domingo, 27 de enero de 2013

Ideología de ODIO: …poesia de Neftalí Reyes (alias “Neruda”)

Ideología de ODIO: …poesia de Neftalí Reyes (alias “Neruda”)

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Ahora que en los medios de in-comunicación tanto se habla de denunciar a los promotores del odio… (se refieren, claro está, a los europeos que protestan contra la invasión de gente no deseable, o contra las personas que denuncian al “lobby” homosexual como ariete contra la institución familiar)… es conveniente dar a conocer un típico ejemplo de odio y esta vez de odio gratuito, manifestado por un poeta que no sólo odió al caudillo Francisco Franco… sino que además, amó ó idolatró a otro caudillo, el generalísimo José Stalin, quien
seguramente no era tan “malo” como se suele decir…
En todo caso… copio de un blog cuyo nombre no quiero recordar el siguiente texto,”El general Franco en los Infiernos”, escrito en 1939 por el poeta narigudo que fue embajador de Chile en Paris:
Desventurado, ni el fuego ni el vinagre caliente
en un nido de brujas volcánicas, ni el hielo devorante,
ni la tortuga pútrida que ladrando y llorando con voz
de mujer muerta te escarbe la barriga
buscando una sortija nupcial y un juguete de niño
degollado,
serán para ti nada sino una puerta oscura
arrasada.
En efecto:
De infierno a infierno, que hay? En el aullido
de tus legiones, en la santa leche
de las madres de España, en la leche y los senos
pisoteados
por los caminos, hay una aldea más, un silencio más,
una puerta rota
Aquí estás. Triste párpado, estiércol
de siniestras gallinas de sepulcro, pesado esputo,
cifra de traición que la sangre no borra. Quien, quien eres,
oh miserable hoja de sal, oh perro de la tierra,
oh mal nacida palidez de sombra.
Retrocede la llama sin ceniza,
la sed salina del infierno, los círculos
del dolor palidecen.
Maldito, que sólo lo humano
te persiga, que dentro del absoluto fuego de las cosas,
no te consumas, que no pierdas
en la escala del tiempo, y que no te taladre el vidrio
ardiendo ni la feroz espuma.
Solo, solo, para las lágrimas
todas reunidas, para una eternidad de manos muertas
y ojos podridos, solo en una cueva
de tu infierno, comiendo silenciosa pus y sangre
por una eternidad maldita y sola.
No mereces dormir
aunque sea clavados de alfileres los ojos: debes estar despierto,
general, despierto eternamente
entre la podredumbre de las recién paridas,
ametralladas en Otoño. Todas, todos los tristes niños
descuartizados,
tiesos, están colgados, esperando en tu infierno
ese día de fiesta fría: tu llegada.
Niños negros por la explosión,
trozos rojos de seso, corredores
de dulces intestinos, te esperan todos, todos, en la misma actitud
====
NOTA DE JRANIA:
Lo que sigue es un extenso comentario de Pio Moa sobre el tema del “Odio a Franco”: Copio:
No todo el mundo detestaba o detesta a Franco, claro está, pero quienes lo han detestado lo han hecho con una intensidad nada común, y en ese sentido puede considerársele uno de los personajes más odiados del siglo XX.
Cuando murió, el 20 de noviembre de 1975, el Partido Comunista de España (reconstituido), que pronto crearía el GRAPO, difundió por todas las ciudades donde tenía militantes (Madrid, Barcelona, Cádiz, Sevilla, Vigo, Córdoba, Bilbao y algunas otras), muchas decenas de miles de hojas con el célebre poema de Pablo Neruda El general Franco en los infiernos. Recuerdo haberlo tirado en el metro de Madrid, regando los andenes desde la última puerta del convoy en marcha, mantenida entreabierta. Uno o dos camaradas se situaban de modo que la gente dentro del vagón no se percatara de la maniobra, y quienes volvían a llenar los andenes recogían los papeles. Los dirigentes no debíamos hacer aquellas cosas, pero a algunos nos proporcionaba una peculiar satisfacción, también por su cuota de riesgo.
Las maldiciones de Neruda a Franco eran tan retumbantes que causaban perplejidad, y mucha gente se llevaba la hoja, seguramente para enseñarla a otros. Ningún panfleto agitativo de los muchísimos que tiramos a lo largo de años tuvo tanta difusión, si bien, sospecho, más por curiosidad que por aquiescencia de la mayoría de sus lectores. Empieza así:
Desventurado, ni el fuego ni el vinagre caliente
en un nido de brujas volcánicas, ni el hielo devorante,
ni la tortuga pútrida que ladrando y llorando con voz de mujer muerta
te escarbe la barriga…
Le llama “estiércol de siniestras gallinas de sepulcro, pesado esputo, cifra de traición que la sangre no borra”; evoca “la santa leche de las madres de España” pisoteada, con sus senos, por los aullantes legionarios; alude a “los niños descuartizados”, a la salud, la “paz de herrerías”, la vida destrozada por el general; y tras una larga serie de improperios y consideraciones sobre su infernal destino, concluye el vate:
Solo y maldito seas,
solo y despierto seas entre todos los muertos,
y que la sangre caiga en ti como la lluvia,
y que un agonizante río de ojos cortados
te resbale y recorra mirándote sin término.
Los versos de Neruda respiran y quieren desperatar en el lector un odio absoluto, telúrico, por así llamarlo, que da sentido a las figuras empleadas, a veces extravagantes. Odio cultivado también por muchos intelectuales durante decenios, tano en expresiones literarias como políticas. Muy conocido y recitado ha sido también el poema de León Felipe sobre las dos Españas, que empieza:
Franco, tuya es la hacienda,
la casa,
el caballo
y la pistola…
El general había dejado a su adversario, dice Felipe, “desnudo y errante por el mundo”. Pero la España derrotada se llevaba consigo la canción, “la voz antigua de la tierra”, y dejaba a Franco, por ello, incapaz para “recoger el trigo o alimentar el fuego”. Describe el poeta un poder tiránico impuesto por la pura violencia, productor de tristeza y miseria, en versos de belleza y vigor poético no muy frecuentes en la poesía política. Su veracidad histórica ya es harina de otro costal.
Mencionaré, entre otros muchos ejemplos, el soneto de Antonio Machado donde, sin nombrarlo, pide para él la horca, quizá por suicidio:
Que trepe a un pino en la alta cima
y en él, ahorcado, que su crimen vea
y el horror de su crimen le redima.
En su misma muerte le acompañaron tales denuestos. Creo que los resumen perfectamente los versos que su óbito inspiró al conocido psiquiatra comunista o ex comunista Castilla del Pino, según anota en sus memorias:
Pene no tuvo, ¿te cabe alguna duda?
Pellejo vano entre sus ingles cuelga
Que usó para mear certeramente
Encima de sus muertos y sus tumbas
Millonario en muertes…
Y termina:
Nunca fue muerte por tantos tan deseada.
Nunca fue muerte por tantos bendecida.
Castilla del Pino hizo pocos años ha unas declaraciones interesantes: “Gracias al odio, la humanidad ha progresado”; “Yo odio a Pinochet, y a Franco lo he odiado durante cuarenta años”. Significativamente, no mencionó entre sus odiados a Stalin, Pol Pot o Fidel Castro.
En fin, las imprecaciones más hirientes y cargadas de aborrecimiento han acompañado toda la carrera del Caudillo desde la guerra civil. Y le siguen acompañando, con sorprendente vitalidad, treinta años después de su muerte, en forma de biografías, ensayos o alusiones de intención ultrajante; o de numerosos libros sobre la represión franquista, represión de crueldad sólo comparable con el terror nazi, si hemos de dar crédito a esos escritos: se le aplica incluso el término Holocausto.
Su victoria militar está en el origen de todo ello, y las diatribas contra él transmiten la impresión de que esa victoria constituye un crimen gigantesco, inexpiable, contra el pueblo español, contra la libertad, la paz y el progreso, contra la Historia. Ahora bien, ¿a quién venció Franco, realmente? ¿a la democracia o a una revolución multiforme, aunque principalmente comunista? De esto trataremos más adelante, pero evidentemente fue, en parte muy importante al menos, una victoria sobre los comunistas, defendieran éstos la democracia o su revolución peculiar, como muchos discuten. Por ello no extraña que entre los imprecadores contra Franco destaquen especialmente las izquierdas marxistas y los políticos o intelectuales próximos a ellas. A este respecto los versos de Neruda impresionan sobre los de cualquier otro, pero entenderlos bien exige leerlos al lado de otro poema suyo no menos célebre, la Oda a Stalin, donde declara:
Stalinianos. Llevamos este nombre con orgullo.
Stalinianos. Es esta la jerarquía de nuestro tiempo.
Stalin, predicaba Neruda, encarnaba los ideales de paz y progreso humanos, la esperanza de los oprimidos del mundo. Y por ello, al leer los dos poemas juntos, salta a la vista la perfecta insensibilidad de poeta con respecto a las víctimas, especialmente los niños, cuyas imágenes usa para elevar al paroxismo la indignación moral contra la figura del general. Pues si realmente le indignaran a él tanto como sugiere, mucho más le habrían indignado las víctimas de todas las edades causadas por el stalinismo, en cantidad incomparablemente superior a las atribuibles a Franco. Pero las de Stalin no merecían a Neruda una simple alusión compasiva. Y no porque ignorase su existencia, pues sólo la ignoraba quien cerrase deliberadamente los ojos. Cuando, tres años después de la oda, Jrúschof, sucesor de Stalin, admitió en su célebre informe una parte de los crímenes del déspota, no pillaba a nadie de nuevas, y menos todavía a los comunistas, que tanto habían imitado, donde habían podido, los métodos del “padre de los pueblos”. Jrúschof reconocía simplemente algo de lo archisabido, y la trascendencia de su informe radica sólo en el carácter oficial del reconocimiento.
No. Para Neruda las muertes hechas por los franquistas constituían asesinatos imperdonables porque afectaban a personas de ideas “avanzadas”, comunistas muchas de ellas, aspirantes a una sociedad perfecta, sin explotación, sin injusticia social, sin opresión. Por el contrario Stalin mataba precisamente al tipo de criminales representados en el mismo Franco, escoria irrecuperable de la humanidad, defensores de los horrores del capitalismo tanto en su forma de democracias burguesas como de regímenes autoritarios o bien fascistas, destinados todos ellos al “basurero de la historia”. Stalin hizo fusilar, entre otros, a más comunistas que nadie, muchos más que el Caudillo; pero cualquier orgulloso staliniano como Neruda sabía que se trataba de falsos comunistas, agentes del imperialismo, fascistas disfrazados.
