ATHANASIUS / SCHOLASTICA
Santo Tomás de Aquino EL PADRENUESTRO COMENTADO
...completa esta obra un bellísimo comentario al "Ave María"
...completa esta obra un bellísimo comentario al "Ave María"
Santo Tomás, en su libro Compendium Theologiae, estudia las
virtudes teologales. Trata de la fe, de
la esperanza y de la caridad. La fé nos hace conocer la verdad; la esperanza,
que dirige nuestros deseos a su legítimo fin; y la caridad, que ordena
totalmente los afectos.
El su comentario al Pater noster se alude a la esperanza; en
su comentario al Credo se refiere a la fé y en el comentario al Decálogo se
explaya sobre la caridad. Los tres
tratados señalan los conocimientos necesarios para la salvación: lo que hay que
creer, lo que hay que esperar y lo que hay que amar.
Así como debemos dar razón de nuestra fé, también hemos de
dar razón de nuestra esperanza. Como entre los principios de la fé hay uno por
el cual creemos que dios gobierna las cosas humanas con su providencia, por
esta razón se suscita en el hombre la esperanza de obtener los bienes que
naturalmente desea y que la fé le hace conocer.
La pasión de la esperanza es buena si el objeto que se
espera es bueno. La virtud de la esperanza es una virtud teologal que tiene por
meta a Dios, bien arduo pero posible de alcanzar con ayuda de la divina gracia.
La virtud sobrenatural de la esperanza, don gratuito de
Dios, encuentra una suerte de sustento natural en dos virtudes morales, a
saber, la magnanimidad y la humildad. La esperanza sobrenatural es una
esperanza anclada en Cristo, que es como la encarnación de nuestra esperanza.
Dos son los pecados contra la esperanza. El primero es la
desesperación, es decir, la decisión voluntaria de renunciar a la felicidad. El
desesperado anticipa su condenación. La expresión más lograda del estado de
desesperanza la encontramos en el llamado existencialismo ateo de Jean Paul
Sartre. El hombre sartriano descubre que su vida está rodeada de nada. De ahí
su sin-sentido, su ateísmo radical.
El segundo pecado contra la esperanza es la presunción. Es
una suerte de seguridad perversa de alcanzar ese fin arduo y elevado que es la
propia salvación. Hay una forma de “seguridad” que es la del que dice que Dios
es infinitamente bueno y por tanto me salvará aunque peque y no me arrepienta.
Otra forma de “seguridad” es la de quien confía en salvarse apoyándose tan sólo
en sus propias fuerzas. Este pecado de presunción se manifiesta en el
pretendido triunfo de una religión racionalista, en la aceptación de un Dios
cognoscible por la sola inteligencia del hombre, sin la ayuda de la Revelación.
En este sentido, el hombre pone su esperanza en esta tierra. El cielo está en
la tierra, es el paraíso en la tierra, la tierra prometida de la pasión
mesiánica del judaísmo desacralizado.
En la actualidad, el paraíso en la tierra se vislumbra en el
llamado “Nuevo Orden Mundial”, en cuya base filosófica anida el principio de
inmanencia, sobre el presupuesto de que el hombre moderno podrá bastarse a sí
mismo, sin necesidad de recurrir a nada sobrenatural. La falta de magnanimidad
ha llevado al mundo moderno a la desesperación. La falta de humildad le ha
conducido a la presunción.
EL PATER NOSTER, u oración dominical, EXPRESIÓN DE LA
ESPERANZA
La desesperación y la presunción obstruyen el camino hacia
una auténtica oración. Para el desesperado no tiene sentido; para el presuntuoso
no es necesaria. La oración es expresión misma de la esperanza.
Por eso, Santo Tomás, en su Compendium Theologiae, considera
el Pater noster como la oración por antonomasia. Por eso, Santo Tomás afirma
que siendo la esperanza –después de la fe- necesaria para la salvación,
conveniente era que “nuestro Salvador (…) nos introdujera en la fuente viva de
la esperanza, enseñándonos un modo de orar que excitase nuestra esperanza en
Dios”. El Doctor Angélico ve en la oración dominical ó Pater noster el
arquetipo de toda auténtica plegaria cristiana.
COMENTARIO AL “AVE MARÍA”
Santo Tomás también comentó la
oración del “Ave María”. Siendo que Santo Tomás vivió en el siglo XIII, él
conoció el “Ave Maria” que se usaba, especialmente en la liturgia, desde el
siglo VI.
Como es sabido, entre
los siglos XIII y XV se fue ampliando en contenido del “Ave María” quedando
fijado por San Pio V en el año 1568.
P, ALFREDO
SAENZ, S.J.
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Año 1991 / ATHANASIVS / SCHOLASTICA. Buenos Aires, Argentina.
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IN ORATIONEM DOMINICAM
Videlicet "PATER NOSTER" expositio
(Ma. 34 - Pi. 7 - Pa 5)
PROLOGUS
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IN ORATIONEM DOMINICAM
Videlicet "PATER NOSTER" expositio
(Ma. 34 - Pi. 7 - Pa 5)
PROLOGUS
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