jueves, 31 de marzo de 2016

Santo Tomás de Aquino EL PADRENUESTRO COMENTADO

ATHANASIUS / SCHOLASTICA


Santo Tomás de Aquino  EL PADRENUESTRO COMENTADO

...completa esta obra un bellísimo comentario al "Ave María"



Santo Tomás, en su libro Compendium Theologiae, estudia las virtudes teologales.  Trata de la fe, de la esperanza y de la caridad. La fé nos hace conocer la verdad; la esperanza, que dirige nuestros deseos a su legítimo fin; y la caridad, que ordena totalmente los afectos.
El su comentario al Pater noster se alude a la esperanza; en su comentario al Credo se refiere a la fé y en el comentario al Decálogo se explaya sobre la caridad. Los  tres tratados señalan los conocimientos necesarios para la salvación: lo que hay que creer, lo que hay que esperar y lo que hay que amar.
Así como debemos dar razón de nuestra fé, también hemos de dar razón de nuestra esperanza. Como entre los principios de la fé hay uno por el cual creemos que dios gobierna las cosas humanas con su providencia, por esta razón se suscita en el hombre la esperanza de obtener los bienes que naturalmente desea y que la fé le hace conocer.
La pasión de la esperanza es buena si el objeto que se espera es bueno. La virtud de la esperanza es una virtud teologal que tiene por meta a Dios, bien arduo pero posible de alcanzar con ayuda de la divina gracia.
La virtud sobrenatural de la esperanza, don gratuito de Dios, encuentra una suerte de sustento natural en dos virtudes morales, a saber, la magnanimidad y la humildad. La esperanza sobrenatural es una esperanza anclada en Cristo, que es como la encarnación de nuestra esperanza.
Dos son los pecados contra la esperanza. El primero es la desesperación, es decir, la decisión voluntaria de renunciar a la felicidad. El desesperado anticipa su condenación. La expresión más lograda del estado de desesperanza la encontramos en el llamado existencialismo ateo de Jean Paul Sartre. El hombre sartriano descubre que su vida está rodeada de nada. De ahí su sin-sentido, su ateísmo radical.
El segundo pecado contra la esperanza es la presunción. Es una suerte de seguridad perversa de alcanzar ese fin arduo y elevado que es la propia salvación. Hay una forma de “seguridad” que es la del que dice que Dios es infinitamente bueno y por tanto me salvará aunque peque y no me arrepienta. Otra forma de “seguridad” es la de quien confía en salvarse apoyándose tan sólo en sus propias fuerzas. Este pecado de presunción se manifiesta en el pretendido triunfo de una religión racionalista, en la aceptación de un Dios cognoscible por la sola inteligencia del hombre, sin la ayuda de la Revelación. En este sentido, el hombre pone su esperanza en esta tierra. El cielo está en la tierra, es el paraíso en la tierra, la tierra prometida de la pasión mesiánica del judaísmo desacralizado.
En la actualidad, el paraíso en la tierra se vislumbra en el llamado “Nuevo Orden Mundial”, en cuya base filosófica anida el principio de inmanencia, sobre el presupuesto de que el hombre moderno podrá bastarse a sí mismo, sin necesidad de recurrir a nada sobrenatural. La falta de magnanimidad ha llevado al mundo moderno a la desesperación. La falta de humildad le ha conducido a la presunción.
EL PATER NOSTER, u oración dominical, EXPRESIÓN DE LA ESPERANZA

La desesperación y la presunción obstruyen el camino hacia una auténtica oración. Para el desesperado no tiene sentido; para el presuntuoso no es necesaria. La oración es expresión misma de la esperanza.
Por eso, Santo Tomás, en su Compendium Theologiae, considera el Pater noster como la oración por antonomasia. Por eso, Santo Tomás afirma que siendo la esperanza –después de la fe- necesaria para la salvación, conveniente era que “nuestro Salvador (…) nos introdujera en la fuente viva de la esperanza, enseñándonos un modo de orar que excitase nuestra esperanza en Dios”. El Doctor Angélico ve en la oración dominical ó Pater noster el arquetipo de toda auténtica plegaria cristiana.
COMENTARIO AL “AVE MARÍA”
Santo Tomás también comentó   la oración del “Ave María”. Siendo que Santo Tomás vivió en el siglo XIII, él conoció el “Ave Maria” que se usaba, especialmente en la liturgia, desde el siglo VI.
 Como es sabido, entre los siglos XIII y XV se fue ampliando en contenido del “Ave María” quedando fijado por San Pio V en el año 1568.
P,   ALFREDO SAENZ,   S.J.
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Año 1991 / ATHANASIVS / SCHOLASTICA.  Buenos Aires, Argentina.

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IN ORATIONEM DOMINICAM

Videlicet "PATER NOSTER" expositio
  (Ma. 34  -  Pi. 7  - Pa  5)
PROLOGUS






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