De ahí el valor simbólico, al margen de su relación con los hechos, de la recurrente imagen de los niños destrozados. No sólo busca exaltar la indignación, sino también identificar a los comunistas y progresistas en general, sobre todo a los primeros, personas de ideales puros, luchadores por un porvenir resplandeciente para la humanidad bajo regímenes como el del preclaro Stalin: a ellos, como a los niños, estaba reservado el futuro. Franco asesinaba a los niños y pisoteaba a las parturientas, es decir, intentaba asesinar el porvenir en un intento criminalmente enloquecido y vano –apenas precisa decirlo–, de frenar la marcha ineluctable de la historia. Neruda, el “staliniano que lleva este nombre con orgullo”, lo expresaba con destreza poética.
La historia ha circulado por otras vías y quienes se atribuían la posesión del futuro han fracasado desastrosamente, pero nadie debería caer en una euforia precipitada y forzosamente banal. Poco adelantaríamos sin una comprensión de los esquemas mentales que llevan al stalinismo o al nazismo, y ya saldrán otros poseedores del futuro, porque está en la naturaleza humana la tentación de pensar y actuar de ese modo.
En todo caso encontramos una primera evidencia: Stalin y Franco representaban formas mentales, morales y políticas opuestas: el primero el porvenir radiante, el segundo el pasado oprobioso. Mirándola en su conjunto, Stalin tuvo una carrera verdaderamente triunfal. A la hora de su muerte dirigía un inmenso imperio extendido por más de media Europa y cerca de la mitad de Asia, y era el venerado líder moral de al menos un tercio de la humanidad donde existían regímenes socialistas, así como de millones de otras personas que luchaban por ese ideal en el seno de sociedades todavía burguesas. Y de tantos otros que sin luchar lo apoyaban o respetaban, aun si en su fuero interno sintieran poco entusiasmo por vivir en un sistema soviético, y prefirieran desarrollar sus carreras en las atroces sociedades capitalistas.
Pero no todo habían sido éxitos y Franco encarnaba, precisamente, uno de los pocos fracasos graves de Stalin. Fracaso en un país quizá poco importante en los órdenes demográfico o económico, aunque bastante más en el orden estratégico, en el cultural e histórico; y, sobre todo en el simbólico. Por algo la bibliografía de la guerra civil española –una derrota de Stalin, entre otras cosas– ha sido tan enorme y sigue hoy en pleno auge. Reflejo a su vez de las pasiones que la acompañaron, más fuertes que las asociadas a otros sucesos del siglo XX de mayores consecuencias materiales.
Evidentemente Stalin no tomó a la ligera la guerra de España, pese a las difíciles condiciones materiales para su intervención en ella. Mandó bastantes de sus mejores armas, y él en persona se ocupó de orientar políticamente a las izquierdas españolas; e hizo cumplir sus instrucciones a través del Partido Comunista español, cuyos jefes ponían a la URSS –patria del proletariado– por encima de la propia España, y sentían orgullo en obrar como agentes del Kremlin. Stalin no debió de encajar con buen ánimo su fracaso después de tanto esfuerzo, y muchos de los asesores enviados por él a España sirvieron de chivo expiatorio, fusilados o desaparecidos oscuramente en el terror de la época. Los supervivientes (Malinofski, Vóronof, etc.), demostrarían pocos años después, luchando contra la Alemania nazi, que Stalin no había mandado a España personal de segunda categoría, sino a muchos de sus mejores elementos militares y policíacos. Inútil decir que los fusilados, en su mayoría, no lo fueron por baja calidad profesional, sino por “desviaciones” ideológicas” más o menos inventadas.
Sería exagerado imaginar un Stalin obsesionado por la victoria de Franco, pues los inmensos triunfos de su carrera le compensaban ampliamente de aquel revés. Con todo, seguía siendo una mancha negra en su expediente, y el aplastamiento final de Alemania le ofreció una segunda oportunidad para destruir a un adversario detestado, a quien su propaganda había logrado identificar con Hitler y Mussolini. Fuera de España muy pocos, si alguno, dudó entonces de la pronta liquidación de Franco y no pocos aspiraban a verle seguir la suerte de Mussolini; dentro del país, la perspectiva agrietó considerablemente al régimen. Aunque España no entraba en la esfera de influencia soviética aceptada por Churchill y Roosevelt, seguía teniendo un gran interés para Stalin, y éste hizo cuanto pudo por aislar al franquismo, declarándolo apestado internacionalmente, como primer paso para su derrocamiento. El segundo paso consistió en el maquis, la guerrilla organizada por los comunistas a fin de reanudar la guerra civil, provocar una intervención de las democracias e implantar un régimen, si no socialista, por lo menos muy avanzado. Y sin embargo, asombrosamente, también fracasó en esta intentona, segunda humillación que no pudo hacerle una gracia excesiva, aun contando con sus éxitos arrolladores en otros ámbitos.
Pasada la dura prueba, Franco, dictador a quien habían auxiliado Hitler y Mussolini, iba a mantenerse en el poder, a contracorriente no sólo de los comunistas sino de los regímenes democráticos anglosajones y europeos, los cuales, si bien renuentes a intervenir en España, casi nunca le obsequiaron con sentimientos mínimamente cordiales y ampararon diversas oposiciones a él. Y así continuaría hasta 1975, año de su muerte por causas naturales tras una penosa agonía muy celebrada por muchos de sus enemigos, y bastante similar a la de otro dictador característico de la época, Tito, el comunista yugoslavo disidente de Moscú.
Las mencionadas expresiones de odio tienen un toque peculiar viniendo, por lo común, de personas ateas. El tema rebasa los límites de este ensayo, pero vale la pena reparar en cómo Neruda sitúa a Franco en un infierno de eternos e indecibles tormentos en el cual, como buen stalinano, no podía creer. Según su doctrina, Franco, hiciera lo que hiciese, como el propio Stalin, como Hitler o él mismo, estaban destinados a convertirse en carroña exactamente igual que todo el mundo, sin ninguna reparación o justicia ulteriores, y por tanto sin ningún significado. Aun si cabía esperar que las generaciones venideras compartieran el odio de Neruda, nada de ese odio podría afectar ya al Caudillo, vencedor hasta el fin, por mucho que le deseasen el imposible infierno.
Por el contrario, Franco era creyente católico, al parecer bastante fervoroso y convencido de la existencia de un cielo y un infierno. En alguna ocasión señaló que la vida sería absurda sin la consideración de un más allá. Pero en general no cultivó ni alentó expresiones de odio tan furiosas como las despertadas por él en sus contrarios, y su testamento político se expresa en términos ponderados, acaso por encontrarse ya a las puertas de la muerte.
Estaría muy lejos de la realidad pretender que toda la literatura antifranquista viene del marxismo. La hay del más variado carácter y de enorme dureza, desde la socialdemócrata a alguna democristiana o monárquica. Pero sí cabe señalar que la más persistente, apasionada y dura ha sido la procedente del comunismo y sus aledaños. Como fue comunista la oposición realmente sostenida y seria contra el régimen de Franco.
La atención despertada por el personaje se revela en la ya abultada colección de biografías y ensayos de diverso tipo, sin excluir los psicoanalíticos, a él dedicada. Bastantes aparecieron ya en tiempos de Franco, como las biografías escritas por J. Arrarás, M. Aznar, C. Martín, B. Crozier, L. Ramírez, G. Hills, de J.W.D. Trythall, H. G. Dahms o R. de la Cierva, en general favorables y algunas laudatorias, exceptuando la de L. Ramírez. Pero puede decirse que todas ellas han quedado poco menos que eclipsadas por el impacto de la publicada en 1994 por P. Preston. La biografía escrita por este autor inglés marcó época, tanto por su extrema hostilidad al biografiado como por haberla promovido en España poderosos medios de comunicación de la derecha, en especial monárquicos, por razones fáciles de entender. El libro no dejó de suscitar réplicas. R. de la Cierva lo criticó duramente y publicó a su vez una nueva y amplia biografía en 2000. El general R. Casas de la Vega y el coronel C. Blanco Escolá han escrito sendos libros sobre la capacidad militar de Franco, con enfoques opuestos, y C. de Meer ha escrito un ensayo laudatorio. En línea similar a la de Preston se encuentran diversos estudios de J. Tusell, S. Juliá o el libro de E. Moradiellos subtitulado Crónica de un caudillo casi olvidado, idea extraña, pues todo indica lo contrario: no cesa de crecer la bibliografía sobre él. Siguieron ensayos biográficos más ponderados, como los de B. Bennasar, S. Payne, A. Bachoud, F. Torres, A. Vaca de Osma o J. P. Fusi, éste anterior al de Preston. En los últimos años vienen apareciendo los gruesos tomos de L. Suárez, refundición ampliada y corregida de otra biografía anterior en ocho volúmenes. Por su abundante documentación de primera mano constituye actualmente la obra fundamental al respecto, de obligada consulta para quien desee aproximarse al tema.
En general, hoy la actitud académica prevalente hacia el viejo Caudillo oscila entre la tradicional aversión, muy reavivada en los últimos años, y la consideración del personaje como un dictador de segundo orden, cruel, vulgar y mediocre. A mi juicio, lo último no puede sostenerse. La profundidad del odio que le ha sido tributado, merecido o no, indica algo muy distinto de la mediocridad, y lo mismo el hecho de que a lo largo de cuarenta años derrotara, militar y políticamente, a todos sus enemigos, nada desdeñables muchos de ellos, sorteando peligros realmente letales. Esto no hace su trayectoria histórica positiva, pero excluye para ella el calificativo de mediocre. Dejo aparte la manía actual de retratarlo como un imbécil o poco menos. Azaña solía quejarse de la poca afición de su gente a usar el cerebro, y quizá repetiría hoy la crítica a quienes así “razonan”.

