenas a través de las cuales nos llegan historias que no tienen nada que ver con nosotros mismos. Somos extranjeros en nuestra propia patria. ¿Acaso no hay suficientes historias en el propio pueblo como para atiborrarse de historias preparadas por los medios de comunicación social para favorecer el imperio de la calculable?, ¿dónde están las historias del abuelo alrededor del fuego? Recordemos que en Grecia el teatro era gratis y versaba sobre los mitos propios. Se guardaba la tradición, se podía estar a salvo dentro de la patria; no había destierro cultural. La uniformidad e indiferencia del pensamiento moderno (igualdad y abstracción) se opone punto por punto a lo propio de la patria (diferencia y concreción). Otra característica de la patria es, por tanto, lo propio, lo diferente, lo singular y lo concreto. El ser está de parte de lo concreto, no de parte de lo abstracto.
“Sano y salvo”, “a salvo” y “salve” se dice en alemán heil. Pero heil, además de salvación, tiene la connotación de lo sagrado, porque heilig significa sagrado y heiligen santificar. Cuando Heidegger dice que la patria permanece a salvo (heil) de las manipulaciones típicas de la historia occidental, dice también que es un reducto de lo sagrado. Según Hölderlin, faltan nombres sagrados; los dioses han huido de nuestro mundo. La vuelta de los dioses corre a cargo de los poetas. Ellos son los capaces de seguir el rastro de los dioses huidos. Poetizar es nombrar a los dioses, descifrar el lenguaje de los dioses. Esto solo puede hacerse en la claridad que produce la cercanía a la patria -esta claridad es lo sagrado- y solo puede hacerlo el poeta. La cercanía al ser, lo claro de la patria, es también lo sagrado.
La relación entre el ser y el ahí no se puede encontrar en la homogeneidad del mundo actual. El ser-ahí no puede ser auténtico a no ser que  haga una revolución. La revolución en el sentido de Heidegger -vuelta al auténtico ser, vuelta al origen- es un camino a recorrer a través de la patria.
La cabaña de Heidegger
La tierra y el apego a la tierra
Después de la Primera Guerra Mundial, los alemanes se negaron a pagar las indemnizaciones de guerra. En represalia, los franceses ocuparon el Ruhr. Albert Leo Schlageter, un antiguo teniente de la guerra y miembro de los Freikorps, formó una patrulla de combate para llevar a cabo actos de sabotaje contra la ocupación francesa del Ruhr. Los franceses lo apresaron y lo ejecutaron. En cuanto el partido nacionalsocialista subió al poder, le erigieron un monumento y promovieron conmemoraciones en cada aniversario de su muerte. Heidegger estuvo a cargo de la alocución de esta conmemoración en Friburgo:
“¡Estudiante de Friburgo!, ¡Estudiante Alemán!… Cuando en tus marchas y excursiones pisas las montañas, los bosques y valles de la Selva Negra, hogar de este héroe, experimenta y aprende que las montañas entre las que el joven hijo de campesinos creció son de piedra primitiva, de granito. Y ellas han estado mucho tiempo trabajando endureciendo la voluntad.
El sol de otoño de la Selva Negra se presenta bañando las cordilleras y bosques en la más gloriosa y clara luz. Ella ha nutrido por mucho tiempo la claridad del corazón.
Indefenso ante las miras de los fusiles que se movían hacia él, la mirada interior del héroe se fijó en el día y en las montañas de su patria por encima de las bocas de las armas, para morir por el pueblo alemán y por su Reich con la mirada puesta en el campo de la patria.
Albert Leo Schlageter murió su muerte, la muerte más difícil y más grandiosa de todas, con voluntad dura y corazón claro.
¡Estudiantes de Friburgo, dejad que la fuerza de las montañas de la patria de nuestro héroe fluya dentro de vuestras voluntades!
¡Estudiantes de Friburgo, permitid que la fuerza del sol otoñal de los valles maternos de nuestro héroe brille en vuestro corazón!
Preservad la dureza de la voluntad y la claridad del corazón, llevadlos a los camaradas de las universidades alemanas.
Schlageter estuvo aquí y y recorrió estos lugares como un estudiante de Friburgo. Ya no lo hará más. Él tenía que ir al Báltico; tenía que ir a la Alta Silesia; tenía que a ir al Ruhr.