sábado, 19 de enero de 2013

Hitler… y les muyeres

Hitler… y les muyeres

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Ecrito en asturiano se aborda mejor este tema tan importante. Hoy, en el siglo XXI, hanta ideología “feminista” y tan poco información sobre la naturaleza real y la personalidad e idiosincrasia fundamentalmente femeninas, que para mucha gente puede resultar sorprendente lo que aquí, en la dirección arriba reseñada se dice. Lo reproducimos con permiso (presunto) del autor de MEIN FÜHRER:
En sus conversaciones privadas Hitler dijo en 1942:
– Lo peor del matrimonio es esto: crea pretensiones legales. Es mucho más práctico tener una amante.
Claro, que según él, esa regla “sólo se rige para hombres relevantes”.
– Si una mujer empieza a pensar en cuestiones existenciales, mala cosa es. Puede atacarle a uno los nervios.
– El mundo del hombre es grande, comparado con el de la mujer. El mundo de la mujer es el hombre. Sólo de vez en cuando piensa en otra cosa. La mujer puede amar más profundamente que el hombre. La inteligencia no le importa demasiado.
– Cuando una mujer se embellece lo hace a menudo impulsada por el secreto deseo de irritar a alguna otra. Las mujeres poseen una capacidad que nos falta a los hombres para dar un beso a una amiga y al mismo tiempo pincharla con una aguja. Es completamente inútil querer mejorarlas en este aspecto. ¡Dejémoslas con sus pequeñas debilidades! Si con ellas una mujer puede sentirse dichosa, tanto mejor. Es mil veces preferible que se ocupe de semejantes pequeñeces que no que empiece a dedicarse a cosas metafísicas.
Sin embargo, a pesar de la tosquedad de esas palabras, encontramos con que Hitler siempre resultó encantador con las mujeres. Es más, podemos hablar perfectamente de un Hitler completamente diferente en el trato a hombres y a mujeres. Hitler jamás gritaba a una mujer, es más, incluso las tranquilizaba si cometían un error. Un claro ejemplo lo encontramos en sus secretarias. Hitler era un jefe muy amable y simpático con ellas. Quizá por eso sus secretarias le fueron fieles hasta el final.
Muchas mujeres se sorprendían al tratar con Hitler. Esperaban encontrar al hombre fuerte, casi violento y rudo. Pero se encontraban con un hombre amable y simpático, que las agasajaba constantemente. Si Hitler se encontraba con una mujer, cambiaba incluso el tono de voz, que tenía entonces un tono más suave. Incluso se daba el caso de que si una mujer se encontraba indispuesta Hitler le permitiera incluso fumar en su presencia (documentado en Werner Maser). Según el historiador, Hitler toleraba a las mujeres aspectos que a sus colaboradores les hubiera costado el puesto.
Por otra parte, y a pesar de las declaraciones de Hitler (no olvidemos que expuestas en un tono privado y relajado) lo cierto es que Hitler admiró y respetó a mujeres que eran trabajadoras e independientes. Su relación con Winifred Wagner, Leni Riefensthal o Hanna Reitsch le alejan de toda sospecha de menospreciar a la mujer.
También se ha especulado mucho sobre si Hitler fue capaz de amar. La respuesta no puede ser más clara: ¡por supuesto! Su relación con Eva Braun lo deja perfectamente a las claras. Por no hablar del abatimiento que Hitler sufrió tras el suicidio de Geli Raubal. Hitler sufrió una profunda depresión que le llevó incluso a la idea de apartarse de la política y de querer quitarse la vida. Se dice que a raíz de ese acontecimiento Hitler decidió no comer nunca más carne. La habitación de Geli solo la podía visitar él y su ama de llaves. Incluso encargó un busto de Geli que colocó en la nueva Cancillería. Ninguna de las suposiciones sobre las relaciones de Geli Raubal con Hitler, en donde se ha llegado a afirmar que Hitler maltrataba a su medio sobrina, han podido ser demostradas. Incluso se llegó a afirmar, en un alarde de “historia-ficción” impresionante, que Hitler practicaba el masoquismo con Geli.
Su relación con Eva Braun está más que demostrada y ya hemos hablado de ella aquí en muchas ocasiones. No creo que sea necesario añadir más. En todo caso, Hitler hablaba de mujeres muy a menudo:
¡Cuántas mujeres hermosas hay! Estábamos sentados en el Ratskeller de Brema. Entró una mujer: ¡habría podido creerse que descendía del Olimpo! ¡Sencillamente deslumbradora! Los clientes soltaron cuchillos y tenedores. Y todos clavaron sus ojos en ella. ¡Y luego en Braunschwieg! Entonces me hice los más amargos reproches. A todos mis compañeros les pasó como a mi: una criatura rubia se acercó al coche dando saltitos para ofrecerme un ramo de flores. Todo el mundo se acordó del incidente, pero a nadie se le ocurrió preguntarle su dirección para que luego pudiera yo escribirle unas palabras de agradecimiento. ¡Rubia y alta y maravillosa! Pero así ocurren las cosas; aglomeraciones por todas partes. Y, además, teníamos prisa, todavía hoy me duele recordarlo.
En el Bayerischen Hof estuve una vez en una fiesta a la que asistían muchas hermosas mujeres con deslumbrantes brillantes. Pero he aquí que entró una tan bella que a su lado desaparecían todas las demás (no llevaba joyas). Era la señora Hanfstaengl. En casa de Erna Hanfstaengl la vi luego otra vez en compañía de Mary Stuck. Tres mujeres a cual más bella: ¡aquello si que era un cuadro!
A su piloto Hans Baur le dijo Hitler en una ocasión:
– Yo no puedo permitirme otra cosa. Las mujeres me hacen propaganda, y como hombre que continuamente tiene que enfrentarse a la opinión pública tengo que ser precavido. Si usted se desvía un poco del camino recto, nadie dice nada, pero si yo hiciera una cosa así, no podría dejarme ver nunca más. Las mujeres son incapaces de mantener la boca cerrada.
Werner Maser concluye en su biografía que en la vida de Hitler solo hubo 3 mujeres: su madre, Geli Raubal y Eva Braun. Acabo este post con la conclusión que saca este historiador:
En Hitler, los sentimientos, de los que sabía servirse con gran maestría en su favor, estaban detrás del deseo que gobernaba toda su existencia. Solo los aceptaba cuando podían serle de alguna utilidad. En muy raras ocasiones “los golpes del destino”, las graves enfermedades, las desgracias personales, los desengaños y los obstáculos le impulsaron a modificar los objetivos que se había impuesto y a sustituir las personas a las que había otorgado su confianza. En este aspecto era sumamente obstinado e incorregible. Ni la temprana muerte de sus padres, ni sus fracasos de 1907 y 1908 en la Academia de Bellas Artes de Viena, ni el intento de golpe de estado de noviembre de 1923, que produjo un balance de 20 muertos y pudo suponer muy fácilmente el final de su carrera política, ni la prisión en Landsberg, ni otros momentos negativos de su vida posterior le hicieron dudar nunca de que alcanzaría su meta. Prácticamente siempre consiguió lo que se había propuesto, venciendo sin hacer caso de los consejos de los demás y sin tener que modificar sus convicciones. Solamente en dos ocasiones estuvo a punto de lanzar por la borda su ideología y de quitarse la vida que, en su opinión, encarnaba el destino alemán de la época: tras el fracasado golpe de Estado de 1923 y tras el suicidio de su gran amor Geli Raubal en 1931″.
Etiquetas: hitler y las mujeres |
14 comentarios:
Anónimo dijo…
Excelente post. Enhorabuena. El Führer fue siempre muy considerado, también, con sus cocineras. Cada vez que recibía un regalo de una mujer procuraba agradecérselo personalmente o por carta. Repito: excelente post.
13 de enero de 2013 20:00
JMC dijo…
Excelente post Nacho.
Las fotos de Hitler con mujeres son encantadoras. Hitler siempre fue un hombre muy considerado con ellas, un autentico caballero.
Su gusto por ellas es incuestionable y es increible que alguna vez se dudara de ello y se le calificara como homosexual, cosa que desde luego, es un autentico disparate, y que solo sirve para vender revistas para los mas ignorantes.
Un saludo a todos.
14 de enero de 2013 20:41
Anónimo dijo…
AK dice…
Y pensar que hasta no hace muchos años se lo trataba de homosexual. Cuando todavía se permitía ver con recelo el hecho que alguien sea homosexual. Ahora, que ser homosexual es políticamente correcto, ya no se lo tilda de eso, sino más bien de sadomasoquista…Es gracioso.
De todas formas queda claro que Hitler fue un gran admirador de la mujer y muy respetuoso con ellas.
Sí hubieron hombres que estuvieron a su lado y se les ha escapado una queja sobre él, pero a ninguna mujer se la ha escuchado quejarse; por el contrario, a todas se las ha escuchado alabarlo. Saludos!
14 de enero de 2013 22:53
Ivan dijo…
Excelente, Nacho, excelente como siempre.
Saludos,
Iván
15 de enero de 2013 01:17
Hectópolis dijo…
Va por temporadas y lo que toque decir; casi todo gran hombre que haya entrado en la Historia, grande o pequeña, y que además ha sido diferente, pues claro, homosexual, y sino, loco, y sino, sadomasoquista, lo que sea con tal de denigrar al que es distinto.
Pero una cosa muy interesante: Hitler, como Gran Persona que fue, sabía tratar a TODAS las personas, eso es el primer punto, pero además se daba cuenta de algo: quien es sólo el sexo que representa, pues se le trata con la simpleza que requiere, pero si en una persona, sea hombre o mujer, hay… bueno, había algo interesante, Hitler se desharía en poder conocerlo más, pues de ahí seguro que sacaba mucha información y saber si esa persona podría valer para algo al Reich… o no. Alguien tan entregado a un Ideal como es el Reich -el Imperio- no puede darse la idea de que es que le gustaban las mujeres o los hombres para irse a la cama y hala, a lo que hace todo el mundo, todo eso carece de importancia.
Pero lo Intelectual, si además es trascednente y puede servir para algo… eso se mira desde una perspectiva del Espíritu, o sea, de lo que están hechos los ideales.
Muy elegante el artículo, Nacho, enhorabuena, y las fotos muy interesantes.
Un saludo.
H.
16 de enero de 2013 19:16
Frel dijo…
Sobre Hitler y las mujeres se han escritos versiones bien diferentes, por un lado está la versión de que le gustaba rodearse de hermosas mujeres y por otro se ha escrito que tuvo poca relación con el sexo opuesto. Lo cierto y en vista de su relación con Eva Braun, las secretarias que tuvo y las fotografías donde aparece con mujeres, no se puede decir que Hitler no tuviera lazos de amistad con el sexo opuesto. Es cierto que desde hace mucho se le tachó de homosexual con la idea de desacraditarlo(como siempre), pero eso es algo que obviamente nunca se pudo demostrar, para demostrar algo así hay que ofrecer imágenes muy íntimas de una persona, las cuales en el caso de Hitler no existen, al igual que hablar de sadomasoquismo, otra mentira que se han inventado, lo próximo vete tú a saber que dirán, iventándose semejantes falacias lo único que hacen es hacer el ridículo, a ver que será lo próximo que se inventen.
16 de enero de 2013 19:52
Tiesto dijo…
Y Estefanía?
17 de enero de 2013 15:16
Nacho dijo…
Tiesto, evidentemente no he tratado todas las mujeres en la vida de Hitler. Existen muchos estudios sobre ese tema, aunque en mi opinión, muy exagerados. A Hitler se le adjudican muchas relaciones y yo creo que la mayoría no existieron. Hasta con Magda Goebbels. Yo no me aventuraría a afirmar más que lo que he expuesto, que en la vida de Hitler solo existieron 3 mujeres. El resto lo dejamos para la prensa del corazón, je je…
Saludos
17 de enero de 2013 16:50
Anónimo dijo…
Quisiera hacerle una sugerencia como reciente seguidor de su blog ¿no encontraría usted interesante documentar las numerosas e interesantes fotografías que incluye en los post? fechas, personas, lugares u otras circunstancias enriquecerían enormemente los ya de por sí interesantes articulos.
Muchos se lo agradeceríamos mucho. Gracias
17 de enero de 2013 23:52
nasa dijo…
Saludos Amigo!!! Excelente foro.
Oye no podrias hacer un blog acerca de un libro llamado “Er ist wieder da” algo asi como “El ha regresado”…Me tiene intrigado ese libro.
18 de enero de 2013 00:16
Nacho dijo…
Anónimo, suelo elegir las fotografías dependiendo del tema que trato. En ocasiones sí he puesto comentarios a pie de foto, otras me resulta difícil saber con quién está Hitler. En todo caso, tomo nota de tu sugerencia y trataré de hacerlo.
Nasa, la verdad es que no conozco es libro. He mirado en Internet y no lo encuentro.
Saludos
18 de enero de 2013 16:39
Anónimo dijo…
excelente nacho.
A veces entro todos los dias para ver si hay un nuevo post, y otras veces prefiero dejar pasar el tiempo, para por asi decirlo, “darme el gusto” de leer varios posts seguidos, que son un lujo.
Quizas pienses que lo mio es exagerado, pero encontrar tu pagina con este tipo de posts, en el medio de tanta basura que hay… Es como un diamante en el medio del barro.
mathias.
18 de enero de 2013 18:23
Nacho dijo…
Mathias, eres muy amable. Me gustaría actualizar más a menudo, pero por desgracia mis múltiples obligaciones me lo impiden. Por otra parte, tras varios años de blog, es difícil crear entradas que gusten y sorprendan. Pero bueno, yo sigo aquí jiji… saludos!
18 de enero de 2013 18:26
JMC dijo…
Hola a todos.
Yo creo que Estefania si que fue verdaderamente importante para Hitler, lo que pasa es que se trato de un enamoramiento juvenil, platonico, en la distancia, y que jamas llego a confesar a la propia Estefania.
Y al final todo quedo en nada.
La propia Estefania quedo muy sorprendida muchos años mas tarde al saber que fue el centro de atencion del que fue, Führer de Alemania.
Pero por aquellos años,¿ quien iba a imaginar que Hitler llegaria a ser jefe del estado aleman?
Por otra parte y de lo se deduce de la lectura del libro de August Kubizek: Hitler mi amigo de juventud, al parecer Adolf era un hombre que atraia bastante al sexo femenino.
Bueno, me despido, un saludo.
18 de enero de 2013 20:24
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martes, 15 de enero de 2013