Él no se permitió huir de su propio destino. Murió en la más difícil y grandiosa de todas las muertes con dureza de la voluntad y claridad del corazón.
Honremos al héroe y levantemos nuestro brazo en un saludo silencioso” (11)
Las montañas de la patria siguen endureciendo la voluntad como endurecieron la voluntad del héroe Schlageter. Aquí se encuentra en toda su plenitud el tema volkisch del hombre unido a la tierra. Cuando Schlageter miraba los fusiles franceses que le apuntaban, veía por encima de ellos las montañas de su tierra y solo pensaba en la muerte por su pueblo. Las montañas de Schlageter son las montañas del pueblo, las montañas de todos, la tierra de la patria. Schlageter tenía que ir a la guerra, tenía que luchar contra los franceses, la patria era lo primero. Su espíritu es la entrega por la patria, la entrega por el pueblo y la voluntad de la tierra natal. En la alocución de Heidegger, están presentes tanto la mística volkisch de unificación con el pueblo como el apego romántico a la tierra.
Para entender el concepto de tierra en Heidegger, hay que dar un rodeo a través del concepto de physis. El significado de la physis heideggeriana no tiene nada que ver con la naturaleza mecanizada de la física actual. La naturaleza -physis- en el antiguo pensar griego significaba algo muy distinto. Physis es, en primer lugar, surgir desde sí mismo que deja en sí mismo lo surgido. La flor surge de dentro del capullo y su desarrollo no se marcha fuera. De la misma manera la physis hace brotar y conserva al mismo tiempo lo brotado. Es por tanto autoproducción y autosostenimiento. Hablando en el lenguaje de los presocráticos, podemos decir que physis es aquello de donde todo surge y donde todo va a parar. En segundo lugar, es desocultamiento y ocultamiento. En cuanto brotar, se abre manifestando lo que estaba oculto. Pero no se trata de una apertura absoluta, no todo queda al descubierto. La physis, al desocultarse, se sigue albergando en el ocultarse, es ocultarse y desocultarse al mismo tiempo. En tercer lugar physis es todo lo que existe, incluidos los hombres y los dioses. La naturaleza especial del hombre no hace de él un ser aparte; tampoco hay un mundo aparte para los dioses. No hay nada fuera de la physis, no hay un mundo sobrenatural. Cuando la flor surge de la semilla, no va a parar a otro mundo distinto. Cuando la flor muere, no va a parar a otro mundo. La physis, al hacer surgir, crea un ámbito en el que deposita lo surgido y que sigue siendo physis. Este ámbito que acoge todo lo que surge es la tierra. La tierra da refugio a todo, es el refugio por excelencia. La tierra es la misma physis en su aspecto de albergar lo que surge: “La tierra es aquello en donde el surgimiento vuelve a dar acogida a todo lo que surge como tal. En eso que surge la tierra se presenta como aquello que acoge” (12). Si la physis es aquello de donde todo surge y a donde todo va a parar, la tierra es aquel ámbito donde todo va a parar y en el que habitamos.
“Ser hombre significa estar en la tierra como mortal” (14)
“Habitar es la manera en que los mortales son en la tierra” (15)
Ahora estamos en la tierra de una manera que nada tiene que ver con el ser. Más que habitar la tierra explotamos la tierra. Habitar es vivir guardando las cosas como son y ahora no dejamos ser a las cosas como son. Por eso dice Heidegger que el auténtico hombre es el pastor del ser mientras que ahora somos funcionarios de la técnica. El rasgo fundamental del habitar es cuidar lo esencial. Los mortales habitan la tierra en la medida que salva (cuidan lo esencial) la tierra y el cielo y en la medida en que se reconocen mortales. No existe la verdad del hombre sin la muerte. Engañarnos respecto a la muerte nos aparta totalmente de lo que el hombre es. el hombre es un ser mortal que habita en la tierra, bajo un cielo, que ha perdido a los dioses y que tiene que recuperarlos.