Historia de “El Coño de la Bernarda”


Historia de “El Coño de la Bernarda”



Martes.15 de enero de 2013
Que manda huevos…
Al parecer, una mujer, de nombre BERNARDA, de la que se decía que era hija natural del rey musulmán ABEN HUMEYA, y nacida en torno a mediados del S. XVI, en ARTEFA, pequeño pueblo de LAS ALPUJARRAS granadinas, era una reconocida santera; a caballo entre ambas religiones, en unos tiempos difíciles, recorría las calles de ARTEFA armada con sus tablillas de oraciones, mezcla de versículos coránicos y cristianos (quizás la única depositaria de los famosos LIBROS PLÚMBEOS del SACROMONTE), y era la sacristana de la pequeña ermita en la que los artefaños guardaban y veneraban la imagen reverendísima del SEÑOR DEL ZAPATO. Aunque la fama, como hemos dicho, le venía de santera, que lo mismo enderezaba la pata torcida de un cordero, como remediaba las más diversas dolencias, como dirigía los rezos en ausencia del cura… por lo que era, ciertamente, mujer conocida y querida entre sus vecinos.

Una buena noche la mujer fue sorprendida por unos toques en la puerta de la pequeña ermita, en la que de común solía habitar, en una pequeña dependencia aneja. Asustada abrió la puerta y vio que, embozado en su capa, no sabiendo muy bien si por el frío, o por salvaguradar su intimidad, se encontraba D. AURELIO DEL ALTO OTERO, a la sazón segundo Conde de ARTEFA, que venía, pese a lo alto de la madrugada, a solicitar su consejo, ya que, según él, había tenido un sueño que le tenía profundamente alterado:
Tuvo una visión en la que vide los graneros de ARTEFA todos vacíos, y secos, con homnes e mulleres famélicos, que ploraban lagrimas a sus puertas y nadie podía façer nada… de repente, en medio de todos eles, aparecíase el Conde mesmo, lamentándose por la suerte de las gentes de su pueblo, y sin poder façer nada, alzaba los ollos al cielo esperando una respuesta, aparecióse entonces la figura, que él creyera de SAN ISIDRO LABRADOR, y una voz en el cielo que decía desta manera: San ISIDRO labrador, quita lo seco y devuélvele la verdor…

Sorprendióse la buena mujer con el relato del Conde y contóle que ella había tenido otro sueño parecido, una noche en el que se acostó apesadumbrada por haber dedicado su vida a los demás, no haberse casado y no haber tenido hijos, pues, según ella: “No es buena la mujer de cuyo higo non salen fillos”, pero que en ese momento, apareciósele, de semejante manera, en su habitación, la figura de San ISIDRO labrador que metiéndole la mano en la raja, de donde gustóse tanto la santa mujer que creyera entender por fin el significado de la expresión “tener mano de santo” y al punto casi de morir, por el arrobamiento experimentado, creyó ella oír, por boca del santo labriego, la misma expresión: San ISIDRO, labrador, quita lo seco y le devuelve el verdor… Tras compartir su sueño con el Conde dijóle que “las cosas del Senyor no son para los ignorantes entendellas, por eso fuera la divina misericordia las que las desentrañase, si plúgole a Dios esa gracia”.

El Conde se fue, casi con la misma duda que traia, pero lo cierto es que, desde su entrevista con BERNARDA, las cosechas de ARTEFA se sucedieron sin parar y no hubo la hambruna temida por el Conde a raíz de su sueño. Por eso, el Conde, hombre religioso y devoto donde los hubiera, compartió el secreto de su visita a donde la BERNARDA, con el cura del lugar D. HIGINIO TORREGROSA, quien, en la homilía del día siguiente, se dedicó a cantar, desde el púlpito, las alabanzas de Dios que tantos “bienes e menesteres plugóle mandar sobre esta sancta terra nuestra de ARTEFA, por mediación de la muy noble, e sancta muller de BERNARDA, o más bien, por medio del figo della, o sea, del coño suyo benedito” Con todo, había un artefaño, conocido como MANOLICO, EL TONTICO, que se pasó todo el día, en la plaza del pueblo, gritando a voz pelada “que non se creyera lo de la sancta BERNARDA, que ninguna muller es sancta por donde mea, así en el infierno arda”. Indignada BERNARDA con estas palabras mandólo traer a su presencia y allí, en la intimidad de la ermita díjole: “Mete tu mano en el coño bendito, a ver si miento, en lo que siento, y sea tu escarmiento” Hízolo así el pobretico MANOLICO, EL TONTICO, que desde entonces, pues nadie vio el milagro escondido, se hizo el más célebre predicador del figo benedito de su paisana artefaña por toda la ALPUJARRA granadina.
Las bendiciones se sucedían sobre el pueblo de ARTEFA, diciendo las crónicas que: “todos los homnes, e mulleres, de los derredores, allegábanse a casa la BERNARDA, a tocar su coño benedito, y por doquiera la abundançia manaba: las mulleres daban fillos sietemesinos fuertes como cabritillos, y las guarras parían cochinillos a porrillo, las cosechas se multiplicaban y hasta las gallinas empollaban ovos de sete yemas…”

Más BERNARDA murió, como corresponde a todo ser mortal, y la enterraron entre gran llanto y duelo de sus gentes, que a partir de ese momento, como maldecidos por la ausencia de la buena mujer, sufrieron en sus carnes todo lo que aquella, quizás en vida evitara: Terremotos, abortos en el ganado y las mujeres, cosechas baldías, todo parecía perderse y la vida se malograba en ARTEFA… Sin embargo cuenta la leyenda que un buen día que: “Una muller del pueblo, ploraba lagrimas de seus ollos al sepolcro della, vióse sorprendida por unas luminarias que ascendían del sepolcro, asustada e enloquecida corrió a presencia del señor cura párroco, que ordenó desenterraran el corpo morto de la BERNARDA, hallando, todos los presentes, con el Notario de ARTEFA al frente, que la BERNARDA polvo era, como es la suerte de nuestros padres, salvo su figo incorrupto, rojo y húmedo qual breva” El párroco, D. HIGINIO TORREGROSA ordenó el traslado del despojo santo a la parroquia, donde enseguida lo colocaron en un relicario, llamado desde entonces el COÑO DE LA BERNARDA, por la urna de oro y la forma de lo que dentro conservara… y que no hubo nadie que al contacto del relicario no recuperara la abundancia en cualquier empresa que emprendiera.