Cuidar la tierra, salvar la tierra y vivir conforme a esencia no son solo palabras, son expresiones que apuntan a lo más concreto, son ecología pura. La revolución del regreso al origen es una revolución ecológica. A Heidegger le ofrecieron una cátedra en Berlín mientras desempeñaba sus funciones en la cátedra de Friburgo. A pesar de que el puesto era de la máxima categoría, lo rechazó. La respuesta negativade Heidegger, muy en consonancia con su filosofía de apego a la tierra, está contenida en el conocido escrito ¿Por qué permanecemos en la provincia? Transcribimos aquí algunos párrafos:
“Y el trabajo filosófico no transcurre cual la apartada ocupación de un extravagante, sino que tiene una íntima relación con el trabajo de los campesinos. Mi trabajo se asemeja al del joven campesino cuando sube la pendiente remolcando el trineo de montaña y luego, una vez bien cargado con leños de haya, lo dirige a su cortijo en peligroso descenso; al del pastor cuando con su andar lentamente meditabundo arrea su ganado pendiente arriba; al del campesino cuando en su cuarto dispone en forma adecuada las innumerables tablillas para su techo. Allí arraiga su inmediata pertenencia a los campesinos.
El hombre de la ciudad piensa que “se mezcla con el pueblo” tan pronto condesciende a entablar una larga conversación con un campesino. Por las tardes, cuando durante la pausa del trabajo me siento con los campesinos en torno de la estufa o en la mesa junto del rincón donde está la imagen del Señor, casi nunca hablamos. En silencio fumamos nuestras pipas. Entretanto quizá cruza una palabra. Que el trabajo se termina en el bosque, que en la noche anterior se metió una marta en el gallinero, que posiblemente mañana una vaca parirá, que el campesino Oehmi ha tenido un ataque, que el tiempo pronto “se muda”. La íntima pertenencia del propio trabajo a la Selva Negra y sus moradores viene de un centenario arraigo suabo-alemán a la tierra que nada puede reemplazar.
………..
la memoria campesina tiene su fidelidad sencilla, segura e incesable. Hace poco le llegó la hora de la muerte a una campesina allá arriba. Ella conversaba conmigo a menudo y de buena gana, y me enseñaba viejas historias del pueblo. En su lenguaje enérgico y lleno de imágenes conservaba todavía muchas palabras viejas y diversas sentencias que habían llegado a ser ininteligibles para los actuales jóvenes del pueblo y, así, han desaparecido del lenguaje vivo. Todavía en el año pasado, cuando yo vivía solo semanas enteras en el refugio, esta campesina, con sus 83 años, subía a menudo la abrupta cuesta que conduce a él. Quería ver, como decía, si yo todavía estaba allí y si no me había robado de improviso “algún duende”. La noche que murió la pasó conversando con sus parientes y, hora y media antes de su fin, envió todavía un saludo al “señor profesor”. Tal recuerdo vale incomparablemente más que el más hábil “reportaje” de un periódico de circulación mundial sobre mí pretendida filosofía.
El mundo de la ciudad está en peligro de sucumbir a una falsa creencia corruptora. Una impertinencia muy ruidosa y muy activa y muy delicada parece, a menudo, preocuparse por el mundo y la existencia del campesino. Pero con ello se niega precisamente lo que ahora sólo hace falta: mantener la distancia de la existencia campesina; abandonarla -ahora más que nunca- a su propia ley; ¡fuera las manos!; para no arrastrarla en una falsa habladuría de literatos sobre lo popular y amor a la tierra. El campesino ni quiere ni necesita en ningún caso esta exagerada amabilidad ciudadana. Lo que ciertamente necesita y quiere es el tacto reservado respecto a su propio ser y a su independencia. Pero muchos de los procedentes de la gran ciudad y de los transeúntes -y no en último término los esquiadores- se comportan a menudo en el pueblo o en la casa del campesino como si se “divirtieran” en sus salones de recreo de la gran ciudad. Tal ajetreo destruye en una noche más de lo que puede fomentar jamás un adecenamiento científico de varios decenios sobre lo popular y las costumbres y usos del pueblo.
Dejemos toda intimación condescendiente y todo falso culto de lo popular; aprendamos a tomar en serio allá arriba aquella existencia sencilla y dura. Sólo entonces nos podrá volver a decir algo.
Hace poco recibí la segunda llamada a la Universidad de Berlín. En una ocasión semejante me retiro de la ciudad a mi refugio. Escucho lo que dicen las montañas, los bosques y los cortijos. En esto vengo a donde mi viejo amigo, un campesino de 73 años. En los periódicos ha leído sobre el llamado a Berlín. ¿Qué irá a decir? Lentamente desliza la segura mirada de sus claros ojos en los míos, mantiene los labios fuertemente apretados, me coloca su mano fielmente circunspecta sobre el hombro y sacude su cabeza en forma apenas perceptible. Esto quiere decir: ¡irrevocablemente no!” (13)
Heidegger no fue a Berlín porque eso significaba no estar en casa (patria). Y no estar en casa implicaba no poder pensar las esencias. El pensamiento meditativo surge en lo sagrado de la patria. Pero hemos perdido el claro donde se manifiesta la verdad, que es tanto como decir que hemos perdido lo sagrado. Lo más urgente es recuperarlo.
Todo fluye
Eugenio Gil
Notas
(1) Carta a Hanna Arendt, 21 de marzo de 1925. Hanna Arendt y Martín Heidegger, Correspondencia 1925-1975, Herder, p.17.
(2) Carta a Hanna Arendt, 23 de agosto de 1925. Hanna Arendt y Martín Heidegger, Correspondencia 1925-1975, Herder, p.43.
(3) Hölderlin, Retorno a la patria, a los parientes.
(4) GA 4, p.28. Interpretaciones sobre la poesía de Hölderlin, Ariel, 49.
(5) GA 4, p.92. Interpretaciones sobre la poesía de Hölderlin, Ariel, 112.
(6) GA 7, p.152. Constuir, habitar, pensar. En Conferencias y artículos, Ediciones del Serbal, p.132.
(7) Entrevista del Spiegel. En La autoafirmación de la Universidad alemana/El rectorado/Entrevista del Spiegel, Tecnos, p.71.
(8) GA 9, p.338. Hitos, Alianza, p.278.
(9) GA 4, p.31 ss. Interpretaciones sobre la poesía de Hölderlin, Ariel, p.55.
(10) GA 16, p.574 ss.
(11) GA 16, p.759. Alocución de Heidegger ante los estudiantes de Friburgo.
(12) GA 5, 31. Caminos del bosque, Alianza, p.35.
(13) Traducción de Jorge Rodríguez , en Revista Eco, Bogota, Colombia, Tomo VI, 5 , marzo 1963. http://www.heideggeriana.com.ar/textos/en_provincia.htm.
(14) GA 7, p.150. Conferencias y artículos, Ediciones del Serbal, p.130
(15) GA 7, p.148-149. Conferencias y artículos, Ediciones del Serbal, p.129.
Bibliografía
Martín Heidegger, La autoafirmación de la Universidad alemana/El rectorado/Entrevista del Spiegel, Tecnos, p.71 [La entrevista concedida por Heidegger a Der Spiegel fue en 1966 y publicada por Der Spiegel en 1976]
Martín Heidegger, Gelasenheit, Pfullingen, Neske, 1959 [Alocución de Heidegger en Messkirch en 1955]. Serenidad, Ediciones del Serbal, Barcelona, 1989.
Martín Heidegger, GA 16: Reden and andere Zeugnise eines Lebensweweges, Vittorio Klostermann, Frankfurt am Main, 2000 [Escrito por Heidegger entre 1910-1976].
Martín Heidegger, GA 9: Wegmarken, Vittorio Klostermann, Frankfurt am Main, 1976 [Escrito por Heidegger entre 1920-1961]. Caminos del bosque, Alianza Universidad, Madrid, 1984
Martín Heidegger, GA 7: Vorträge und Aufsätze, Vittorio Klostermann, Frankfurt am Main, 2000. [Escrito por Heidegger entre 1910-1976]. Conferencias y artículos. Ediciones del Serbal, Barcelona, 1994.
Martín Heidegger, GA 4: Erläuterungen zu Hölderlins Dichtung, Vittorio Klostermann,  Frankfurt am Main, 1980 [Escrito por Heidegger entre 1935-1968]. Interpretaciones sobre la poesía de Hölderlin, Ariel, Barcelona, 1983
Martín Heidegger, GA 53: Hölderlins Hymne “Der Ister”, Vittorio Klostermann,  Frankfurt am Main, [Escrito por Heidegger entre 1923-1944].

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