Tanta fe le tenían en ARTEFA al coño de la BERNARDA que el propio párroco, y siempre según las crónicas: “Decidió, junto con el Ajuntamiento de la ciudad, elevar el asunto a la disquisiçión de los notables de la Sancta Madre Ecclesia Metropolitana de GRANADA, solicitando si pluga a ella, la sancta e pronta canonizaçión de la santa BERNARDA de ARTEFA”. Al parecer, el por aquel entonces Arzobispo de GRANADA, D. PEDRO CASTRO VACA Y QUIÑONES, más preocupado en vigilar de cerca de los moriscos falsamente convertidos a la “fe verdadera y noble de nostro Senyor IesuChristo”, y alentando a la Inquisición, no estaba mucho por la labor de apoyar una petición de canonizar a una santera nada más conocida en su pueblo, amén de que, como expresivamente decía la misiva, remitida al Ayuntamiento de ARTEFA: “Dicen los senyores teologos e dominicos desta Ecclesia de GRANADA que nunca oyóse en toda la christiandad, que el Senyor Papa gobierna, y Christo benedice, que nada bueno saliera del coño de una muller, a no ser el Senyor mesmo IesuChristo, de su Sancta Madre, con todo Virgen, e que por eso la devoçión popular del coño de la BERNARDA era cosa perniçiosa que devía ser desterrada, so pena de mandar la inquisición a façer las pesquisas oportunas”.

Con tal respuesta, D. HIGINIO TORREGROSA, según siempre las crónicas: “Una noche del 9 de Abril, del año de Nuestro Senyor IesuChristo de 1.609, alumbrado solo por dos candelas, y con el Notario por unico testigo dello, colocó el sancto reliquario del coño de la BERNARDA, tras un emparedado debaixo de la ventana de la Sacrestía, donde permaneciera hasta que la Ecclesia mudara su razonamiento sobre este singular suceso, y asi la buena BERNARDA trajera de nuevo la benediçión sobre el pueblo della”.
Y no sé si verdad o mentira, esto es lo que se cuenta del célebre coño de la BERNARDA, con todo, si queréis saber algo más de la historia, podeís leer la crónica, que en su día redactara D. HIGINIO TORREGROSA titulada: “Relación de las cosas verdaderas que acotescieron en Las Alpuxarras en lo que se refiere á una piadosa muller llamada la Bernarda, y al coño della, que fizo grandes milagros para la gloria eterna de Dios nuestro Senyor y de la Sancta Madre Ecclesia, escrita por el Licenciado Higinio Torregrosa, Cura Propio de la Ecclesia del Sancto Christo del Zapato desta ciudád de Artefa”.
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FUENTE:
 

miércoles, 9 de enero de 2013

THE CIVILIZED SAVAGE….


 (EL TATUAJE & EL PERCING)

By 

MIÉRCOLES, 9 DE ENERO DE 2013

THE CIVILIZED SAVAGE

The Civilized Savage (*) 
The difference between the civilized man and the savage is that the civilized man follows the rules and the savage does not. A civilized man is quite capable of killing one, a hundred or even a million, so long as he is first outfitted with a uniform and a set of regulations telling him when and where to kill. A savage kills as he lives, without the need for rules and regulations. 
The civilized man is bound by interdependent social compacts that control his survival. The savage does not depend on a social compact for his survival. He depends on himself. Even when his survival derives from the same system as that of the civilized man, he feels no sense of obligation toward that system. He exploits it, the way that he would exploit a honeycomb in the forest or kill the last mammoth without worrying what will happen when it is gone. The modern civilized man with his giant and tiny screens full of information that tell him not only who won and who lost, and make him laugh and cry, but also update him on the latest social mores so that he can maintain his civilized status by staying in step with the march of progress, has learned to live by the rules. More than that he has learned to believe in the rules. The rules feed him and move him up the ladder where he will be able to buy more giant and tiny screens to stay in step with civilization. The savage advances much more slowly up the ladder, even when he lives next door to the civilized man, but this is of little concern to him. The civilized man is concerned with advancement while the savage is concerned with sensation. The civilized man wants to better himself. The savage only wants to be himself. For the civilized man there is only the past and the future, but no present, but for the savage there is hardly any past and no future… only the eternal carpe diem moment of the present. The civilized man builds trains, roads, telegraph poles, skyscrapers, fiber optic lines, satellites and organizations to link together and control his civilization. Faster communications and transportation make it possible to link together larger areas, economically and politically. Civilization expands and grows denser at its centers and increasing amounts of resources are diverted from the tasks of progress to the chores of administering impossibly large territories. As forward progress slows, the civilized man begins to fidget aboard the iron train. Looking out at the lush jungle, he begins entertaining thoughts of becoming a savage again. For the most part he knows that he cannot actually turn savage. The awareness that he will have to give up his comforts to turn savage is embedded too deep within him. The savage does not understand that going feral takes twenty years off his life expectancy and kills half his children. And even if you explained it to him, he would not care for the savage does not believe in the future, only the present. It is this knowledge of the future that burdens the civilized man who longs to turn savage. It is this knowledge that he is determined to destroy to be able to escape once and for all from the iron train and into the jungle. There are simple and effective ways of destroying that awareness of the future. The easiest is to use the pull of sensation to bury the mind in the present. Drugs are one way to accomplish this and sensuality is another. Constantly rushing into danger or burying yourself in noise will do it too. So long as your mind is forcibly tethered to some sensation, whether it is the aching receptors of the brain crying out for the new drug of choice that they have bonded with or any other part of the nervous system that is overloaded and whose overload cripples memory and long-term thinking, then you can simulate the state of mind of a savage. Simulation through stimulation is ineffective. The civilized man does not properly turn into a savage, instead he becomes a hybrid, too civilized to be a savage and too savage to be civilized, with one foot chained to the iron train of progress and the other in the damp earth of the green jungle. The civilized savage is the dominant figure of the latter quarter of the past century and of this century as well. This creature is a chimera of contradictions. He is a high tech back to nature fellow. He builds entire industries dedicated to harnessing the sun and the wind. He drugs himself with legal and illegal cocktails of chemicals to get in touch with his inner emotions. Most contradictory of all, he believes that the sum of civilization lies in dismantling the military and industrial infrastructure that makes civilization possible and replacing it with a trillion dollar social organization that will reproduce some natural primitive order, as defined by the proverb, it takes a village to raise a child, a proverb that like the rest of his ersatz savagery he invented himself. To become truly civilized, the civilized savage believes, one must become a savage, one must learn from the savages how to be civilized, by embracing civilized savagery and leaving behind the civilized savagery of imperialism, nationalism, capitalism and all the armies marching off to war and smokestacks belching smoke. Social progress, to the civilized savage, is the only progress there is and he associates it with dismantling, what he thinks of as the artificial elevation of capitalism and the middle class, and restoring everyone to savage equality through a vast collection of government agencies. A village employing millions of people just to teach civilized men how to become savages by taking away their responsibility for the future. In “the village”, there are no fathers or mothers, parents do not care for their children and children do not look after their parents. There are no husbands or wives. Everyone is forever young, or pretending to be, and forever keeping it real, in the moment where no one has money and everyone has all they need, where no one works and everyone earns, where there is no past and no future, only right now. This 20 trillion dollar subsidized fantasy of control freaks who imagine that they want to get in touch with a natural way of living has become the barometer of progress. Progress has come to be defined as the end of civilization. The civilized savage is searching for authenticity under every plastic bush and ceramic turtle. He is all about keeping it real in an air conditioned studio surrounded by four kinds of flavored water. He wants to cut loose with a designated driver, hold an orgy with protection and build an artist’s colony with social security benefits. Too stupid to be civilized and too smart to be a savage, he lacks the survival skills of either group. He cannot make it in the jungle,and on the iron train his only function is contributing creativity to the leisure of a mechanistic culture. Without the middle class that the civilized savage does his best to stomp out, he would quickly become as extinct as the mammoth. What the civilized savage lacks in useful skills, he more than makes up for in creativity. Straddling the boundary between the immediacy of the savage and the foresight of the civilized man, he is able to blend both, combining ego and technique, emotion and rational order, to be a talented performer, a charismatic speaker, an ingenious artist, an evocative writer and a startling poet. In addition to this he is capable of starting all sorts of businesses, so long as those businesses involve finding a new way of catering to the leisure needs of the public or cashing in on government social spending. When the train grinds to a halt, then the passengers need to be fed and entertained, and so these are among the few growth areas of a society that is otherwise stuttering to a halt, bringing wealth comes his way. The civilized savage sabotages the train and then opens up a snack food stand by the side of the road serving soylent green. He unionizes the railway workers, convinces them to spend the next month on strike, throws together three films about the dangers of rail travel, contributes the profits to a special fund to enable the victims of motion sickness to sue the railway and then runs for office on a platform of making the trains run on time, when what he really means is making sure that the trains never end up running at all. Civilized men don’t know what to make of the civilized savage. He is at once a repulsive and appealing figure to many. And even when the civilized savage oppresses them, they do not rise up against him, because they are too civilized to complain. Riding the train is a privilege of the social compact and they will keep riding it, mostly in silence, so long as they believe that the social compact of their civilization provides them with a measure of security. While the savages kill and riot, their civilized brothers clutch guns and wait silently hoping that tomorrow the track will be fixed and the trains will run again. The rise of the civilized savage is a harbinger of the end of a civilization. But there is such a thing as the natural rise of a civilized savage, which is the sort of thing that took place in Rome, and his unnatural rise due to the careful plotting and planning of an entire ideology which found it useful to promote decay by empowering the civilized savages who were naturally drawn to it. And while the natural rise of the civilized savage may not be averted, the unnatural rise does not represent a national moral failing, but the outcome of a plan. The Western civilized savage has hijacked civilization to serve the ends of savagery. The longer this state of affairs goes on, the more difficult it will be to get the train going again. But getting the train going again is the best way to shake off the savage appeal of the jungle. It is only when people see that true social progress is possible by harnessing the forces of industry and culture to move forward, that the claims that the civilized savage makes about social progress come to seem as ridiculous and antiquated as Soviet propaganda posters. There is no way to defeat cultural defeatism but through success. The trains must run or the jungle awaits. === (*): January 06, 2013 http://sultanknish.blogspot.de/2013/01/the-civilized-savage.html

 comentarios:

Anónimo dijo…
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sábado, 5 de enero de 2013

¿Ofensa al Libertador de Oviedo?

¿Ofensa al Libertador de Oviedo?

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SÁBADO, 5 DE ENERO DE 2013


5 enero, 2013 | Agencia Faro
El PP contribuye, una vez más, a la deformación de nuestra historia reciente:
Esta mañana hemos constatado que el temor que muchos ovetenses nos han ido haciendo llegar es, al final, una vergonzosa realidad. La estatua al Teniente Coronel Teijeiro no será repuesta. El consistorio de Oviedo aseguró que la estatua sería retirada para “labores de limpieza” y que sería nuevamente colocada en su lugar una vez finalizadas las obras de la glorieta de la Plaza de la Liberación. Pues nuevamente los políticos han mentido y engañado: en el lugar donde ha estado erigida hasta ahora la estatua, ya se encuentran plantados unos setos y creado un pequeño jardincillo, corroborando nuestras sospechas de que no se trataba de otra cosa que de una ruin y despreciable maniobra de nuestros políticos de turno para desmantelar el patrimonio de la historia reciente de Oviedo.
La estatua formaba parte de un monumento ya desmantelado por el anterior alcalde del PP y actual delegado del Gobierno en Asturias, Gabino de Lorenzo Ferrera. Ha corrido la misma suerte que casi todos los recordatorios del bárbaro asedio que sufrió Oviedo a manos de los rojos entre 1936 y 1937, sin duda el peor de la guerra, y de la heroica defensa de la ciudad, que fue completamente devastada, bombardeada día y noche por fuerzas muy superiores. El actual alcalde, Agustín Iglesias Caunedo, designado sucesor por el propio Gabino de Lorenzo, es un perfecto ejemplo de la política juancarlista: un político profesional sin oficio ni beneficio, sin cultura, sin educación y sin un mínimo respeto por la memoria y la dignidad de sus vecinos.
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FUENTE: http://tradiciondigital.es/2013/01/05/pp-contra-memoria-de-oviedo/

viernes, 4 de enero de 2013

la “BLAU DIVISION”… otra version…muy interesante

la “BLAU DIVISION”… otra version…muy interesante

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VIERNES, 4 DE ENERO DE 2013


JM de Prada, autor de “Coños”, publica un libro sobre la BLAU

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Con este titular, Antonio Parra escribe en su blog un comentario muy certero sobre un  tema
muy español: el de la División Azul. Pio Moa también ha hecho, en su novela “Sonaron…”,  referencias a la gesta de la Blau Divison, al parecer con más acierto que JM de Prada, cuya
narración se nota que cae en tópicos no siempre afortunados.
En cuanto al artículo que aquí copio de “granco y…” creo que es muy certero y revelador lo que escribe su autor, el cual merece también reconocimiento por su mérito literario y gran conocedor de la literatura clásica española. Lo que sigue es copia textual del citado blog:
División azul y el alma rusa

División azul, cisni divitsia, die Blau. Marchas y canciones, juventud y mitos. Utilizada como arma de propaganda por el franquismo contra Rusia y ahora por los antifranquistas con idéntico objetivo: darle caña a Putin. Más de lo mismo. La verdad es que los rusos en el Este nos dieron hasta en el carné de identidad. Aquellos mozos idealistas o aventureros no estaban preparados ni para las crudezas del General Invierno porque carecían de ropa de abrigo y los capotes que les dieron en Alemania tenían buen corte, eran muy bonitos, pero nuestros artilleros, nuestros infantes, nuestros pontoneros y hasta los rancheros tiritaban en las bajas temperaturas. El invierno del año 41 fue el peor en varios siglos. Se encontraron, venida la primavera, con otro enemigo formidable: la rasputitsa, el barro de los caminos encharcados de la estepa a causa del deshielo.
Las armas que les proporcionaron los alemanes eran buenas pero no las supieron manejar, muchos desertaron, y soldados del Wehrmacht, prevenidos en retaguardia, y arriesgando sus vidas para cubrir la retirada de la Blau, que en algún momento se transformó en desbandada, hicieron lo posible para que la “defensa elástica” o repliegue no acabase en desastre.
Los organillos de Stalin, unos pequeños cañones de retroceso que no hacían mucho estruendo, pero que, mortíferos, metieron el miedo en el cuerpo de los soldados del general Infantes, se convirtieron en una pesadilla; el verdugo de la Blau tuvo un nombre: el general Yukov, un militar zarista que plantaría sus tanques en Berlín y que luego sería purgado por los trotskistas.
Stalin nunca le retiró el favor pero Beria, el gran comisario judío, le mandó a Siberia al gran héroe de la Guerra Patria
Di una conferencia hace muchos años en la sede de FN que ilustré con música polifónica ortodoxa.
No me entendieron muy bien los antiguos guripas pero no me arrepiento; mis observaciones crearon escuela sobre el alma rusa y el resurgir de la Ortodoxia en el mundo, lo cual es un hecho que chincha a muchos.
La sala estaba llena de fachas que no de falangistas y algunos se quejaron de que pronuncié el nombre de una ciudad donde se libró encarnizado combate a orillas del lago Ilmen a la rusa como “voljov” y no a la a la española que hace una mala versión de la ch germánica que no es exactamente la “ch” castellana; “volchó”
Saqué la conclusión de que muchos de aquellos excombatientes no sabían donde habían estado, ni a qué fueron para allá; todo eran ideas confusas pero ciertamente la Blau fue un mito sacrosanto para el franquismo y yo me crié, como aquel que dice, en un cuerpo de guardia donde los suboficiales y oficiales para matar la espera referían sus hazañas bélicas: los asaltos a bayoneta calada, los pozos de tirador machacados por la catenaria de un carro.
No obstante, los militares que estuvieron en Rusia poseían cierto pedigré, eran la elite de aquellos regimientos. Debió de ser horroroso la lucha, más que contra los soviéticos, contra los elementos atmosféricos de la estepa.
Lo importante para mí no es meramente el valor de aquellos guripas (al soldado español el valor se le supone) sino el espíritu que entroncó con lo más puro y hermoso del alma rusa dando lugar a una gran generación literaria: los Laín, los Ridruejo, los Gómez de la Serna, los Luis Romero, los Álvaro de la Iglesia, los Donato León Tierno y sobre todo Tomás Salvador uno de los mejores novelistas de todos los tiempos que escribió una obra memorable “División 250”, la cual hace una prognosis proféticas a la vista de las torres trucidadas de las cúpulas de Novgorod, el Vaticano ruso, de que un día volverían a relucir y resurgir porque no en vano Rusia es el país de la resurrección[1].
Lo otro eran batallitas. Recuerdo que mi padre traía a casa todos los meses el Guión una revista que editó el Ministerio del Ejército en que se ponderaba casi en cada número la hazaña de aquellos divisionarios que lucieron el casco alemán pereciendo muchos en tumbas olvidadas a la sombra de una cruz entrecruzada con dos palos de abedul.
En la escala activa se respetó a los divisionarios al principio. Luego fueron orillados porque en el cuadro divisionario los masones brillaban por su ausencia y algunos se mostraron contra la política del Sistema de antiestalinismo puro y de proamericanismo neto que siguió Franco en los años 50.
Hubo un teniente que se chupó tres años en un castillo a causa de su rusofilia, le acusaban de comunista. Lo del resto eran batallitas. Lo que no nos dijeron fue que sufrieron muchas bajas, que no pocos se rindieron o se pasaron a los ruskis y que estos les dieron una paliza porque aquella guerra no era la suya. Se trataba de una guerra de exterminio organizada por los fabricantes alemanes de armas de origen hebreo y los banqueros suizos.
Hitler, un loco, no sabía donde se metía. Pero todo hay que decirlo: este destacamento ahorró con su arrojo y valentía mucha sangre porque evitaron la intervención de España en la segunda guerra mundial
Al sargento Barbado, amigo de mi padre, se le congelaron las manos izando su pieza del 15 y medio cuando descargaba proyectiles contra el palacio de Catalina la Grande. Le habían dicho que la famosa zarina era un poco puta y duro con ella… La propaganda alemana había prometido la cruz de hierro de primera clase al artillero que consiguiera derribar una de las cúpulas del palacio de invierno. Escribían en cada proyectil con tiza un saludo. “Buenos días, camarada Stalin, espero que esta peladilla la saborees”
No sabían donde estaban, ni por qué luchaban, ni donde se metían pero eran conscientes de que su sacrificio impediría la invasión de la Wehrmacht de toda la península ibérica.
Franco estaba jugando al ratón y al gato con los ingleses y utilizó a Muñoz Grandes de quien se decía que Hitler quería convertirlo en su sustituto, en cola de ratón.
Supuestamente iban en devolución de visita A luchar contra el comunismo, pero allí no encontraron muchos de esos. En los avances atropaban cadáveres entre la nieve de la famosa “pijota”[2] que atacaba en oleadas con cruces al cuello e iconos con la imagen del Salvador en el bolsillo de la guerrera. ¿Dónde quedaban los ateos?
No eran diablos los combatientes que tenían enfrente sino mozos que podían ser de tu escuadra y que trataban de repeler una invasión genocida con las armas en la mano.
Hitler estaba loco. Era un venao que no contaba ni con la dureza de aquel pueblo que quería sujetar ni con las inclemencias del General Invierno, ni de lo disparatado de la operación “Barbarroja”. Cayó como Felipón siguiendo los pasos e incurriendo en los mismos errores de Napoleón.
Algunos de la Blau se echaron novias soviéticas y acudían a los bailes en la plaza del pueblo con las panienkas pero las panienkas no eran rusas sino polacas y bielorrusas. Definitivamente, nuestros guripas no sabían donde estaban.
Estas muchachas cuando avanzaron las tropas del general Yukov serían fusiladas o emplumadas por colaboracionistas.
Hay otra gran novela que profundiza en ese extremo. La escribió Rodrigo Royo convaleciendo de un pepinazo en un hospital de sangre de Vilnius.
El protagonista de “Guerra” se enamoró de una judía a la que salva y otorga un pasaporte para regresar a España. ¿Holocausto decía usted? bueno pues según y conforme… Esas son palabras mayores.
El holocausto que conocieron aquellos soldaditos hispanos tuvo más que ver que con Auschwitz con el de Leningrado: un millón de muertos en dos años la mayoría a causa del hambre en veintitantos meses de sitio. El holocausto de Stalingrado cerca de quinientos mil entre rusos y alemanes. El holocausto de la primera Guerra mundial[3] que padecieron ingleses y franceses. No se borre nunca se memoria.
Los rusos sienten un respeto profundo y se cuadran cuando oyen mentar la “gran guerra patria” la mayor tragedia que han tenido en el siglo XX donde pusieron toda la carne en el asador, todo su heroísmo, para repeler la agresión nazista.
Detrás de Stalin estaban los americanos armándose con los mejores tanques pertrechándoles de buenos cazas de combate.
Que los fementidos no nos vengan con sus batallitas. Ellos en parte fueron los culpables y por eso han inventado un mito en el que muchos caen en la trampa.
La división azul no sé si por aquella conferencia o por la aureola que tuvo entre nosotros a tiempo pretérito constituye todo un género literario plagado de tópicos. Ahora se nos presenta JM de Prada con su libro gordo de petete. Se llama “Me hallará la muerte”. Es un coñazo pues no en vano este chico de la cuadra de Ansón, un periodista que se han inventado los del régimen o se han sacado de la manga, es de los que escriben largo y tendido. Es el pestiño de sus tardes con lágrimas en la lluvia cuajada de moralina estilo COPE que se dio a conocer con una novela que llevaba por titulo “Coños”, director del Observatore Romano” en Madrid, columnista de ABC, archipremiado. Su mazacote se expende en todos los escaparates de las librerías españolas mientras otros no podemos publicar y si publicamos la nueva inquisición nos hace el vacío. Hay censura, una censura programática. Pero no para estos lebreles del nuevo periodismo.
Su libro sobre la Blau abunda en los tópicos de siempre. Nadie podrá brillar a la altura de Tomás Salvador o de Rodrigo Royo, dos nombres borrados del libro de la vida por nueva inquisición que nos acogota; sin embargo, se derriten en alabanzas a este chico de Zamora, muy beato, y muy del sistema capitalista que escribió “Coños”. Un coñazo de tío.
Pero hubo gente, entre los que me cuento, para los que la División Azul sirvió para dar pábulo a una gran generación literaria arriba subrayada y entroncar con el alma rusa que es mesiánica y salvífica. Caen las torres de Jericó y se pisan crucifijos. No importa; precedido de una lluvia de estrellas mañana en la noche santa nacerá Cristo (Xristos razdaet) y en el carillón de los campanarios de Novgorod, bolearán las campanas por el nacimiento del redentor pues la natividad ortodoxa (mañana)se rige por el viejo calendario el que cambiaron los pontífices el año que nació Teresa.
Entonemos un himno de gloria y esperanza. Para plantarle cara al futuro. Una luz nos viene del Este.
La atisbó Tomás Salvador que murió en la miseria y muy perseguido.
A ver si se entera de una vez ese chico de Zamora; le queda mucho cacho a su “Hallarás la muerte” para codearse con “División 250”, una novela que es mucho más que una novela. Es un libro con alma: el alma rusa